No se preocupen, Mr. Market se equivoca
Pepe Díaz Vallejo
Con la de disgustos que está dando el Ibex-35, ¿quedan razones para seguir buscando valor en el mercado español?
Hace más de setenta años, Ben Graham, padre de la filosofía valor de inversiones, explicó con su parábola de Mr. Market cómo los inversores podríamos beneficiarnos de los vaivenes caprichosos de los mercados. Graham nos invita a imaginar al mercado como un socio de personalidad inestable, bautizado como Mr. Market, a quien podríamos vender o comprar diariamente la empresa en la que los dos participamos. En los días en los que Mr. Market se levante eufórico, seremos capaces de venderle el negocio a precios altos, muy superiores a su valor real. Por su parte, cuando Mr. Market se levante deprimido, podremos comprarle su parte del negocio a precios muy por debajo de su verdadero valor. Aprovechar los caprichos del mercado para comprar barato y vender caro es la esencia de la filosofía valor.
Cuando Graham trata con Mr. Market tiene dos ventajas. La primera es que sabe que el mercado es un animal predecible y emocional. En optimismo siempre compra y paga mucho. En depresión siempre vende y pide poco. La segunda es que Graham no es preso de sus emociones, sino que utiliza una guía imperturbable que le indica qué decisión tomar en función del capricho del mercado: el valor real de su empresa. Sin esa guía, los inversores estaríamos tan ciegos y faltos de rumbo como el inestable Mr. Market.
En Magallanes, es el verdadero valor de los negocios lo que dirige el proceso de inversión y únicamente en base a él tomamos las decisiones de compra o de venta. A finales de abril, estimamos que nuestras empresas valen entre un 30 por ciento y un 40 por ciento más que su precio actual. Con esta referencia, sólo queda esperar a que su valor real aflore. Si me preguntan qué opina Mr. Market sobre nuestras inversiones, les diré que le aburren, que no le gustan, que por eso nos las está vendiendo baratas y que, como de costumbre, Mr. Market se equivoca. El valor de los negocios, no las emociones del mercado, es nuestra guía. Esa es la diferencia entre invertir en bolsa y jugar en bolsa.
Sin embargo, al hablar de los mercados en general perdemos la referencia de la valoración. El mercado no es más que la materialización de las emociones de sus participantes. No se puede valorar. Es puro capricho. Por eso, al igual que aquel vetusto gaitero gallego, si preguntan mi opinión sobre qué hará el mercado próximamente, lo más honesto que les puedo responder es que si les digo la verdad, les mentiría. Pero no se preocupen porque eso carece de importancia. Al final, el valor aflorará. Centrémonos en eso.
Cuando Graham trata con Mr. Market tiene dos ventajas. La primera es que sabe que el mercado es un animal predecible y emocional. En optimismo siempre compra y paga mucho. En depresión siempre vende y pide poco. La segunda es que Graham no es preso de sus emociones, sino que utiliza una guía imperturbable que le indica qué decisión tomar en función del capricho del mercado: el valor real de su empresa. Sin esa guía, los inversores estaríamos tan ciegos y faltos de rumbo como el inestable Mr. Market.
En Magallanes, es el verdadero valor de los negocios lo que dirige el proceso de inversión y únicamente en base a él tomamos las decisiones de compra o de venta. A finales de abril, estimamos que nuestras empresas valen entre un 30 por ciento y un 40 por ciento más que su precio actual. Con esta referencia, sólo queda esperar a que su valor real aflore. Si me preguntan qué opina Mr. Market sobre nuestras inversiones, les diré que le aburren, que no le gustan, que por eso nos las está vendiendo baratas y que, como de costumbre, Mr. Market se equivoca. El valor de los negocios, no las emociones del mercado, es nuestra guía. Esa es la diferencia entre invertir en bolsa y jugar en bolsa.
Sin embargo, al hablar de los mercados en general perdemos la referencia de la valoración. El mercado no es más que la materialización de las emociones de sus participantes. No se puede valorar. Es puro capricho. Por eso, al igual que aquel vetusto gaitero gallego, si preguntan mi opinión sobre qué hará el mercado próximamente, lo más honesto que les puedo responder es que si les digo la verdad, les mentiría. Pero no se preocupen porque eso carece de importancia. Al final, el valor aflorará. Centrémonos en eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario