viernes, 14 de noviembre de 2008

Que sean mínimos pero claros.

Las expectativas de la reunión del G 20., me parecen exacerbadas. Me conformaría con la firma por todos, del control regulatorio

de los nuevos productos financieros.,

CUMBRE DEL G-20
La disparidad de las expectativas en el G-20 puede restar brillo a la reunión
Francia quiere impulsar la creación de un nuevo marco regulatorio

La disparidad de expectativas de los países que conforman el G-20 ante la cumbre del sábado en Washington sobre la crisis financiera mundial hace crecer el temor a que no se logren adoptar decisiones vinculantes.

Los europeos han dejado claro que viajan a la capital de Estados Unidos con la intención de impulsar amplios cambios en el sistema financiero internacional y regulaciones más estrictas para la banca.
El presidente saliente de Estados Unidos, George W. Bush, a quien le quedan sólo dos meses de mandato, ha alertado, mientras tanto, que resulta poco probable que la cumbre adopte importantes decisiones que sean vinculantes.
A eso se suma el hecho de que el presidente electo de EEUU, Barack Obama, no estará presente en la cumbre, lo que podría hacer que muchos líderes se muestren reacios a alcanzar acuerdos con una administración que tiene los días contados.
Obama anunció hoy que será representado en la cumbre por la ex secretaria de Estado demócrata Madeleine Albright y el ex legislador republicano Jim Leach.
La reunión ministerial del G20 celebrada el pasado fin de semana en Sao Paulo (Brasil) parece un buen adelanto de lo que se avecina.
Sarkozy quiere liderar la renovación del sistema financiero
Francia, que ocupa la presidencia rotatoria de la Unión Europea (UE), capitanea el esfuerzo a favor de nuevas regulaciones y una mayor supervisión de los mercados financieros.
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, y otros líderes europeos quieren también poner en marcha un sistema que permita detectar con antelación posibles desequilibrios en los mercados financieros.
EEUU, Gran Bretaña, Canadá y Australia temen, por su parte, que un exceso de celo regulador estrangule el libre mercado y frene las expectativas de crecimiento futuro.
"Vemos una fricción entre el capitalismo anglosajón por un lado y el capitalismo a la europea por otro", dijo la ministra de Economía francesa, Christine Lagarde, en declaraciones el domingo a la prensa durante la reunión del G20.
Esas y otras opiniones dispares, como el papel del Fondo Monetario Internacional (FMI), son un buen reflejo del complejo abanico de intereses dispares que coincidirán este fin de semana sobre la mesa de negociaciones en Washington.
El propio director gerente del FMI, el francés Dominique Strauss-Kahn, trató de reducir las expectativas en declaraciones recientes al afirmar que resulta poco probable que la cumbre acuerde un cambio radical en la forma de gobernar la economía global.
El propio director gerente del FMI reconoció en una carta enviada a los miembros del G-20 la preocupación en los mercados sobre el nivel de recursos de la entidad.
Por ello, pidió que en la cumbre de esta semana los jefes de Estado se comprometan a dar más fondos al FMI o a poner dinero sobre la mesa de forma bilateral cuando la entidad firme un programa de crédito con un país.
Bretton Woods II
La coincidencia de la cumbre con la peor crisis financiera de los últimos 80 años ha servido para que algunos hayan acuñado ya este encuentro como "Bretton Woods II", en referencia a la reunión en esa localidad de Nuevo Hampshire en 1944 en la que los países aliados en la II Guerra Mundial crearon el FMI y el Banco Mundial.
Dominique Strauss-Kahn declaró la semana pasada en una entrevista con el diario "Financial Times" que las cosas no van a cambiar de la noche a la mañana, y recordó que fueron necesarios dos años para preparar la conferencia de Bretton Woods.
"Las palabras suenan bien, pero no vamos a crear un nuevo tratado internacional", insistió Strauss-Kahn.
En su opinión, lo máximo a lo que puede aspirar la conferencia es a poner en marcha grupos de trabajo para futuros acuerdos que podrían alcanzarse en un plazo aproximado de seis meses.
En lo que sí parece haber acuerdo es en que existe un ambiente más proclive a la regulación tras años en los que se permitió al libre mercado campar a sus anchas.
Además, y pese a que la posibilidad de que haya un progreso real parecen escasas, nadie duda de que los reunidos afrontan un delicado ejercicio diplomático y que tendrán que andar con pies de plomo para no volver a desatar el pánico en los mercados globales.
El G20 está integrado por la UE, el G7 (EEUU, Canadá, Japón, Alemania, Reino Unido, Italia y Francia), Argentina, Australia, Brasil, China, Corea del Sur, India, Indonesia, México, Arabia Saudí, Suráfrica, Turquía y Rusia.

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