“Y ahora –gritó el director–, pasaremos a
reforzar la lección con un pequeño 'shock' eléctrico”
(Un mundo feliz, Aldous Huxley)
El mismo día en que el ministro de Justicia, Rafael Catalá, daba un nuevo puntapié en las nalgas de la prensa, proponiendo un trasunto de ley mordazapara "sancionar con firmeza" a los que filtren información que sea objeto de investigaciones judiciales, con el fin de proteger la "confidencialidad y la presunción de inocencia", ese mismo día, digo, se hacía público el testimonio del presidente de ACS y del Real Madrid, Florentino Pérez, ante el juez Eloy Velasco en el caso de la trama Púnica. Las declaraciones, descriptivas del carácter del personaje, apenas merecieron unas anotaciones a pie de página en los principales rotativos. Nada en las portadas. Absolutamente nada.
Esta actitud serviría de sinopsis para cualquiera de esos voluminosos informes que ayer se difundieron con motivo del Día Mundial de la Libertad de Prensa y que en los altos despachos de nuestro país emplean para calzar las mesas. Lo dijo hace un año Freedom House, una organización nada sospechosa financiada en un 80% por el Gobierno estadounidense: la independencia periodística en España pasa por su peor momento. De ello se hacía eco García-Abadillo en su carta de despedida como director de El Mundo.
Cosas veredes. Mientras el ministro de Justicia proponía cerrar la boca a los periodistas con un candado de los gordos, los diarios descartaban poner negro sobre blanco las vergüenzas del todopoderoso presidente del Real Madrid. Bien para sentarse en el palco del Bernabéu, bien para vender bufandas con los cupones del domingo, bien para asegurarse un hueco en el departamento de comunicación del equipo blanco. ¿Y la prensa? ¿Dónde está la prensa?
Los poderes fácticos no entienden que se filtren más informes que los que ellos quieren filtrar, que son los únicos susceptibles de publicación; no entienden que se hable de corrupción cuando la economía va a crecer en torno al 3% en los próximos ejercicios y se van a crear cientos de miles de puestos de trabajo; no entienden que se les critique cuando lo único que buscan es un mundo feliz donde reine la armonía y no haya hueco para la disensión. Como en las guarderías pavlovianas del libro de Aldoux Huxley, la prensa, dictaminan ellos, debería limitarse a salivar cada vez que escucha los mensajes oficiales y menear el brazo como los gatos de la fortuna chinos.
En este sentido, resulta ilustrativo el siguiente artículo de Ignacio de la Torre, profesor del IE Business School:
El audio de la declaración de Florentino Pérez dura cuarenta y siete minutos y veinticuatro segundos, casi lo mismo que un episodio de serie de televisión, y transmite una imagen inusual del presidente del Real Madrid, más agresivo y huraño que de costumbre. Con el habla trabada, se muestra especialmente nervioso y beligerante con el juez. El miércoles pasado, nada más colgarlo en la página de El Confidencial, el audio fue devorado por el tout Madrid como si se tratara del episodio piloto de House of Cards.
En la grabación, Florentino Pérez reconocía ante el magistrado de la Audiencia Nacional Eloy Velasco que había pagado 300.000 euros –en torno a 25.000 euros al mes durante un año– a Alejandro de Pedro Llorca, empresario valenciano actualmente en prisión, para cuidar de la imagen del Madrid en las redes sociales, donde el equipo cuenta con millones de seguidores.
Florentino Pérez (min. 1,30): “Me lo recomendó una persona que se llama Donato González, que trabaja en un banco importante y tiene relaciones con… Yo trabajo en ACS con él… Me dijo: yo conozco a una empresa que es muy experta en esto y que trabaja para empresas del Ibex… Y como es un mundo donde no hay grandes expertos…”.
F.P. (min. 3,38): “Es el mundo de las redes sociales, el mundo online… Aquí no hay expertos en casi ningún sitio (sic). Es un mundo nuevo y no es fácil”.
El juez Eloy Velasco (min. 12,04): “Nosotros pinchamos el teléfono a Alejandro de Pedro durante seis meses y salen cosas de él con usted, y él decía a terceros que tenía mucha relación con usted, que lo conocía. Incluso le llamaba en presencia de otros para impresionar”.
E.V. (min 25,19): “En alguna de las tres conversaciones que mantuvo con Alejandro de Pedro, o antes de que nosotros grabásemos, ¿le pidió dinero para el Partido Popular?”.
F.P.: “Me molesta mucho la pregunta. Yo tengo muchos años, tengo una empresa que tiene doscientos y pico mil trabajadores… La respuesta es no. Si me conociera usted, no se habría atrevido a hacerme esa pregunta. No hay sobres ni dinero. Ni en negro ni en blanco”.
F.P. (min.42,20): “Yo nunca he utilizado el despacho del Real Madrid. Mi despacho es ACS. Yo hago bastante con ayudar al Madrid. El equipo tiene sus ejecutivos. Yo no gano dinero allí. Mi vida es ACS. Es que me hace preguntas que no me gustan. Nunca en mi vida he sido vulnerable con nada y nadie”.
La grabación desnudaba a Florentino Pérez y le mostraba tal cual es, dueño de la verdad, y también bosquejaba con brocha gorda a toda esa corte de la que rodea al presidente blanco, ora en los desayunos del Ritz, ora en el palco. Esos nombres que han venido repartiéndose el pastel y que ahora, conforme llegan los nuevos tiempos, experimentan en sus carnes el final de una época.
Florentino Pérez, 68 años, número de socio 3018, ni bebe, ni fuma, ni tiene vicios conocidos. Viste sobrio y casi con desgana. Aunque le quieren hacer un traje con la Púnica, jamás lo elegiría El Corte Inglés como modelo. Rehúye los viajes, las relaciones públicas y las entrevistas. Tiene pocos amigos, pero no se le caen los anillos si tiene que dejarlos en evidencia ante el juez. No sabe de internet ni redes sociales. Sólo entiende del Real Madrid.
Dicen que Florentino no cree que el caso vaya a más pese a la “visible animadversión” del magistrado, que está tranquilo. Seguramente sea así. Yo, si fuera presidente del Real Madrid y por mi palco pasaran ministros, periodistasy hasta jueces del Supremo, también lo estaría.
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