sábado, 7 de octubre de 2023

E. del Teso, una lección de sensatez...RECOMENDADO

Sumar y Podemos, por ejemplo Sumar no conseguirá centralidad si sus mensajes son los del gobierno de coalición y no los que muestran los límites de su campo ideológico Por Enrique Del Teso 7 octubre 2023 Recomendados Sumar y Podemos, por ejemplo 7 octubre 2023 Cuando un asturiano exterminó a los indios selk’nam: la historia de José Menéndez llega a la gran pantalla 7 octubre 2023 Todos los motores del clima 7 octubre 2023 El patrimonio minero asturiano se reivindica como polo de atracción económica 7 octubre 2023 Enrique Del Teso Enrique Del Teso Es filólogo y profesor de la Universidad de Oviedo/Uviéu. Su último libro es "La propaganda de ultraderecha y cómo tratar con ella" (Trea, 2022). Transversalidad, centralidad, movilización. Es lo que fue Podemos en 2014. La transversalidad es la capacidad de lograr el apoyo de gente que no se identifica con tu ideología, ni con la clase social a la que representas, ni con el grupo social al que perteneces. No se llega muy arriba sin transversalidad y no se consigue transversalidad vendiendo ideología. La ideología, como el sentido de humor o las buenas maneras, tiene que notarse aunque no se mencione. La centralidad consiste en que haya reacción a tus mensajes y conducta. Es lo contrario de la privacidad. Buscar la centralidad es buscar que todo el mundo esté pendiente de ti. La movilización figura en el Evangelio según San Mateo como sal de la tierra. Es impregnar el ambiente con convicciones, como la sal marca el sabor de las cosas. El movilizado esparce sus ideas con sus acciones, levantando el puño, gritando con un megáfono o poniendo una bandera nacional muy grande en el balcón. O puede ser ese tipo de gente desapercibida que solo se hace notar cuando no está. Podemos fue todo eso. Fue un torrente transversal que los demás partidos veían miraran para donde miraran. Gente que abroncaría a su hijo si se dejara coleta les hacía caso. Todos tenían que tener una postura pública sobre Podemos. Y tenían a cientos de miles de apóstoles en los círculos siendo la sal de la tierra. Fue la fuerza que mejor conoció la respiración del país, la que llegó a palpar su espina dorsal. Pasaron cosas. Podemos languidece en cada elección y surge Sumar como envase de toda la izquierda y con otro tipo de liderazgo. Ahora Sumar parece no querer que se asome Podemos desde sus atalayas y Podemos no se reconoce en Sumar. IU mantiene su papel de notario educado en una fiesta desordenada. Sumar es transversal, sin enemigos en las fronteras. Pero está lejos de la centralidad, no suscita reacciones. No se le oye. Cuando eres transversal, no movilizas y no provocas reacciones, salvo que seas un banco o el PNV, estás flotando en las circunstancias con poco agarre. Errejón es el prototipo de ese punto en que solo puedes ser colorante de otra cosa. Yolanda Díaz está muy arriba en las encuestas, pero en una zona que siempre es ambigua. Se está arriba por buena imagen, pero también porque no te temen los rivales. Logró crédito con su gestión y su actitud. No levantó la voz, pero le sostuvo la mirada y el pulso a Nadia Calviño y en su discurso salían hebras de fondo sindical. Pero ahora no hay reacciones con respecto a Sumar, porque flota inaudible. Sumar parece absorbida como marca por el gobierno de coalición. Pasó con algunos coches, no hay manera de quitar las etiquetas de Ibiza y Fiesta porque absorbieron las marcas de Seat y Ford. No basta con que Sumar enlace con la mayoría de los activismos progresistas. Tiene que incorporar a su sistema nervioso estructuras organizadas: sindicatos, IU y Podemos. Podemos no puede ser ya el motor que debió ser, porque se desangró en las elecciones autonómicas y municipales, pero es un toma de tierra sin el que no llegará el nutriente de toda la izquierda al organismo de Sumar. Con los conflictos personales o las diferencias de estilos estratégicos hay que hacer lo obvio: política. Y Sumar no conseguirá centralidad si sus mensajes son los del gobierno de coalición y no los que muestran los límites de su campo ideológico. Algunos ejemplos. Yolanda Díaz en el mitin de campaña celebrado durante las elecciones generales en Cimadevilla. Foto de David Sánchez Aguilar. La estructura educativa está desnortada y está siendo un ingrediente de la galopante segregación social en España. Sumar tiene que poner sobre la mesa que la supresión total de conciertos educativos es constitucional y legal, que es una posibilidad política como otras y que a día de hoy haría mejorar el sistema educativo. No se trata de si hay que eliminar o no la enseñanza concertada, sino marcar que eso está dentro de los límites de la gestión política y que la enseñanza concertada no es como la entropía termodinámica, que solo puede cambiar para crecer. Más. Mucha gente está trabajando prácticamente para su casero y su casero cada vez más son fondos bancarios o similares, que son grandes poseedores y que cada vez destinan más pisos para usos ajenos a la vivienda. Como están conectados con estructuras poderosas, desarrollan una intensa campaña para diluir el malestar del inquilino en esa fantasmagoría del inexistente problema okupa. Son parásitos, colesterol malo en el tejido social. Como en su día con las reformas agrarias, la intervención directa del estado, hasta la expropiación si llegamos a una inflamación social incontrolable, es una posibilidad política. Con mensajes de este tipo que recuerden hasta dónde llega el campo de juego, sí logrará Sumar reacciones y activación. Podríamos añadir la ley mordaza, la cadena perpetua (no la llamen prisión permanente revisable), los dineros del estado para la Iglesia y sus anacrónicas excepciones legales, y debe sumarse visiblemente a la resistencia de los sindicatos, ferozmente atacados por la ultraderecha donde toca poder. No se trata de radicalizarse ni de abandonar el estilo del entendimiento. Se trata de no olvidar que la intimidación siempre es parte del consenso. La Ministra de Igualdad, Irene Montero, en una intervención en el Congreso de los Diputados. Foto: Gobierno de España Podemos perdió la transversalidad, es la fuerza menos capaz de atraer apoyos de quienes no se identifiquen con su ideología. Incluso Vox consigue apoyos cabreados de gente que no es de ultraderecha. Provoca reacciones limitadas, la mayoría negativas porque perdió capacidad de movilización. Es el estado en el que puedes estar convirtiéndote en un pedrusco. No se trata de lo justo o injusto que sea con tu trayectoria. Se trata de otra cosa: que no te conviene. Y Podemos tiene poros para salir de ahí. Podemos sufrió conspiraciones feroces, pero no se explica su declive sin errores propios. No es comparable a lo que ocurrió con C’s. C’s nunca existió. Llenaba editoriales y artículos, pero los mítines de Rivera eran de cuatro gatos. Fue un invento. Podemos sí fue un fenómeno de masas. Su declive fue el derrumbe de algo muy voluminoso, hasta llegar a cifras de fuerza extraparlamentaria en las elecciones autonómicas y municipales. Fueron bien evidentes las guerras internas estúpidas ajenas a cualquier cosa que pueda interesar a alguien. Pero hay que recordar errores menos evidentes. Al menos, tres errores claros. En primer lugar, cuando hablas mucho de ti mismo te estás encogiendo. Si el grueso de tu discurso es reivindicar tu trayectoria, luchas y ataques recibidos, te estás alejando de esa espina dorsal del país que llegaste a palpar con tus manos. Podemos tiene que denunciar los ataques y conspiraciones de las que fue víctima (y Sumar debe ser parte de esa denuncia). Pero el discurso sustantivo debe ser otro. Irene Montero sí alcanzó un punto interesante. Es más gruesa su actividad sobre Igualdad, que el discurso sobre sí misma. Ese es el patrón. En segundo lugar, cuando el frente de lucha que induces es contra otras fuerzas progresistas, equivocas la trinchera. Es comprensible que haya izquierdistas que no soporten a Errejón, o a Montero, o a Yolanda Díaz, o a no sé qué activismo vegano. Pero no hay que confundir lo que más te irrita con lo más importante. No siempre lo importante es lo que más reacción nos provoca. La conducta debe dirigirse a lo importante, no a lo irritante. Se oyen cosas absolutamente necias desde tribunas progresistas. Hay que aguantarse y no confundir el rumbo. Y en tercer lugar, si la superioridad moral la marcas con respecto a fuerzas progresistas y la basas en topicazos y eslóganes oídos muchas veces, te estás quedando sin discurso, por enérgico que sea el topicazo. Es la democracia lo que está siendo atacado con fiereza. Los ricos soltaron a los perros de ultraderecha porque se sienten más seguros en sociedades autoritarias plagadas de identidades simbólicas hostiles y de odios. Ni hay alternativa a Sumar, ni Sumar alcanzará su tamaño ni la presencia adecuada sin Podemos. Sánchez puede expandirse como una gigante roja (enseguida engullirá Igualdad) y dejar la izquierda reducida a un grupúsculo. Y eso no protegerá la democracia ni la justicia social. Es urgente que la izquierda haga política ETIQUETASactualidad_cabeceraAlbert RiveraDemocraciadestacadoEvangelio Según San MateoIñigo ErrejónIrene MonteroNadia CalviñoPedro SánchezPODEMOSPSOEsumarVOXYolanda Díaz

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