La gran duda de los antiguos accionistas y tenedores de subordinada del Banco Popular en este momento es si aceptar los bonos que les ofrece el Santander para recuperar la pérdida sufrida en la resolución del banco o acudir a la vía judicial. Ambas salidas tienen pros, contras y riesgos que el inversor debe evaluar cuidadosamente antes de tomar una decisión. El precedente del caso Madoff nos indica que la gran mayoría de los afectados (el 93% en aquel caso) suele preferir el pájaro en mano de una compensación cierta, por muchas pegas que tenga, al ciento volando de la vía judicial. Aunque en el caso actual cuentan con el precedente de Bankia, que en 2009 no existía.
Como es sabido, el banco que preside Ana Botín devolverá su dinero a los clientes del Popular que acudieron a la ampliación de 2.500 millones de junio del año pasado y a los que compraron deuda subordinada en 2011, algo que califica como "regalo", puesto que no tiene ninguna obligación de compensarles. Ahora bien, esta compensación solo será total para los que invirtieron menos de 100.000 euros y se hará mediante unos bonos perpetuos que se pueden hacer líquidos a decisión del Santander (no del cliente) al cabo de siete años, y que solo pagan un interés del 1% anual.
El que quiera recuperar el dinero en 'cash' sin esperar deberá vender los títulos en mercado, donde se estima que podría obtener un 70% de su valor total inicialmente. Además, el Santander debe advertirles de que no son títulos adecuados para minoristas, según la directiva europea de mercados MiFID.
Ir al juzgado: caro, largo e incierto
Todas estas pegas dan argumentos a los despachos de abogados especializados en demandar a la banca para aconsejar a los afectados que no acepten la oferta del Santander y acudan a los tribunales (para aceptarla, deben renunciar a las acciones judiciales, lo que deja a los letrados sin negocio). Pero hacerles caso puede salir caro también. La vía judicial es incierta, costosa y, sobre todo, larga: el Santander recurrirá todas las sentencias en contra a las sucesivas instancias judiciales, por lo que no devolverá un euro hasta que sea condenado por el Supremo, para lo cual pueden pasar cinco años, como ocurrió con lasalida a bolsa de Bankia.
Precisamente, el precedente de esta operación (el Supremo obligó a la entidad a devolver el dinero, al considerar que, como había reformulado las cuentas de la OPV, estas eran falsas) es el principal argumento de los bufetes para considerar que las reclamaciones de los que acudieron a la ampliación del Popular son la "demanda fácil". Ahora bien, otros abogados advierten de que "esto no es otro caso Bankia", porque no está nada claro que el alto tribunal vaya a considerar esta vez que las pérdidas mayores de lo esperado del Popular en 2016 o la "reexpresión" de sus cuentas por Emilio Saracho también impliquen falsedad contable.
Por tanto, rechazar la oferta del Santander supone asumir un riesgo importante. Además, mientras dure el litigio, el afectado deberá pagar abogado y procurador: algunos van a porcentaje, otros cobran de las costas (si ganan) y otros piden una cantidad fija. Y si pierde, deberá pagar usted de su bolsillo no solo a sus letrados, sino a los del Santander (en eso consisten las costas judiciales). Todos estos factores deben ponderarse a la hora de tomar una decisión.
El precedente de Madoff favorece al Santander
Los títulos que ofrece el Santander ahora son similares a los que entregó en 2009 a los clientes que habían invertido en los fondos de Madoff, que resultaron ser una estafa, como es conocido. En aquel entonces se trataba de cantidades muy superiores por cliente —eran 'hedge funds' vendidos básicamente a clientes de alto patrimonio— y el banco exigía mantener la vinculación durante toda la vida de los bonos (en el caso del Popular, solo se requiere en el momento inicial). Además, estos bonos no podían rescatarse antes de 10 años, frente a los siete actuales. Es decir, vencen en 2019, por lo que aún no se sabe si el banco los va a amortizar o no.
A pesar de todas estas pegas, el 93% de los afectados aceptó la compensación ofrecida por la entidad por aquello de "más vale pájaro en mano que ciento volando". A los que la rechazaron, el Santander les ofreció un depósito con condiciones parecidas (vencimiento a 30 años), que convenció a unos cuantos clientes más. Solo unos pocos continuaron por la vía judicial y alguno de ellos consiguieron ganar en el Supremo, como adelantó El Confidencial. Pero seis años después.
No hay comentarios:
Publicar un comentario