Asturias es diferente en política
La comunidad autónoma es la única de las 13 que celebraron elecciones en mayo que llega a una investidura con tres candidatos y sin acuerdos previos entre los partidos
DOMINGO 28 DE JUNIO DE 2015
Asturias va a ser diferente la próxima semana. A medida que se consumen las investiduras de los nuevos presidentes autonómicos, quedará clara la excepcionalidad de la política regional. De las 13 comunidades autónomas que celebraron elecciones autonómicas en mayo –14 si se toma en cuenta también a Andalucía, que fue a las urnas dos meses antes— el Principado se confirmará como la única donde el nuevo jefe del Gobierno, a falta de una mayoría absoluta, no llega al cargo con el respaldo de un pacto que le permita reunir el apoyo de más de la mitad de su parlamento. En la Junta General, el debate empezará el martes y puede llegar a su fin el viernes con Javier Fernández reelegido sin más apoyo que el de los 14 diputados del PSOE, la minoría más numerosa en una cámara con 45 escaños.
Para explicar cómo se ha llegado a este punto en que las apelaciones al consenso en un parlamento tan dividido no tienen ningún efecto, la primera parada ha de ser el marco legal. Las normas autonómicas sobre el debate de investidura parecen redactadas bajo el temor a un vacío prolongado de poder y privilegian la elección del presidente. Los diputados no pueden negar su apoyo a ningún candidato. Sus únicas opciones son respaldar a alguno o abstenerse. Además, la mayoría absoluta solo es necesaria para conseguir la investidura en la primera votación. Si nadie la consigue, en los siguientes plenos basta con conseguir ser el más votado. De esa manera, 14 votos pueden bastar si no hay una alianza de otros partidos para impulsar una alternativa con más fuerza.
Todo indica que no la habrá. Aunque en el mes que ha transcurrido desde la jornada electoral se han visto las tradicionales fotos que atestiguan las reuniones entre partidos para analizar en común el nuevo escenario político, esos contactos han tenido efectos muy escasos. Sobre todo, han servido para dejar constancia de que las malas relaciones entre algunos partidos amenazan con bloquear la Junta General en los momentos más significativos de la próxima legislatura.
A derecha e izquierda
Y esa falta de entendimiento lleva a otro punto en el que Asturias es diferente del resto de las comunidades autónomas. Podemos ha decidido dar su apoyo al PSOE en Extremadura y Castilla-La Mancha y su apoyo también es decisivo en Aragón y Cantabria. Ciudadanos se ha entendido con el PP en Madrid, Murcia o La Rioja. Pero en el Principado ningún partido ha roto las barreras que lo separan de los demás.
Para Podemos, cuya nula sintonía con la Federación Socialista Asturiana (FSA), a la que reprocha su falta de contundencia ante la corrupción, es evidente, la comunidad es diferente a las otras en las que sus compañeros sí han apoyado a los candidatos del PSOE en un punto crucial. El PSOE es el partido que, salvo por los paréntesis de Sergio Marqués y el muy breve gobierno de Francisco Álvarez-Cascos, ha gobernado el Principado en toda la etapa autonómica y forma parte del entramado de intereses y clientelismo que quiere desmantelar. Incluso niega su pertenencia a la izquierda. La dirección socialista, por su parte, tampoco oculta su desdén por el discurso del nuevo partido.
Para desesperación de Izquierda Unida, cuyas bases han ratificado este sábado en una votación interna el recurso a la abstención en la investidura, las conversaciones en la izquierda han sido superficiales y en ningún momento se han centrado en intentar cerrar el programa común de progreso que la coalición reclamaba para dar su apoyo a Fernández o al candidato de Podemos, Emilio León, que también pedirá a los diputados su apoyo para ser presidente.
El PP busca socio
La derecha también tendrá una alternativa en la investidura, la de Mercedes Fernández. La dirigente del PP anunció la misma noche electoral, con el escrutinio aún abierto, que se presentaría como opción en el debate. Desde entonces, sin embargo, no ha conseguido añadir ni un solo voto a los de los 11 diputados de su grupo. Por cercanía ideológica, su aliado más plausible es Foro Asturias, pero las rencilla personales destapadas por Francisco Álvarez-Cascos siguen muy presentes en la relación entre ambos partidos. Además, a los foristas se les presenta un problema de coherencia para sumarse al bando de Fernández. Desde 2011, el discurso público de sus dirigentes se ha dirigido a criticar la gestión de Mariano Rajoy por discriminatoria y ruinosa para Asturias. Sería toda una pirueta que de repente apoyaran al PP. Sin garantías de éxito, además, porque la unión de populares y casquistas permitiría un empate con el PSOE y, como máximo, en la hipótesis de un bloqueo inamovible, la repetición de las elecciones dentro de dos meses. La pregunta es si Cascos y Cristina Coto se plantearán siquiera llevar a los suyos a esa situación.
Más fuerza tendría el PP si lograra atraerse a los tres representantes de Ciudadanos, pero las últimas semanas no han dejado ni un solo indicio de cercanía entre ambos partidos. En cambio, los recién llegados a la cámara sí han cerrado un acuerdo con el PSOE para acceder a un puesto en la Mesa de la Junta General y mantenido varias reuniones en buenos términos con los socialistas. Javier Fernández, en realidad, estaría cómodo con una legislatura en la que contara con los apoyos de IU y Ciudadanos, una reedición puesta al día de su entente de 2012 con la coalición y con UPyD, pero hay otra diferencia de calado con el mapa político de hace tres años. Entonces, ese tripartito sumaba 23 diputados y garantizaba una mayoría de control del Parlamento. Ahora suma 22 y puede ser superada en las votaciones. Ciudadanos, además, puede escudarse en el pequeño tamaño de su grupo para no tomar partido y no marcarse antes de tiempo.
Salvo sorpresas muy improbables por las extravagantes combinaciones que requieren, Fernández camina hacia su reelección en minoría. Gaspar Llamazares le ha lanzado avisos para que recuerde que, en esa posición, difícilmente va a poder aprobar los presupuestos y otras herramientas básicas para la gestión de la comunidad autónoma. El PP, que apoyó al PSOE en la segunda mitad de la legislatura pasada, difícilmente va a hacerlo ahora, a pocos meses de unas elecciones generales a las que Rajoy ha decidido presentarse como salvaguardia contra todos los radicalismos, incluido el de Pedro Sánchez al autorizar pactos con Podemos donde han sido posibles. En realidad, lo único que parece capaz de romper las consideraciones tácticas son esas elecciones. Una vez superadas, la política entrará en un periodo más calmado. Quizá entonces sean más factibles los acuerdos.
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