"Me sacan de quicio los que repiten que todo en Europa es una mierda"
Jens König y Axel Vornbäumen - XL Semanal
¿Un acuerdo ilegal y éticamente cuestionable o un ejercicio de realpolitik? El pacto que ha firmado Bruselas con Turquía para tratar de solucionar la crisis de los refugiados ha abierto una nueva falla en Europa. Hablamos con el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, de ese tratado y del cinismo de ciertos políticos.
Lo suyo no es, precisamente, controlar las emociones. Martin Schulz es de esos políticos -cada vez más escasos- que dicen lo que piensan.
Así lo demuestra su largo historial de exabruptos poco diplomáticos, como en sus encontronazos con Berlusconi o con Le Pen. Con un estilo directo y vehemente, rabioso incluso, Schulz -a sus 60 años- nunca ha sido un político popular y, sin embargo, su prestigio le ha permitido alcanzar la presidencia del Parlamento Europeo dos veces consecutivas. Un puesto desde el cual ha liderado el polémico acuerdo firmado entre Bruselas y Turquía para limitar la llegada de refugiados a la Unión Europea (UE). Precisamente de este tema hablamos con él.
XLSemanal. Tras muchas discusiones, la UE ha llegado a un acuerdo con Turquía. ¿Es un punto de inflexión? ¿Va a ir todo bien a partir de ahora?
Martin Schulz. No, claro que no va a ir todo bien, así sin más. Pero ahora, por fin, tenemos algo plasmado en papel.
XL. ¿Lo veo un poco escéptico?
M.S. Tengo experiencia en Europa. Ahora hace falta poner en marcha todo lo aprobado... cosa bastante complicada.
XL. ¿Cómo de complicada?
M.S. Por poner un ejemplo: según lo acordado, para gestionar la devolución de refugiados desde Grecia tiene que haber funcionarios griegos en la costa turca y funcionarios turcos en las islas griegas. Los griegos no tienen ningún problema, pero los turcos sí. A eso se añade que Grecia, tras años de crisis económica, se encuentra en una situación pésima, es un Estado casi en vías de desintegración. Tenemos que ayudar. A pesar de todo, es un paso en la buena dirección.
XL. ¿De verdad lo cree? El trato es el siguiente: Turquía acoge a los refugiados que están en Grecia y, a cambio, Europa aceptará los refugiados que estén en Turquía, pero solo hasta alcanzar la cifra de 72.000 personas. Una cantidad ridícula.
M.S. Depende de cómo se mire. Hasta ahora, los países europeos solo se habían puesto de acuerdo para repartirse 3000 personas. En comparación, 72.000 es un número considerable. Tenemos que dejar a un lado ese millón de refugiados que a todos se nos viene siempre a la cabeza cuando hablamos del tema. Esos ya están en la UE, muchos de ellos en Alemania. Si en los próximos meses somos capaces de repartir 72.000, los campos de Idomeni y Lesbos se habrán quedado vacíos. No está tan mal.
XL. Se calcula que en todo el mundo hay 60 millones de personas que se han visto obligadas a huir de sus hogares...
M.S. Sí, pero no todas están en Lesbos. De lo que se trata es de poner orden en la crisis migratoria y acabar con los traficantes de personas.
XL. ¿Pero no cree que cada vez vendrán más?
M.S. Seguro. Pero lo que usted me pregunta es cómo debe afrontarse desde la política. Y lo que yo le digo es que tenemos que actuar sobre las causas de las migraciones, por ejemplo, pacificando el conflicto en Siria. Necesitamos que los Estados estén dispuestos a acoger a personas víctimas de persecución. Y también necesitamos éxitos, como el reciente de Bruselas, aunque sean simbólicos.
XL. Diga, ¿Turquía es el socio adecuado para resolver la crisis de los refugiados?
M.S. Sí, necesitamos a Turquía para resolver la crisis. Pero no debemos mezclar la cuestión de los refugiados con la situación política interior de Turquía.
XL. Conviene recordar que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, desprecia los derechos democráticos básicos, está llevando a cabo una guerra contra el PKK kurdo y limita seriamente la libertad de prensa.
M.S. Y es algo que no se puede tolerar. Todos estos temas se tratarán de forma específica en las negociaciones de incorporación a la UE. No va a haber ningún tipo de rebaja. Turquía debe volver a la senda del diálogo y la paz. El cierre de periódicos es pura arbitrariedad, no es compatible con los valores europeos. No hay ningún motivo para edulcorar la dinámica autoritaria en la que está entrando Turquía.
XL. Periodistas europeos han tenido que salir del país por temor a ser acusados de apoyar a grupos terroristas.
M.S. Es un escándalo.
XL. Sin embargo, seguimos tratando a Turquía como a un socio... ¿lo hacemos porque es la menos mala de las opciones?
M.S. Tenemos que ser conscientes de los hechos. Hay millones de refugiados en Turquía. Esa es la realidad. Así que, en ese tema, no tenemos más remedio que hablar con Turquía. Al mismo tiempo, hay que insistir en que las facilidades para conseguir visados dependen de una serie de requisitos que Turquía tiene que cumplir antes de que podamos seguir avanzando.
XL. ¿Tienen los turcos la sartén por el mango en sus negociaciones con la UE?
M.S. No. Turquía necesita a la UE al menos tanto como nosotros la necesitamos a ella.
XL. Pero está sacando una buena tajada. Va a recibir un total de 6000 millones de euros hasta 2018 para atender a los refugiados.
M.S. Mucha gente lo está entendiendo mal. Los 6000 millones no van directamente al presupuesto turco. El dinero lo reciben las organizaciones humanitarias e irá vinculado a proyectos concretos, para escuelas, viviendas, asistencia médica. Turquía tiene razón cuando dice: posibilitamos que los refugiados trabajen entre nosotros, pero para su alojamiento y asistencia necesitamos la ayuda de vosotros los europeos. Es un acuerdo justo.
XL. También se puede ver de otra forma: Europa se lava las manos.
M.S. Eso no tiene sentido. Es justo lo contrario: la UE ayuda económicamente a Turquía para que los refugiados puedan ser atendidos allí donde ahora se encuentran. Y para que no se vean obligados a afrontar los peligros de la travesía del Mediterráneo.
XL. Ya, pero muchos lo que quieren es venir a Europa.
M.S. En Turquía hay dos millones de sirios que no viven en campamentos de refugiados. A muchos les gustaría quedarse allí si tuviesen perspectivas de futuro. Y para eso es para lo que la UE entrega dinero a Turquía.
XL. Europa tiene unos 500 millones de habitantes. Hasta ahora hemos acogido a dos millones de refugiados. Por favor, explíquenos por qué se pinta como si Occidente se enfrentara a un apocalipsis...
M.S. Buena pregunta. Que 500 millones de personas en 28 países acojan a dos millones de refugiados no supondría en la práctica ningún problema. Pero si 22 de esos países dicen «no queremos tener nada que ver en ese tema», la cosa cambia.
XL. ¿En la UE se están dando actitudes lamentables?
M.S. ¿Lamentables? ¡Cínicas! Entre los países que se niegan a acoger refugiados, y que con ello impiden una solución al problema, se encuentran algunos que, al mismo tiempo, apuntan a la UE con el dedo y dicen: «Europa no ha sabido gestionarlo».
XL. ¿Dónde sitúa usted el número máximo de refugiados que la UE puede permitirse acoger?
M.S. El número de personas que huyen del terrorismo no sabe de límites máximos. En la UE hemos desarrollado una fórmula que nos permitirá distribuir de una forma bastante equitativa a todos los que quieren venir a Europa y tienen derecho a ello.
XL. Se refiere a la cláusula de reparto, que se basa en el tamaño de la población, la tasa de desempleo, el producto interior bruto de cada país, el número medio de peticiones de asilo por millón de habitantes... ¡Admita que no hay quien la entienda!
M.S. Esta fórmula está pensada para garantizar un reparto justo de las cargas, no está hecha para que la entienda hasta el último de los ciudadanos. Me conformaría con que, de momento, la entendieran todos los jefes de Estado y presidentes del Gobierno. Pero, por desgracia, no es el caso.
XL. ¿Lo dice por los países de Europa del Este, que se niegan a acoger refugiados?
M.S. Mientras haya gente, como el presidente húngaro, Viktor Orbán, que diga: «La política de refugiados no es cosa nuestra, es un problema alemán», Europa no podrá afrontar el desafío. Es una verdad amarga: en Europa hay países solidarios, pero también insolidarios.
XL. ¿Cree que los europeos del Este descubrirán su vena solidaria?
M.S. Ya se sabe, la esperanza es lo último que se pierde. Pero si de los 72.000 refugiados que hay que repartir, al final va a Polonia o a Hungría aunque solo sea uno, bueno, es algo que ya me gustaría ver a mí. Orbán ha declarado que antes tendría que someterlo a referéndum. ¡Imagíneselo! ¡Para 1290 refugiados que le corresponderían a Hungría! No solo es absurdo, es pérfido.
XL. ¿Orbán no ha entendido qué es Europa?
M.S. No lo subestime. De entre los populistas de derechas, es uno de los más listos. Sigue un camino distinto, él habla del Estado no liberal. Y todo eso en boca de alguien que fue un militante anticomunista, un opositor que incluso estuvo en la cárcel. Podría... bueno, mejor dejémoslo.
XL. ¿No sería razonable dejar de insistir en instalar refugiados en países en los que no son bien recibidos, como Hungría?
M.S. Cuidado con eso. Si lo hacemos, habrán ganado los que más ruido generan. Nuestra tarea es decirles a los refugiados: tenéis derecho a ser protegidos, pero no a residir libremente en Europa. No todo el mundo puede ir a Alemania, Suecia o los Países Bajos, los demás países europeos también ofrecen amparo frente a la persecución.
XL. ¿Qué habría de malo en que la Hungría de Viktor Orbán dejara de ser miembro de la UE?
M.S. Los países que estuvieron sometidos a las dictaduras comunistas durante más de 40 años deberían aprovechar la variedad europea para fortalecer sus democracias. Por eso sería negativo para Hungría... y también para Europa. Haríamos de Hungría un juguete, un objeto de intercambio en el terreno de la política internacional. ¿Cuál es la situación en estos momentos? Estados Unidos está reduciendo su papel exterior, Europa está volcada en sí misma, China se encuentra en crisis... Putin está llenando este vacío de poder.
XL. Imágenes como la del niño muerto en la playa de Bodrum o la del bebé al que lavan en un charco en el campamento de Idomeni... ¿tienen algún impacto en las cumbres europeas?
M.S. En las reuniones formales, no. Más en los pasillos y en las conversaciones fuera. En cualquier caso, sí le digo que muchas veces me sorprende la firmeza con la que algunos creen que se puede reaccionar a un problema global recurriendo a la retórica nacionalista.
XL. ¿A qué cree que se debe?
M.S. No es un fenómeno nuevo. Este retorno a lo nacional lo estamos viendo desde hace más de diez años. Domina la creencia equivocada de que, en el frío mundo global, la estufa que más calienta es la de casa.
XL. Y a usted, europeísta convencido, eso le indignará.
M.S. Sí, lo hace.
XL. ¿Con su discurso sobre la cohesión europea no se está usted engañando?
M.S. Descuide, no me estoy engañando; si así fuera, no iría una y otra vez a las barricadas. Lo diré claro para que no haya malentendidos: no espero de ningún jefe de Gobierno que haga nada distinto de aquello para lo que fue elegido, es decir, defender los intereses nacionales. Pero lo que se olvida cada vez con mayor frecuencia es que una Europa fuerte sirve a los intereses nacionales. Me sacan de quicio los que no dejan de repetir que todo es una mierda en Europa. Y lo dicen precisamente los culpables de que no se avance más.
XL. «Nos hemos asomado al abismo». Lo dijo usted en julio de 2015 con motivo del rescate de Grecia. ¿Nos hemos vuelto a asomar al abismo con el tema de los refugiados?
M.S. Nunca pensé que fuese posible todo lo que he vivido en los últimos meses: este caer en estereotipos, en prejuicios, en una peligrosa negación de la realidad a la que, además, se la sustenta ideológicamente... inconcebible.
XL. Sin embargo, parece usted incansable, no tira la toalla.
M.S. En los momentos más oscuros, siempre me pregunto si no estaré persiguiendo una quimera. Cuando vuelve la claridad, me digo: «No». En última instancia, la política no es otra cosa que contemplar la razón práctica. Ese fue también el caso en la última cumbre de la UE.
XL. ¿Cuál es el mayor peligro para Europa: la crisis migratoria o los populistas?
M.S. Ni lo uno ni lo otro. Es esa creencia errónea, compartida por mucha gente, de que todo lo que tenemos ahora está garantizado para siempre. Que se den por supuestas la paz y la estabilidad como la electricidad en los enchufes.
XL. Señor Schulz, desde un punto de vista estilístico capilar, es usted más bien conservador. ¿Se ha planteado si merecería la pena presentarse a la carrera por la Cancillería con un peinado a lo Donald Trump?
M.S. Me temo que voy a decepcionarlo. Gracias a Dios, los detalles externos no son determinantes en las campañas electorales. Y mi peinado me queda bien. La verdad es que, en mi caso, no se puede hacer más. El resto es pura teoría.
XL. Ahora que las cosas en Europa pintan tan mal, ¿no sería un buen momento para volver a Alemania?
M.S. Al contrario. Ahora que las cosas están difíciles es cuando la gente como yo hace más falta en Europa.
Así es nuestro otro presidente:socialista y socarrón
Iba para futbolista, pero le partieron la rodilla. Deprimido y alcoholizado, se había quedado sin ganas de nada y apenas tenía veinte años. Pero el alemán Martin Schulz, hijo de un policía local, siempre fue duro de pelar.
No pisó la universidad, pero le salvaron los libros. Empezó vendiéndolos a domicilio y acabó regentando su propia librería en Würselen durante una docena de años, una de aquellas librerías de ciudad de provincias con sillas, gato, café recién hecho y tertulia con los clientes. La librería se convirtió en confesionario vecinal y Schulz, socialdemócrata desde su juventud, acabó de alcalde, cargo que ostentó casi doce de años.
Está casado con una paisajista y tiene dos hijos.
Sabe que tiene un ramalazo autodestructivo, así que no prueba una gota de alcohol. Escribe un diario íntimo. Se confiesa tan analógico que aún no se aclara con móviles y tabletas.
Saltó a la política nacional, pero era incatalogable para los gustos alemanes. Un punto incómodo (su autor de cabecera es el historiador marxista Eric Hobsbawm) y otro punto socarrón. Es de risa fácil, pero cuando discute se pone colorado. Así que sus compañeros de partido lo 'aparcaron' en Estrasburgo allá por 1994, donde era un eurodiputado jovial y peleón, europeísta sincero ("en la UE ganamos todos y perdemos todos") en un mundo de tecnócratas. Saltó a la fama cuando las tuvo tiesas con Berlusconi. Y luego le paró los pies a Le Pen. Y más tarde a los ingleses partidarios del 'Brexit'... Y así, de bronca en bronca, se convirtió en paladín de la causa europea. Llegó a presidente de la Eurocámara en 2012 y fue reelegido en 2014.
Quizá lleva tanto tiempo en ese microclima que ha interiorizado sus vicios. El comité de control presupuestario le reprocha que tenga a 35 empleados, entre ellos un escritor de discursos, un par de ujieres y otro par de chóferes, lo que cuesta 1,2 millones de euros anuales al contribuyente europeo, sin contar los 280.000 euros de su sueldo.
Schulz alega que tiene dos coches oficiales porque si no, no llega... Y hoy le reclaman en todas partes. Son muchos los fuegos en Europa. Está por ver si Schulz, por su cáracter, será bombero o pirómano.
POR QUÉ DICEN 'NO' A LAS DEVOLUCIONES A TURQUÍA
Decenas de ONG se han opuesto al tratado. El director general de Save the Children España, Andrés Conde, nos explica por qué lo encuentran intolerable. Estas son sus razones.
CUMPLIR LO PROMETIDO
«Porque, antes de asumir nuevos compromisos, hay que cumplir los acordados. Ni Europa ni España están cumpliendo lo que han firmado. La UE solo ha recibido a 937 de los 160.000 refugiados que prometió reubicar de los que llegaron a Grecia e Italia. En el caso español, de las más de 16.000 personas que se comprometió a acoger solo han llegado 18, todos eritreos. Estos refugiados están en una situación dramática y no pueden esperar más».
DEVOLUCIONES EN MASA
«Porque ni Grecia ni Turquía pueden tramitar con garantías las solicitudes de asilo. No hay infraestructuras ni personal para hacer esto de un modo individualizado como exige el derecho internacional. Todo demandante de asilo tiene derecho a una entrevista personal en la que presentar su caso, a un asesor legal y al mantenimiento de la unidad familiar, y el interés de los menores debe ser el primer criterio en la decisión. El riesgo de devoluciones en masa es elevadísimo».
CENTROS DE DETENCIÓN
«Porque los centros de recepción se están convirtiendo en centros de detención. Y la privación de libertad de los demandantes de asilo que huyen de la guerra es contraria al ordenamiento jurídico internacional y europeo. Pero el acuerdo de la UE con Turquía supone en la práctica la detención arbitraria e ilegal de demandantes de asilo durante periodos de tiempo prolongados, en instalaciones saturadas y en condiciones inhumanas».
REFUGIADOS DE PRIMERA Y DE SEGUNDA
«Porque la mitad de los refugiados son afganos e iraquíes. ¿Qué va a pasar con ellos? Todas las disposiciones hablan de refugiados sirios. Bajo el ordenamiento actual, los refugiados afganos e iraquíes serán deportados a países de cuya violencia extrema han tenido que huir. En el acuerdo impera una lógica corrupta en la que hay refugiados de primera y de segunda clase dependiendo de su nacionalidad».
REUNIFICACIÓN FAMILIAR
«Porque el 36 por ciento de los refugiados son niños. Y la reunificación familiar debería ser el pilar básico de cualquier respuesta europea a la crisis. Es una estrategia crítica de protección de la infancia en cualquier emergencia, menos en esta. Merece especial consideración la situación de los menores no acompañados. Muchos fueron separados de sus familiares durante el trayecto. La reunificación con sus familiares debe ser prioritaria».
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