Un jugadorazo, hará historia.
'El Balón de Oro es el gol, ni justo ni injusto'
David villa. (Foto: Benito Pajares)
VALENCIA.- Hay dos Villas. Uno habla despacio, plácidamente, desde la dulce sonrisa que deja el sabor de los carbayones. Otro habita en el silencio, en un área imaginaria que huele a azufre y a carbón. El guaje, niño en bable, como se llamaba a todos los que bajaban los pipotes de agua a la mina, escapó de ese descenso, pero conserva el apodo y la mirada dura de quienes dan los buenos días a la muerte cada mañana. La de su padre, la de su abuelo o bisabuelo, conocido como Trotsky, que llamó Libertad a la abuela materna del futbolista hasta que la oprobiosa recomendó que fuera Carmen. [Escuche los audios]
En Tuilla, pequeño pueblo minero de la cuenca del Nalón, los aficionados del equipo local reciben a sus rivales con pancartas de evocación anarquista: "Bienvenidos al infierno". Desde ese lugar llegó Villa, sin detenerse en purgatorio alguno que redimiera su alma poseída, determinado a convertir el gol en el mineral de su vida, en cada golpe como si fuera la última vez.
–¿Qué enseña una vida dura?
–Humildad.
La respuesta es clara y directa, sin tiempo para razonamientos, como un disparo. Duro era el trabajo de su padre, Mel, en la mina Mosquitera, y dura era, según el niño David, la larga espera de su vuelta, un día tras otro. Esa calma hecha de miedo es un ejercicio de autocontrol sólo posible desde una fortaleza que se transmite de generación en generación, como un gen. El futbolista lo reconoce en sí mismo, "fuerte mentalmente".
La devoción por los suyos empieza en su padre, que le reprochaba que olvidara los libros al ir a la escuela pero nunca le arrebató la pelota, ni siquiera cuando de niño padeció una complicada rotura de fémur. Patricia, su mujer, es la novia que tenía como juvenil en el Sporting y que ahora le regala pendientes de brillantes. Ella a él. El nombre de Zaida, su hija, está escrito en sus botas, como si golpeara a la pelota con toda su fuerza y todo su amor.
–¿Piensa en algo antes del gol?
–En ese momento no. Te aislas de todo y te concentras en el gol. Todo pasa en décimas de segundo.
"Si rematas un centro o un pase de primera, con un solo gesto técnico, no hay tiempo para pensar"
Forlán sostenía, en una conversación de esta serie, que en ocasiones es posible procesar varias opciones antes del remate. Al escucharlo, Villa sonríe, como en una tímida expresión de negación: "Eso es muy difícil. Si eres tú el que tiene la pelota controlada, todavía. Pero si rematas un centro o un pase de primera, con un solo gesto técnico, no hay tiempo para pensar".
Sobre esos impactos rápidos y mortales se sostiene este goleador de instinto criminal, que según la psicología es el mismo que desarrollan los soldados en el frente. "Hay jugadores que están a gusto con la pelota y otros sin ella. Los delanteros disfrutamos muy poco de ese contacto, fugaz, por lo que debemos estar siempre en movimiento, en busca del espacio. El delantero que triunfa es el que está concentrado, y es cuando el rival tiene la pelota cuando has de estar más atento", explica.
Eto’o, uno de sus homólogos favoritos, indicó a este periodista que siguiera sus desmarques cuando el Barça defendía para entender su juego. "Es que de los errores ajenos te puede caer lo mejor", apostilla Villa, al que le gusta ser "el hombre más adelantado del equipo, solo o acompañado, pero punta-punta".
En la Eurocopa, sin embargo, Luis Aragonés le pidió más cosas, actuar como un falso centrocampista. "Cuando hablo de jugar adelantado me refiero a las acciones de ataque, porque no me gusta bajar a iniciar la jugada. Me concentro y espero el momento. En situación defensiva, en cambio, no tengo ningún problema en ayudar al mediocentro, como dices que sucedió en la Eurocopa", explica, antes de matizar que le parece positivo el debate sobre si la selección juega mejor con cinco centrocampistas o dos puntas, porque "por encima del sistema hemos impuesto la victoria de ambas maneras".
(Foto: Benito Pajares)
–¿Cuántos Balones de Oro habría que dar a esta España?
–Si hubiera un Balón de Oro colectivo, sería para nosotros, pero es un premio individual y se valoran otras cosas. No fue un torneo comparable a ningún otro, porque lo dominó una selección de principio a fin, y normalmente vemos a campeones, en Eurocopas o Mundiales, que pasan apuros en algún momento o pierden algún partido en la primera fase. España, en cambio, fue superior por juego, ocasiones, goles y hasta penaltis. Todos los futbolistas españoles protagonistas del torneo merecen estar entre los candidatos. Ganarlo depende del gol. Si miras el historial, sólo hay un portero, pocos defensas... Ojalá se premien otras cosas en el futuro.
–¿Es injusto?
–Ni injusto, ni justo. Es así, es el gol, lo dice la estadística. Quien no marca parte en desventaja.
Marca Villa, como dicen sus 100 goles en Primera. Ha pasado a Di Stéfano en la selección y fue máximo realizador de la Eurocopa, con cuatro dianas, pero lastra sus opciones su ausencia en la final que lanzó a Torres. Marca Cristiano Ronaldo, máximo goleador de las ligas europeas y virtual vencedor de esta edición, a la espera del inminente fallo oficial: "Me encanta su verticalidad. Cada vez que recibe, piensa en la trayectoria hacia puerta. Ésa es la intención que yo valoro. Juega, además, en un fútbol directo, como a mi me gusta, donde siempre se piensa en atacar, en ir de portería a portería sin perder mucho tiempo en el medio".
España, en cambio, lo hace todo lo más indirectamente posible, con una intencionalidad muy precisa, hasta que el balón llega a su pies. Villa se refiere con respeto al "estilo" que impuso Luis, pero pone más énfasis en sus dotes intramuros para la conducción del grupo: "Luis es un psicólogo deportivo, sabe cuándo atenuar una moral subida o cómo dar confianza al indeciso. Domina muy bien el lenguaje jugador-entrenador".
–¿Qué pensaba usted, con el número 7, cuando una parte de la afición coreaba el nombre de Raúl? (No duda ni un segundo).
–Si juegas de lateral derecho y el público pide otro lateral derecho, te hace sentir mal. No es bonito. Hay que ponerse en nuestro pellejo para entenderlo. Fueron precisamente esos momentos los que nos hicieron unirnos, sentirnos más próximos al compañero, mejorar el juego y ganar. El resultado fue la Eurocopa.
Es la misma respuesta que dio Iniesta, sin que ninguno hiciera de ello una cuestión personal con Raúl, posiblemente una víctima más. Villa no da crédito a las polémicas del número, ni a los rumores sobre el veto del madridista a su traspaso al Madrid. Habladurías.
(Foto: EFE)
Valencia.
Confianza es la palabra que más dice Unai Emery, que ha conseguido variar la tendencia en Mestalla: "Incide mucho en eso, pero es justo decir que puede trabajar, mientras los anteriores lo hicieron en ambientes muy turbios". "Ahora –prosigue– el Valencia es un club normal, donde se habla de fútbol, de partidos, de lesiones, de goles y no de otras cosas. El año pasado, nada de lo que se decía tenía que ver con el juego. Cuando parecía que todo estaba mal, aún era posible empeorarlo. Somos los mismos, pero la estabilidad lo ha cambiado todo".
Después de un inicio inesperado, dos derrotas en casa han actuado como regulador de un Valencia cuarto, a cinco puntos del líder: "Hasta ahora, el Barça está por delante de todos en goles, en juego, en puntos y en la forma de defender. A los demás nos queda disfrutar de su juego y trabajar más, porque estoy convencido de que no podrán mantener el nivel hasta el final".
En su fútbol, sólo hay "presente y futuro cercano, que es el próximo partido". "Ni siquiera cuando dejé los estudios y cobré mi primer sueldo, a los 17 años en el Sporting, pensé que llegaría hasta aquí", agrega. Su vida ha sido picar una veta, después otra: Langreo, Sporting, Zaragoza, Valencia, España... Una serie de la que no gozó el Oviedo, club de su padre, por un mal ojo y una mala combinación de autobuses. Espera que el ascenso del Sporting sea definitivo: "La escuela de Mareo nunca se ha perdido, pero para los jugadores es difícil tener promoción sin jugar en Primera. A mí me costó mucho".
–Una pregunta más: ¿Cómo vivió la final de Viena desde el banquillo?
–Pasando mucho miedo. En el campo, en cambio, estás en tensión y apenas tienes nervios. La agresividad te impide sufrir.
Al posar con los futbolistas hinchables del entrenamiento, a petición de Benito Pajares, pregunta: "¿Se parecen a mí? Todos lo dicen". Los muñecos, inocentes, sonríen.
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