Delegación olímpica española en día del desfile inaugural en el Sena. / COE
Delegación olímpica española en día del desfile inaugural en el Sena. / COE En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí Una mirada a los fríos datos de la participación española tras acabar los Juegos Olímpicos de París nos lleva a ver que se han conseguido 18 medallas, lo que mejora en una el resultado de las dos últimas ediciones; que se han sumado 51 diplomas (puestos del cuarto al octavo) –nuestra mejor cifra en unos Juegos–; que se han obtenido cinco oros, el tercer mejor registro tras Barcelona 92 y Río 2016; y que se ha acabado en el puesto 15 del medallero, que es el que mismo que ocupamos entre los países con mayor Producto Interior Bruto del mundo, según el ranking del FMI. Si tenemos en cuenta estas cifras, se podría calificar el papel de España como aceptable, incluso positivo en algún aspecto. Sin embargo, la sensación mayoritaria entre los comentaristas deportivos y la sociedad española es de decepción y de oportunidad perdida. ¿A qué se debe? España llegaba a esta cita con la expectativa de poder superar la barrera mítica de las 22 medallas conseguidas en los Juegos de Barcelona 92, nuestra mejor marca en la historia del evento olímpico. De hecho, el presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco, se mostraba confiado antes del comienzo: “Estoy convencido de que superaremos el registro de las 22 medallas”. No fue el único. El periódico francés L’Equipe, una referencia internacional a nivel deportivo, otorgaba a España 32 medallas en su predicción antes de los Juegos. Y otra prestigiosa publicación, Sports Illustrated, dijo que España alcanzaría las 28 medallas. Al ver estos cálculos, es normal que haya desilusión entre el seguidor deportivo español. ¿Pero en qué se basaban estas cifras tan optimistas? ¿Eran exageradas? Esos pronósticos se basan en los resultados obtenidos por el país en el año previo a la disputa de los Juegos, tanto en campeonatos del Mundo como en Europeos de las distintas disciplinas olímpicas. Este ciclo que acababa de concluir había sido especialmente bueno para los deportistas españoles. De hecho, en el año 2023, se obtuvieron 63 medallas entre Mundiales (30) y torneos continentales (33), cuando el año anterior a Tokio fueron 41, y el previo a Río de Janeiro se quedaron en 34, la mitad. Si tenemos en cuenta que tanto en la cita de la capital nipona como en la de la ciudad brasileña se alcanzaron 17 metales, era lógico pensar que el número de podios olímpicos aumentara de forma exponencial. Además, el hecho de celebrarse en París, cerca de España, con horarios europeos, sin necesidad de aclimatación, con la ausencia de Rusia, y con una buena presencia de aficionados españoles en los recintos eran factores que jugaban a favor. ¿Qué ha pasado entonces para que no se hayan cumplido las expectativas? Dejando a un lado la mala suerte en algunos casos, como la grave lesión sufrida por Carolina Marín, y las medallas que se escaparon por unos centímetros o unas centésimas, parece evidente que ha habido unos cuantos deportistas que no han estado a la altura de las expectativas, a pesar del empeño puesto. Uno de los motivos puede estar en la presión extra que sienten al estar en el foco de todo un país durante unos días, una atención que no reciben habitualmente, y, sobre todo, al saber que se juegan la beca económica que les va a permitir seguir dedicándose al deporte al 100% en el siguiente año. Para acceder a ella es necesario quedar entre los ocho primeros, es decir, conseguir al menos un diploma olímpico. Los que logran medalla tienen asegurada recibirla durante dos años. La pregunta que hay que hacerse e si es positivo el sistema de premiar solo el resultado concreto de un deportista o debería haber otra fórmula en la que se garantizase una cantidad económica, más allá de un puesto específico en una prueba determinada, para que pueda tener más tranquilidad de cara a su preparación y su futuro. Habrá también quien se cuestione si España puede mantener con dinero público la carrera de los deportistas sin exigir a cambio unos resultados destacados. La participación de las empresas privadas en el Plan ADO para financiar la preparación de los deportistas ha ido decreciendo en los últimos ciclos olímpicos, hasta llegar a su mínimo tras la pandemia La participación de las empresas privadas en el Plan ADO para financiar la preparación de los deportistas ha ido decreciendo en los últimos ciclos olímpicos, hasta llegar a su mínimo tras la pandemia, lo que ha obligado al Gobierno a aumentar esa partida económica. Por eso, el Consejo Superior de Deportes lanzó el programa Team España Elite que garantizaba 48 millones de euros para ayudar a los potenciales medallistas entre 2022 y 2024, una cantidad que procedía de los derechos audiovisuales de LaLiga (el 2,5%). ¿Mucho o poco? Es cierto que el dinero destinado a los deportistas olímpicos ha sido mayor para estos Juegos que en pasadas ediciones, pero también, que sigue siendo inferior al de países de nuestro entorno. La comparación resulta inevitable para tener un elemento más de juicio a la hora de valorar los resultados obtenidos. Por delante de España han quedado potencias como Estados Unidos, China o Japón, con las que no tiene sentido hacer equiparaciones. Pero sí con países como Italia, que ha logrado 40 medallas, Corea del Sur, que ha obtenido 32, y, especialmente con Países Bajos, con 34 metales, y Australia, con 53, con los que no debería haber tanta distancia. Claro que una cosa es la teoría y otra la práctica. Por ejemplo, el presupuesto del Comité Olímpico Español (14,2 millones en 2024) es siete veces menor que el del Comité Olímpico Italiano (95,6). En 2023, el dinero destinado en España a las federaciones, entre las subvenciones ordinarias y el programa Team Elite, fue de 116 millones. En Italia se elevó hasta los 236 millones, el doble. Muchos deportistas españoles alaban la estabilidad laboral y económica que ofrece el sistema italiano, que facilita que sus olímpicos puedan ingresar en la policía o el ejército con un contrato de cuatro años, reciban formación y la opción de entrenar en instalaciones militares. Además, una vez acabada su trayectoria deportiva pueden seguir en el cuerpo o convertirse en entrenadores o trabajadores de las instalaciones deportivas. París 2024 deja también un debate recurrente en el olimpismo español. ¿Hay que apostar por la calidad o por la cantidad? España ha presentado la segunda delegación más numerosa de su historia, favorecida por el alto número de deportes de equipo, con 382 deportistas, lo que amplía el abanico de posibilidades, pero también de decepciones. Se apuesta por la diversidad, pero luego pasamos prácticamente inadvertidos en deportes individuales que reparten muchas medallas, como puede ser la natación. Otros países se centran en un número menor de disciplinas, pero en las que tienen bastantes opciones de lograr medalla. Reino Unido, Países Bajos o Nueva Zelanda, por poner tres ejemplos, han ido a París con una delegación más pequeña que la de España, han competido en menos pruebas y han conseguido mejores resultados. Es cierto que los 51 diplomas españoles, con nueve cuartos puestos, son una base estimulante desde la que crecer, pero queda, quizá, lo más difícil. Dar el salto al podio. Y para ello, además de buscar la estabilidad económica de los deportistas y de conseguir la mayor financiación posible buscando que sea eficiente, volviendo a atraer a la inversión privada, hay que tener claro un proyecto estable y a medio plazo por el que apostar, algo que no ayuda a conseguir el hecho de haber tenido cinco presidentes del Consejo Superior de Deportes en los últimos seis años, tres en este último ciclo olímpico. La última pata de la silla sería la de hacer crecer la cultura polideportiva en nuestro país. Acabados los Juegos, la mayoría de los deportes y los deportistas volverán a ser invisibles hasta dentro de cuatro años, tanto para los medios como para la gran mayoría de aficionados. Los mismos que competirán en Los Ángeles 2028 y volverán a ser juzgados. Parece que cuatro años son muchos. Pero las medallas del mañana se empiezan a ganar desde ya. Autor > Ricardo Uribarri Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid. Ver más artículos @ricardouribarr1 Suscríbete a CTXT Orgullosas de llegar tarde a las últimas noticias Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad. ¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí
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