Fue mi colega Graciano García el inventor de los Premios Príncipe de Asturias -22 ediciones los contemplan- que pusieron al Principado en el mapa y de paso ayudaron a relanzar al heredero de la Corona. En realidad, es en esta ocasión donde Don Felipe ha tenido la ocasión de presentarse en sociedad y pronunciar la principal pieza político/social cada año.
Tras la marcha de Chano todo el relato de este acontecer conduce a la fatalidad. Ya se sabe que todo se hereda menos el talento. El asturiano solía plantar cara a La Zarzuela cuando desde esa instancia se pretendía cometer algún dislate, pero tras su marcha la nueva dirección es un mal remedo, en plan alfombra, de la muchachada que dirige el palacio de Somontes.
Los principales creadores de opinión ya ni siquiera muestran interés por acudir; todo un dato. Algunos de los premiados en la esfera internacional ni siquiera se quitan el chándal para llegar hasta el hotel Reconquista. Y los patronos, que son al fin y al cabo los que sueltan la panoja, muestran un desapego perfectamente descriptible. Algunos de ellos, ha sido el caso de Iberdrola, sólo mandan a sus cuates si antes se les garantiza algún 'gesto' especial de los Príncipes, que generalmente son aceptados. Me recuerda aquel detalle que el Rey Juan Carlos tuvo que tener con el inexportable entonces presidente de la República Francesa, Valery Giscard d´Estaing para que asistiera a su coronación una vez que el viejo general yacía en su ataúd.
¡Quien paga manda!
Me informan de que en la actualidad son 120 los paganos de los premios que ya sólo retransmite en directo la radiotelevisión estatal pública. Desde el Santander de Emilio Botín al BBVA de Paco González pasando por la Acciona de José Manuel Entrecanales.
Tampoco hay que rasgarse el teleprontter, ese que dejó varado el discurso de Felipe, porque todo lo humano tiene concepción, nacimiento, desarrollo, cénit y ocaso.
En este último estadio es donde parece encontrarse el evento asturianín que antes mantenía embobadas a todas la madres de España

Graciano Palomo-El Confi.