Llegó la hora de Rafa Nadal en su territorio fetiche. Roland Garros espera el debut del nueve veces campeón del torneo frente a un jugador muy inferior. Sam Groth pasa por ser uno de los sacadores más amenazantes del circuito, pero no ha conseguido traducir esa virtud en triunfos de relieve que le permitan estar en zonas más altas del ranking mundial.
A esta cita llega Nadal en un buen momento de forma, reencontrándose con su mejor juego sobre la tierra batida en los últimos Masters 1000, doblegado únicamente por Novak Djokovic en Roma y por Andy Murray en Madrid. En Montecarlo consiguió reencontrarse con los títulos grandes ante Monfils y ahora es París la ciudad que espera con ganas esta versión recuperada del exnúmero uno del mundo, nuevamente considerado como una amenaza en el camino de Djokovic hacia un trofeo que el serbio nunca ha conquistado.
La posibilidad de una sorpresa en primera ronda como la que se produjo en el Open de Australia parece mucho más remota que en el pasado mes de enero, pues Verdasco llegaba en un buen momento de forma y contaba con la ventaja de conocer mucho más a Nadaltras miles de horas de entrenamiento compartidas. Groth es un tenista que está en las antípodas -geográfica y técnicamente- del balear, y además llega castigado por un nervio del cuello que le ha llevado a retirarse en recientes citas y podría ser una amenaza nuevamente en París, pues sus molestias no han remitido por completo.
Nadal no quiere confianzas y es consciente de que será muy difícil romper el servicio de Groth, que llegó a superar los 260 kilómetros por hora con su servicio y tiene el récord del mundo en esta especialidad. Es la única ventaja de la que dispone el australiano, pues la tierra batida beneficia sobremanera el juego del español, por mucho que las lluvias de estos últimos días hayan hecho que la pista esté bastante más pesada de lo habitual.
Groth y Nadal nunca se han enfrentado en torneos ATP, por lo que la del martes será la primera vez en los que ambos enfrenten sus estilos. El rendimiento del australiano en 2016, con sólo dos segundas rondas en el Open de Australia y el Masters 1000 de Miami llevan a la afición australiana a no tener muchas esperanzas en el número 100 del mundo y a volcarse mucho más en Nick Kyrgios, enfant terribleactual de la ATP, y Bernard Tomic, quien ya ha reconocido públicamente que “en tierra batida apesto”.
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