La Garnacha, del pasado al futuro en unos.....pasos !
¿Vuelve la garnacha?
Amaya Cervera
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Parece que los elaboradores miran con nuevos ojos hacia esta variedad, incluso en aquellos lugares en los que ha estado más desprestigiada. Pero, eso sí, el acercamiento tiene que ver más con la calidad que con la cantidad.
Garnacha vieja de Campo de Borja.
Casi podría decirse que el interés por la garnacha crece a medida que va perdiendo protagonismo en el viñedo español. Y es que ha pasado de ser de largo la uva tinta más abundante de España a ocupar un modesto tercer puesto.
La interesante recopilación de datos oficiales realizada por el equipo del investigador Félix Cabello de la Finca El Encín, en Madrid, muestra la caída en picado que ha experimentado la garnacha desde principios de los años noventa coincidiendo con el inicio de la gran revolución experimentada por el sector vinícola español.
De las 160.000 hectáreas que ocupaba en 1990, se pasó a poco más de 105.000 en 1999 y a unas 75.000 en 2007. Esto supone una importante pérdida de representatividad en el viñedo español: del 12,7% del total plantado al 6,8%.
Esta historia decreciente tiene su contrapartida en el imparable ascenso de la tempranillo que saltó de casi 46.000 hectáreas en 1990 a 105.00 en 1999 y a unas 213.000 en 2007; esto es, pasó de representar un 3,4% de la superficie total de nuestro viñedo a copar el 19,5%. No consiguió duplicar su presencia en la década de los noventa, pero casi la triplica entre 1999 y 2007, último año del que se han contabilizado datos. No se extrañen de que en la mayor parte de lo que llega a su copa mande la tempranillo.
Si alguien siente curiosidad por saber qué uva queda entre medias, quizá se sorprenda de descubrir la gran presencia que tiene la bobal en el viñedo español con 85.124 hectáreas contabilizadas en 2007 y menos sobresaltos estadísticos respecto a 1999 cuando ocupaba 105.000 hectáreas de viñedo.
Señas de identidad
Probablemente, la garnacha sea una de las variedades que más se ha beneficiado de la entrada de tecnología en las bodegas. Debido a su tendencia oxidativa, los equipos de frío y el control de temperatura han permitido realizar elaboraciones mucho más efectivas, capaces de resaltar su carácter frutal y fragante (a menudo con agradables notas florales) y de dar mayor limpieza y relieve a los aromas.
Las buenas maduraciones que alcanza en nuestro clima permiten elaborar vinos con bastante color y bocas de especial sabrosidad, con una dulzura y carnosidad características.
Si la cara más popular de la garnacha tiene forma de rosado (con abundantes elaboraciones procedentes de Navarra, Aragón y Méntrida, pero también de Rioja y Castilla-La Mancha), el Priorat (en Tarragona), donde juega un importante papel en el ensamblaje pero rara vez es protagonista absoluta en la botella, le dio su gran aura de calidad. La viticultura extrema de esta región también llamó la atención sobre la importancia cualitativa de factores como los suelos, los rendimientos y la edad de las cepas.
Campo de Borja y el Moncayo, un paisaje de garnacha.
Hoy los mejores ejemplos elaborados con esta uva rivalizan con la tempranillo en calidad –e incluso en precio–. La garnacha fue la única variedad que rompió el dominio habitual de la primera en el palmarés de “tres lacres” de La Guía Todovino 2010. Junto a riojas y tintos de Castilla y León apoyados en la tempranillo, destacaban dos monovarietales de garnacha (Áquilon 2007, de Campo de Borja, y Les Manyes 2007 de Priorat) y un tercer tinto, el Clos Mogador 2007 del Priorat que incluye un 40% de garnacha en su ensamblaje.
Los tintos más estelares de garnacha se explican, como ocurre con casi todos los grandes vinos, por la características singulares y excepcionales de los viñedos de los que proceden y los precios suelen ser acordes con la escasez de botellas y el carácter distintivo que son capaces de ofrecer en la botella.
La buena noticia es que el mercado ofrece numerosos ejemplos de muy buena relación calidad-precio, a menudo tintos inmediatos, muy frutales, con bocas llenas y maduras que ofrecen un contrapunto más que interesante frente a la corriente mayoritaria de tempranillo. ¿En qué lugares hay que buscar para encontrar ejemplos de uno y otro tipo?
Los paisajes de la garnacha
Aragón. En la comunidad autónoma hay algo más de 21.000 hectáreas de garnacha. Nada que ver con las casi 68.000 hectáreas registradas en 1990. Pese a su retroceso dentro de un viñedo que ha perdido más de 10.000 hectáreas en ese mismo periodo, es el lugar de España donde se encuentra mayor número de tintos monovarietales de esta uva, repartidos entre las denominaciones de Cariñena, Campo de Borja (cuyo lema comunicativo es “el imperio de la garnacha”) y Calatayud. Las dos últimas ofrecen los tintos de mayor nivel cualitativo y cuentan con un importante patrimonio de viñedos viejos que constituyen toda una joya enológica y que, por suerte, no van únicamente a los vinos de precios elevados. Bodegas como Ateca en Calatayud y Borsao, Alto Moncayo, Aragonesas, Pagos del Moncayo o Crianzas y Bodegas Santo Cristo en Campo de Borja ofrecen tintos con gran personalidad varietal de garancha en distintas gamas de precios. La nota exótica la pone Secastilla, un proyecto de la bodega de Somontano Viñas del Vero para recuperar viejos viñedos de la variedad en un área más cercana a los Pirineos.
Navarra. Probablemente, el lugar que, proporcionalmente, ha sufrido la mayor debacle en el cultivo de la variedad: de 24.000 hectáreas en 1990 a poco más de 5.000. Es la consecuencia clara de la apuesta por las variedades foráneas y la necesidad de forjarse una imagen de tintos de calidad más allá de los rosados que dieron fama a la región. Hoy Navarra reflexiona sobre cuál es su verdadera identidad y una consecuencia lógica de ello es la búsqueda de nuevos ensamblajes entre uvas foráneas y autóctonas y algo más de atención a las posibilidades de la garnacha. Paradójicamente la primera garnacha con entidad que se elaboró en la zona, Santa Cruz de Artazu, fue iniciativa de una bodega riojana (Artadi). El trabajo con esta variedad en elaboraciones top sigue siendo una asignatura pendiente en la zona.
Castilla-La Mancha. Quedan más de 23.000 hectáreas de garnacha repartidas por el mayor viñedo de España de las casi 68.000 registradas en 1990. La denominación de origen más íntimamente asociada a la variedad es Méntrida, que cuenta en la actualidad con algo más de 8.000 hectáreas. Zona de gran peso cooperativista, el producto tradicional de la zona ha sido el rosado, aunque en los últimos años han surgido nuevos proyectos con personalidad que apuestan por recuperar la variedad local en solitario o junto a la foránea syrah. Canopy, con etiquetas como Tres Patas, y más recientemente La Viña Escondida, su primer 100% garancha, es un buen ejemplo en este sentido.
Garnacha del Priorat.
Madrid. En la actualidad la garnacha ocupa cerca de 7.000 hectáreas en toda la comunidad madrileña frente a las poco más de 12.800 que llegó a tener en su día. La subzona de San Martín de Valdeiglesias, con un relieve algo más accidentado, es el área tradicional de la garnacha. Cuenta con un buen patrimonio de viñedos viejos y suelos graníticos y pizarrosos que aportan un carácter indudable a la variedad. El grupo Enate acaba de hacerse con Viñedos de Sanmartín y se ha estrenado con un tinto de buena relación calidad-precio, Las Moradas de San Martín Initio. Mientras, el inquieto enólogo del Bierzo, Raúl Pérez, es el asesor estrella de Bodegas Bernabeleva.
Cebreros. Algo más al norte, pero ya en la provincia de Ávila, estamos ante una región sin denominación de origen pero dilatada tradición vitícola y otro de los paraísos (quizás de los más olvidados) de la garnacha salvo por la mediática presencia del ex-corredor de rallies Carlos Sainz en un proyecto conjunto con Telmo Rodríguez. El Pegaso que sale de su bodega Viñas Viejas de Cebreros es el proyecto más conocido de esta zona junto con Pagos Galayos, bodega situada en Navaluenga.
Cataluña. Cuenta con algo más de 3.700 hectáreas de garnacha frente a las poco más de 5.000 que figuraban en el registro de 1990. Las más famosas por calidad se sitúan en las denominaciones de Priorat (aquí hay casi 700 hectáreas acogidas) y Montsant, pero también se cultiva en el resto de denominaciones catalanas y la asociación garnacha-cariñena ha sido muy habitual en la mayoría de estas regiones, en la actualidad con participación muy habitual de uvas foráneas, sobre todo syrah, cabernet y merlot. En general, los monovarietales de esta uva en Cataluña constituyen más bien la excepción. El más famoso, sin duda, es el mítico tinto de Álvaro Palacios L’Ermita (Priorat) que con el tiempo ha ido despojándose de pequeños aportes de uvas foráneas para convertirse en un 100% garnacha.
Rioja. En la actualidad hay algo más de 6.000 hectáreas de garnacha acogidas a la denominación de origen calificada frente a las más de 14.000 que existían en 1990 con la mayor parte del cultivo concentrado en la subzona de Rioja Baja. Su tratamiento ha sido siempre como uva de ensamblaje, lo mismo que las mazuelo y graciano, ocupando un mayor o menor protagonismo en la mezcla dependiendo de la filosofía de cada elaborador. En las bodegas históricas, en las que era habitual tener un tinto “estilo burdeos” y otro “estilo borgoña”, la garnacha tenía una participación relativamente alta en los del segundo tipo (en torno a un 20-15% en Viña Ardanza y Viña Bosconia, por ejemplo). Hoy, probablemente, la firma más comprometida con la variedad en Rioja sea Bodegas Palacios Remondo, que incluye porcentajes del 50-60% en toda su gama de tintos (La Vendimia, La Montesa, Propiedad) con el objetivo de reflejar el carácter específico de la zona en la que se encuentran: Alfaro (Rioja Baja).
Sin embargo, la curiosidad de algunos elaboradores ha llevado al lanzamiento de diversos monovarietales de garnacha, la mayoría de las veces con producciones limitadas y procedentes de lugares muy específicos. Es el caso, por ejemplo, de las rarezas Pagos del Camino, de Bodegas Bretón, Finca La Emperatriz Garnacha Cepas Viejas procedente de una zona muy septentrional de la denominación en Baños de Ebro, o Valserrano Garnacha de Villabuena (Rioja Alavesa), otra zona de muy poca presencia para la variedad y que, según la propia bodega, sólo da su mejor calidad en años de clima muy benigno.
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