domingo, 29 de mayo de 2016

Crónica del Madrid-Atleti...




El Madrid es un monstruo de las finales de la Copa de Europa. Por primera vez en su historia se jugó ganar una Champions League en la tanda penaltis, y le dio igual. Fue campeón otra vez, y otra vez contra el Atlético, otra vez hundiendo en el último instante al enemigo ciudadano, al mejor Atlético de todos los tiempos, que la tuvo otra vez en su mano, aunque nunca fuera por delante. Tuvo que ser Juanfran, el héroe ante el PSV, un excanterano del Real Madrid el que fallase su penalti. Y tuvo que ser Sergio Ramos, un dios en esto de ‘asesinar’ al Atlético, el que marcase y el que levantase esa Copa que era suya.
Vivimos en una época en la que todo futbolista se debe habituar a soportar una obligación constante de demostrar cosas, de enseñar lo que le ha hecho ser lo que es. Sea quien sea. Cada uno a su nivel y con sus diversos niveles de exigencia. El que soporta Bale es de otro mundo. Y con razón, sin duda. Esto es así porque es un jugador por el que Florentino se atrevió a pagar 100 millones de euros. Qué culpa tendrá él de ese desembolso. Y sin embargo, la presión no le puede. Jamás. No le pudo en su día cuando tuvo que correr como un correcaminos para marcar en la final de Copa ni para saltar más que nadie para adelantar al Madrid en Lisboa. Ni para ser el mejor del Madrid en Milán.


Ramos volvió a marcarle al Atlético en una final europea (Stefan Wermuth/Reuters)
Ramos volvió a marcarle al Atlético en una final europea (Stefan Wermuth/Reuters)

Omnipresente Bale

Jugó una primera media hora sobrecogedora, emocionante. Excelente, en una palabra. Hasta un animal sabía que Cristiano Ronaldo no estaba al 100%, como no se cansó de repetir Zidane, y cuando Cristiano tiene uno de esos días de bajón, de escueta contribución global, Bale se activa automáticamente, como si ese mal momento del portugués le activase un interruptor en su cerebro. Omnipresente para ofrecer al compañero la alternativa siempre más fiable para no perder el balón, ni siquiera con la presencia de un adversario en el cogote. Y nadie salta como él. Nadie. Ramos se enteró bien hoy.
Pero si el Madrid tenía el balón, era porque lo recuperaban Casemiro y Kroos. El Cholo rara vez miente. Quizá lo que puede hacer en ocasiones es no decir toda la verdad, todo lo que siente, y nadie le juzga por ello. Cuando mentó a Casemiro en cuatro ocasiones, lo hacía a sabiendas, estaba en conocimiento de la trascendencia de este chico que hace no mucho jugaba en el Castilla y que ahora es titular en una final de Champions. Es lo que se llama ‘caer de pie’. Al Madrid le faltaba una pieza para ser un equipo temible, y esa pieza tenía su nombre.
El partido de Casemiro no fue mejor que el de Gabi. Este señor de casi 33 años no debutará jamás con la selección española, pero la lógica dice que debería llevar al menos 50 internacionalidades. No hay demasiados futbolistas en este planeta que sepan en qué momento ir al suelo para robar un balón e inmediatamente después, romper la línea medular contraria con un simple toque de balón. Como meter dos bolas en la tronera de un solo golpe de palo.Gabi se merecía levantar la 'Orejona'. Se merece tantas cosas... Pero el fútbol no tiene ni idea de merecimientos. Sabe de si entra o no la pelota en la red. En el Atleti entró una vez. No sirvió.
Y pudo entrar varias veces. Era emocionante ver al Atleti jugar a lo que nunca hace, es decir, a embotellar al contrario, con una facilidad que parecía innata. Esto sucede porque el Atleti es una "puta barbaridad" (parafraseando a Guardiola) de equipo. Y no hay gran equipo que no esté formado por grandes jugadores. Y un gran jugador sabe jugar a lo que sea, sobre todo a jugar con la pelota. Desde Filipe hasta Juanfran circulaba el balón en apenas uno o dos toques, fresco, ligero, rápido, ágil. Todo funcionaba menos las ocasiones de gol. Keylor sufría porque sufre de por sí, porque siempre cree que el ser superior lo tiene en la mira. Pero no tuvo mucho que hacer. 


Bale fue el mejor del Real Madrid (Tony Gentile/Reuters)
Bale fue el mejor del Real Madrid (Tony Gentile/Reuters)
Al Atleti se le puso el escenario más desagradable posible. No solo por la obviedad de empezar perdiendo desde pronto, sino por su incapacidad consciente de no poder mandar en un partido. Pero era una prueba y al Cholo los retos le ponen a cien. “Si nos dan la pelota, jugaremos con la pelota”, dijo hace unos días. Y en este periódico hemos hablado muchas veces de lo que es capaz de hacer el Atleti con la posesión y que nunca se atreve a realizar. ¿Jugó mal el Atleti la final? Jugó de maravilla. Tuvo el balón y lo aprovechó. No es el Barça o el Bayern, no entiende el juego de posición como lo hacen ellos, pero sí tiene conceptos para atacar en estático y las herramientas para desarrollarlo.
Esas herramientas son, principalmente, Koke Griezmann. Son amigos, bromean entre ellos y, también por eso, se conocen en la cancha. Con Torresfijándose entre los centrales, Griezmann disponía de la libertad para bajar, abrirse, cerrarse, hacer lo que le diera la gana, básicamente. Y Koke tiene esa cualidad a veces desaprovechada de filtrar balones como si la defensa contraria fuera un colador. Así encontró el Atlético sus ocasiones de gol: remates de Griezmann desde media distancia entre líneas. Hasta que entró Yannick.


Carrasco metió al Atlético en el partido (Tony Gentile/Reuters)
Carrasco metió al Atlético en el partido (Tony Gentile/Reuters)

Carrasco, lo que necesitaba el Atlético

Era tan obvio que al Atleti le faltaba Carrasco que parecía insultante no haberse dado cuenta antes. El Cholo lo supo desde el principio, pero no iba a señalar directamente a Augusto como el responsable, que no lo era, en absoluto. Carrasco era todo lo que necesitaba el Atleti. Velocidad, desborde, agresividad ofensiva. Y si ya tiene gol, lo tiene todo. Simeone siempre dice que da igual el tiempo que juegues, pero que lo que juegues, sea al máximo. El belga no fue titular, pero se encontró con la oportunidad de su vida. Media parte de juego para cambiar la historia del Atlético de Madrid, algo que a él no le quitaba el sueño, pero sí a millones de rojiblancos hartos de perder.
Si el fútbol tiene algo de justicia, algún día, más cercano que lejano, le dará una Copa de Europa a Simeone. El mismo Cholo no cree en la justicia en el fútbol, porque no siempre gana el mejor, ni el que ha ganado a los mejores. El dolor del Cholo es sincero. Es el mismo que el de todo rojiblanco, el de alguien que quiere al club que representa y comprende igual que uno nacido en una tienda india lo que es ser el Atlético de Madrid, y lo que supone seguir sin ganar una Champions League después de tanto tiempo, de tantas oportunidades agarradas casi con las dos manos y que se resbalaron como mercurio entre los dedos.
Ese dolor hace al Cholo dudar de todo. De la vida, de sí mismo, de su futuro, de seguir en el Atlético. Y este Atlético, el que juega finales con normalidad y asiduidad, no se entiende sin Simeone. Sería otra cosa, peor probablemente. Ha impregnado tanto al equipo de sí mismo que supondría un colapso difícil de superar. “Tengo que pensar”. “Esta derrota me hace plantearme cosas”. No lo dijo, pero le dolió más esto que Lisboa. Y cuando dijo que le dolía especialmente por esa gente que ha pagado su entrada y que quería verles ganar, lo dice desde el corazón.

Cristiano resta en vez de sumar

El Madrid jugó con diez prácticamente todo el partido pese a que había diez vestidos de blanco y otro de negro. Se le dice a Cristiano que a veces no aparece en los grandes partidos, y el de Milán era el más grande. Para el Madrid, toda final de Champions es lo más grande. Y no apareció. Era él el que pedía el cambio a gritos sin hablar, no Benzema, ni mucho menos Kroos, que estaba sacando al Madrid de su modorra en la reanudación con frescura. Hay veces en las que un rey debe ceder el trono, asumir que no está para reinar. Cristiano es orgullo hecho persona, y eso mermó al Madrid durante muchísimo tiempo, un tiempo siempre precioso cuando hablamos de una Copa de Europa.
Sí pidió el cambio entre lágrimas Dani Carvajal, y de la manera más involuntaria posible, hundió al Madrid. Danilo, al contrario que Casemiro, ha nacido de nalgas en el Madrid. Le tocó el marrón de salir a jugar para cubrir a Carrasco, que le dejó en evidencia gravemente. Y lo hizo en el gol, el aspecto definitivo del juego. ¿Qué hacía en medio del área cuando debía estar pegado al culo de Carrasco? Es perdonable que el exjugador del Mónaco le superara en carrera y por desborde, pero no lo es que perdiese la marca. El Atleti ya tenía su ‘minuto 93’.


Ronaldo marcó el penalti decisivo (Kai Pfaffenbach/Reuters)
Ronaldo marcó el penalti decisivo (Kai Pfaffenbach/Reuters)
Porque parecía absolutamente imposible que no pasara lo mismo que en Lisboa, es decir, que se aprovechase de que la mitad de los jugadores del Madrid estaba cojeando, que tenían dentro de sí una motivación exacerbada después de lograr lo que se les había resistido durante todo el partido, empatar. Tenía que ganar. Si no en lo que quedaba de partido, en la prórroga. Tenía 40 minutos por delante para matar al Madrid. Pero como la Montaña con Oberyn en ‘Canción de Hielo y Fuego’, si no está muerto, todavía te puede matar.
Zidane se precipitó con los cambios y se equivocó con el sustituido. Simeone se los reservó para la prórroga, para sacar jugadores que pudieran acabar con el cadavérico Madrid. Y lo increíble de todo es que las ocasiones más claras en el tiempo extra las tuvo el Real Madrid. La tuvo Lucas, tapó OblakLa tuvo Bale, se la encontró Oblak. Ni una parada de mérito de Keylor Navas. Ni siquiera en el penalti de Griezmann (Torres, más rápido que Pepe, le ganó la acción y Clattenburg no dudó de pitar nada más empezar el segundo tiempo). Ni siquiera en la tanda.
Por primera vez en las catorce veces que el Madrid ha jugado una final de la Copa de Europa, se decidía en los penaltis. Nunca le hizo falta, para ganar o perder, llegar hasta el último extremo. Da igual. El Madrid es un maldito monstruo de las finales de su competición, sin comillas ni nada, porque lo es. Por algo tiene once Copas de Europa. Once, el dorsal de Bale, el mejor jugador del partido junto con Gabi y Casemiro. No lo fue Sergio Ramos, que marcó en fuera de juego y se le perdonó la roja. Eso quedará para la historia y el debate de bar. Pero Ramos tiene un aura incomprensible para un mortal para aparecer cuando debe. Se pensó tirar a lo Panenka, pero Oblak aguantaba hasta el final. Probó otra cosa. Incluso Cristiano cambió su rutina en los penaltis imporantes. No tiró a asegurar abajo a la derecha del portero, sino a mitad de la portería a la izquierda. Cambió su rumbo, pero continuó la historia blanca. Y el Madrid ¿qué? ¿Otra vez campeón de Europa? Sí.


Ficha técnica

1 - Real Madrid: Keylor Navas; Carvajal (Danilo, m.51), Pepe, Sergio Ramos, Marcelo; Casemiro, Kroos (Isco, m.72), Modric; Bale, Cristiano Ronaldo y Benzema (Lucas Vázquez, m.77).
1 - Atlético de Madrid: Oblak; Juanfran, Savic, Godín, Filipe (Lucas, m.109); Saúl, Gabi, Augusto (Carrasco, m.46), Koke (Thomas, m.116); Griezmann y Fernando Torres.
Goles: 1-0, m.15: Sergio Ramos. 1-1, m.79: Carrasco.
Penaltis: 1-0: Lucas Vázquez, gol. 1-1: Griezmann, gol. 2-1: Marcelo, gol. 2-2: Gabi, gol. 3-2: Bale, gol. 3-3: Saúl, gol. 4-3: Ramos, gol. 4-3, Juanfran, al poste. 5-3, Cristiano, gol.
Árbitro: Mark Clattenburg (Inglés). Amonestó a Carvajal (11), Keylor Navas (47), Casemiro (79), Ramos (90), Danilo (93) y Pepe (111), por el Real Madrid; y a Fernando Torres (60), Godín (66) y Gabi (90), por el Atlético.
Incidencias: final de la Liga de Campeones disputada en el estadio San Siro, lleno a rebosar, con 81.000 espectadores en las gradas. El Rey Felipe VI y Mariano Rajoy, presidente del Gobierno español, presenciaron el partido desde el palco.

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