miércoles, 2 de septiembre de 2009

Manualillos para una crísis ( 1 )

Debe de ser leído, fuerte pero....

Siete días del informe que conmocinó al sistema financiero español

@S. McCoy - 02/09/2009

Artículo por aclamación popular. Y eso que es de un tema viejo, prehistórico, si nos atenemos a la nueva escala de tiempo que Internet ha aportado al mundo de la información, donde nada hay tan antiguo ya como el telediario de esta noche. Hace diez días los medios de comunicación españoles se hicieron eco de un informe publicado por una pequeña casa de análisis, Variant Perception, que, bajo el título, Spain: The Hole in Europe´s Balance Sheet, augura un futuro a la japonesa para el sistema bancario español. La redifusión que del mismo ha hecho John Mauldin en su Outside the Box de esta semana lo ha vuelto a convertir en centro de atención de muchos inversores a nivel internacional.
Antes de entrar en su contenido es importante responder a alguna de las clásicas preguntas que todo Manual de Periodismo aconseja afrontar ante la aparición de un elemento noticiable. ¿Quién? Interesante que nadie se haya hecho esta pregunta. Podría ser que la firma fuera el equivalente a un chiringuito financiero de poca monta. Pero no. Variant es la boutique de Michael Steinhardt, un tipo que logró dar retornos netos cercanos al 25% a su cartera durante cerca de 30 años como gestor actuando como contrarian, esto es: tomando posiciones en sentido opuesto al del sentir generalizado del mercado. Merece por tanto la pena escucharle.
¿Cómo? El autor sigue la máxima de simplificad lo complicado, no compliquéis lo sencillo a la hora de elaborar su análisis. Así sus fuentes son los datos oficiales junto con las interpretaciones que de los mismos da tanto la prensa nacional como internacional, algún insider sectorial y poco más. Todo lo que no se puede explicar en unos cuantos charts, no merece la pena ser explicado, concluye en la página 2. Y es verdad. El resultado es una agregación de noticias deslavazadas que, puestas en consonancia, conducen a sus terribles conclusiones sobre nuestro país que tanto revuelo han causado en el mundo inversor internacional. Un resultado apocalíptico pero que no deja de ser un escenario potencial y, por tanto, factible para el que mejor estar preparados.
Varios elementos en un informe ligerito en el continente, terrible en el contenido, que, en realidad, se podrían resumir en uno: o España se toma en serio su proceso de desapalancamiento, o está condenada a un periodo muy largo de travesía en el desierto. Y ese proceso de reducción de deuda hace referencia tanto al sector privado de la economía como al Estado. ¿Eso qué significa? Primero, diagnóstico adecuado: reconocer la situación lo que necesariamente ha de venir acompañado de una mayor transparencia; segundo, establecimiento de una hoja de ruta para sanar al enfermo con el menor sufrimiento colectivo posible.

La difícil situación de la banca doméstica.
¿Cómo se come esa comparativa tan manida? Por lo que respecta a familias y empresas actuando sobre la banca que es, en definitiva, el instrumento a través del cual se canaliza su financiación. Es imposible construir crédito bueno sobre crédito malo tan abundante como el que existe en la actualidad. Hay que limpiar por tanto el gallinero, adecuando la realidad de los préstamos al valor de las garantías y no haciendo de la patada a seguir a la espera de que escampe la estrategia de renovación de pólizas en vigor más que dudosas. De lo contrario es la Crónica de una Muerte Anunciada. (Aquí una precisión: comparto la necesidad de discriminar entre BBVA y Santander y el resto de las entidades fundamentalmente domésticas que realiza Felix Salmon en su Blog de Reuters, Spain crumbles).

Es verdad que los bancos españoles están teniendo unos resultados más que aceptables. No es de extrañar cuando, del resultado de la política mencionada en el párrafo anterior, aumentan ingresos a través de los mayores diferenciales y de las comisiones para el mismo riesgo de balance. Pero eso es pan para hoy y hambre para mañana, porque si, como consecuencia de la falta de financiación al sistema, la actividad productiva no rebota, el resultado es una deflación que no hace sino incrementar aún más el peso de la carga financiera de los agentes económicos. El principal de la deuda se hace más oneroso para sus titulares con el paso del tiempo, en términos reales, cuando los precios caen. Y en consecuencia el riesgo de impago crece.

Y el enorme peso de la deuda externa.

España, además, tiene una elevada posición deudora en el espectro internacional, realidad que se está corrigiendo de forma acelerada en los últimos meses a través de un doloroso proceso de contracción económica que ha provocado un descenso importante en el valor de nuestras importaciones. Ante la ausencia de política monetaria (tipos de interés más elevados) y/o de cambio (devaluación de la moneda) el ajuste se está produciendo de la única manera posible, mediante una caída sustancial de los salarios reales por la vía de un aumento sin paragón del desempleo.
Sin embargo, frente a ese proceso natural, el empeño de la Administración del Estado de sustituir deuda privada del sistema por deuda pública, cuyos intereses hay que repagar y cuyo principal hay que devolver, sitúan a nuestro país en una situación más que complicada ya que el único resorte para atraer capitales es a través de una espiral de aumento de la rentabilidad ofertada a los inversores que, a su vez, tiene un coste para las Arcas Públicas. Si tal ejercicio de reemplazo no tiene como finalidad última reactivar la economía, al final lo único que se habrá conseguido es posponer lo inevitable: una revisión a fondo del Estado del Bienestar que ponga patas arriba el modelo actualmente en vigor. ¿Tomará el Gobierno conciencia de lo que está en juego o seguirá jugando a las Presidencias Comunitarias?
Concluyo con tres citas del informe que se localizan, respectivamente a su inicio, España es un desastre a punto de ocurrir (página 2); un poco más allá de la mitad, Cuando ocurra, será sin avisar (página 9); y en la conclusión de la página 12: Afirmar que en España ha pasado lo peor va contra el sentido común. Creemos que los políticos españoles y los inversores internacionales yerran por mucho en su juicio sobre el país. Las circunstancias les obligarán a cambiar de opinión. Cuando todo haya pasado, se verá cómo España era en sí un gigantesco subprime cuyos resultados bancarios fueran buenos, hasta que dejaron de serlo. Un estallido repentino típico de las burbujas, por otra parte, del que no

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