sábado, 1 de mayo de 2021
La Sabatína de A.Papell....
Madrid, un desastre en sanidad y en educación
Antonio PapellPor ANTONIO PAPELL 19 horas
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Díaz Ayuso anuncia que el nuevo Hospital de Emergencias de la Comunidad de Madrid se construirá en ValdebebasDíaz Ayuso anuncia que el nuevo Hospital de Emergencias de la Comunidad de Madrid se construirá en Valdebebas | 8 junio 2020
La actual presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, hace alarde de su liberalismo, que en este caso se reduce a su dimensión económica: hay que entender su posición como reacia a lo público, partidaria por tanto del Estado mínimo y de las comunidades mínimas, acérrima defensora de los bajos impuestos. Su posición es perfectamente respetable, y tiene sin duda influencia en la expansión económica de la CAM, que se ha situado en primer lugar en Producto Interior Bruto después de sobrepasar limpiamente a Cataluña. Sin embargo, tal doctrina, que lleva décadas aplicándose en Madrid (la impuso Esperanza Aguirre, más liberal que la mayoría del PP), plantea la contrapartida de que genera gran desigualdad, puesto que lamina el estado de bienestar que es la gran invención civilizatoria que extiende una red inferior bajo todos los ciudadanos, de forma que se impide a todos ellos descender por debajo de determinado nivel.
En el caso de la pandemia, es conocido –el candidato Gabilondo lo ha subrayado con datos fehacientes en la mano– que la mortalidad, en fallecidos por millón de habitantes, ha sido notablemente superior en Madrid a la de las demás comunidades y, por lo tanto, a la media nacional. Y ello ha sucedido por dos razones:
Una primera, Madrid ha sido la comunidad autónoma del Estado que menos gasto ha efectuado en sanidad en el pasado. Con datos del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social de 2019, el gasto sanitario de Madrid fue aquel ejercicio de 8.962 millones de euros, lo que representa 1.340 euros per habitante, el 3,7% del PIB autonómico. Sólo Andalucía dedica menos recursos per capita (1.262 euros/habitante) y Madrid está a la cola de porcentaje del PIB. En la cúspide del gasto por habitante está el País Vasco, con 1.873 euros/habitante, y a la cabeza de la porción de PIB aplicada a gasto sanitario, Extremadura, con el 8,6%. La media nacional es de 1.486 euros/habitante, el 5,6% del PIB. Como han explicado Carmen Marcos y Francisco Melis en un trabajo titulado ‘Ni la salud ni la transparencia informativa son prioridades de la gestión en la Comunidad de Madrid, hay además otras decisiones que explican el grave efecto de la pandemia en Madrid: la negativa a contratar los rastreadores recomendados (aunque Díaz Ayuso lo prometiese públicamente), el negarse a establecer las restricciones aprobadas por el resto de comunidades autónomas, la prohibición de trasladar a ancianos de residencias a hospitales, “son algunas de las actuaciones que ilustran esta falta de prioridad y ayudan a entender los terribles efectos de la pandemia en la CAM.
Hay además otras decisiones que explican el grave efecto de la pandemia en Madrid: la negativa a contratar los rastreadores recomendados (aunque Díaz Ayuso lo prometiese públicamente), el negarse a establecer las restricciones aprobadas por el resto de comunidades autónomas, la prohibición de trasladar a ancianos de residencias a hospitales
Dichos autores dan además otros datos para entender el “ahorro en salud” que la CAM ha practicado, como demuestran los escrupulosos estudios que se citan. Y el resultado de todo ello –siempre según los mencionados autores— es que Madrid ha batido varios récords poco edificantes; he aquí algunos:
— Récord de contagios y fallecimientos por habitante entre las grandes capitales europeas.
— Récord en España en el número total de contagios, hospitalizados y fallecimientos, a pesar de ser la tercera comunidad en número de habitantes y contar con los mejores hospitales de España.
—Récord entre las Comunidades autónomas en el número de contagios/habitante (solo es mayor en la ciudad autónoma de Melilla) y récord en el número de hospitalizados/hab.
—Récord en el número de muertos/nº de residentes en los centros sociosanitarios: 146 muertos por mil residentes (detrás, a mucha distancia, se sitúa Cataluña con 106 muertos/1.000 residentes). En Madrid se localiza solo el 13 por ciento del total nacional de residentes en estos centros pero la CAM ha registrado el 20,7 por ciento de los fallecidos (datos a 4 de abril)
—Por la falta de transparencia también destaca la CAM. No sólo es la Comunidad que menos datos ofrece sobre la pandemia sino que utiliza una estratagema para camuflar la situación, consistente en ofrecer diariamente unos datos de contagios que son muy inferiores a los que finalmente resultan con el paso de los días (hay un articulo esclarecedor al respecto firmado por C. Romero en Medium
La educación
Esta pasada semana, los medios se hacían eco de un esclarecedor informe confeccionado por la escuela de negocios Esade y la ONG Save the Children sobre la segregación escolar en las escuelas españolas, es decir, sobre la concentración de alumnos pobres en determinados centros escolares, en tanto otros centros privilegiados apenas tienen escolares con rentas bajas. Se consideran centros segregados aquellos cuyo porcentaje de alumnos de familias desfavorecidas y con baja formación supera el 25% y se denominan colegios ‘gueto’ aquellos otros en que la concentración es superior a la mitad.
España es el tercer país de la OCDE con más segregación escolar en las escuelas de Primaria
Pues bien: según dicho estudio, España es el tercer país de la OCDE con más segregación escolar en las escuelas de Primaria (niños de 6 a 12 años), tan solo por detrás de Turquía y Lituania, con la particularidad de que la alta frecuencia de colegios ‘gueto’ en Primaria, lejos de corregirse, va en aumento; entre 2015 y 2019, mientras en los países de la OCDE se estabilizó, en España creció un 12%. En la ESO, la segregación es menos aparatosa, probablemente porque al haber menos centros, inevitablemente el alumnado es más plural.
El informe hace llamativo hincapié en la situación de Madrid, que está a la cabeza de toda la OCDE en índice de segregación. En Primaria solo le supera Turquía, y en la ESO, donde la comparación es con 80 países, está en penúltimo lugar, tan solo por delante de Chile. Pero lo más inquietante es que mientras los centros de ESO españoles han recortado su brecha internacional desde 2015 en un 9%, en Madrid la segregación en la misma etapa ha crecido un 11%.
La “Ley Celaá” —la LOMLOE— impone medidas que, sin eliminar el derecho de libre elección de centros por los padres, establece condiciones de admisión más razonables en la que cuenta la situación socioeconómica de los candidatos con el fin de minorar la segregación por centros. Así, al computar los factores que se tienen en cuenta para la elección de centros, se eliminan algunos irrelevantes como el haber tenido familiares en el mismo, y se otorga mucho mayor énfasis a la situación socioeconómica del solicitante. Ello obligará a los colegios concertados de lujo a abrirse a los menos afortunados, lo que sectores de la derecha rechazarán (no toda la derecha es reaccionaria, obviamente).
Lo curioso es que la comunidad de Madrid, en elecciones, gobernada por el PP durante 26 años, haya criticado tanto la LOMLOE y no haya efectuado propuestas en este sentido después de no haber tomado jamás cartas en este asunto esencial para la cohesión social de la comunidad.
Este es el liberalismo de la CAM en manos de Ayuso. A los electores corresponde opinar ahora acerca de si es realmente razonable proseguir por este camino.
Casado vs Ayuso
Se ha recordado recientemente, al conmemorarse el vigésimo quinto aniversario de la llegada del PP al poder en España tras las elecciones generales de 1996, que Felipe González, que quedó a menos de 300.000 votos de Aznar y podía haber pugnado por mantenerse en La Moncloa pactando con CiU y/o con IU, estableció el criterio de que debía gobernar el partido más votado, por lo que se apartó de la carrera y cedió el paso a quien efectivamente había ganado, aunque por poco, las elecciones.
En aquella época, funcionaba el bipartidismo imperfecto, tras fracasar los escasos intentos de organizar un partido bisagra, y nada indicaba que fuera a cambiar la situación, dominada por dos formaciones poderosas. Además, se pensaba —ahora se ve que equivocadamente— que la ley d’Hondt, que reduce la proporcionalidad y perjudica a las minorías, frenaría el surgimiento de otras organizaciones a derecha e izquierda. Y así fue hasta que todo el sistema saltó por los aires en un clima de descomposición a raíz de la inesperada y profundísima crisis económica de 2008, que truncó dramáticamente un proceso de crecimiento continuado que parecía no tener fin. La crisis fue atribuida claramente a la clase política, en una decisión tácita compleja que encierra aciertos y desaciertos.
La crisis de 2008-2014, que en España fue en realidad una doble recesión, desacreditó gravemente a los actores políticos, que habían cultivado amorosamente una imposible burbuja inmobiliaria –Rato y Solbes, este por partida doble porque fue ministro de Economía antes y después de los ocho años de Aznar— fueron los responsables del desaguisado. Lo mismo sucedió con la crisis de las cajas de ahorros, gestionadas desastrosamente por políticos autonómicos y representantes de la patronal y los sindicatos. Y fue patente la desorientación de los gestores, y no solo de los españoles: también de los europeos, que marcaron pautas políticas de austeridad muy lesivas para la sociedad de la UE. Aquel descrédito de los partidos tradicionales auspició el surgimiento y el éxito de Ciudadanos, de Podemos y de Vox… que a la fuerza menguaron a los dos partidos tradicionales, PP y PSOE, hasta el punto de provocar la formación de la primera coalición de gobierno de la democracia, PSOE-UP. Y al otro lado, las encuestas afirman que la Comunidad de Madrid, que va a las urnas el próximo martes, podría ser gobernada por una coalición PP-VOX, ya que, según estos presagios, la formación comandada por Díaz Ayuso en la región no alcanzará la mayoría absoluta y Ciudadanos quedará fuera de la cámara madrileña por no llegar al 5% de los sufragios. Naturalmente, la izquierda sigue confiando en que podrá gobernar. Falta ya poco para salir de dudas.
El país está demasiado caldeado para permitir una solución magnánima de este tipo: no se entendería –los ciudadanos no entenderían— que la izquierda permitiera gobernar a Ayuso en minoría, por lo que las propias circunstancias impulsan el pacto PP-VOX.
Hasta ahora, Casado ha hecho un esfuerzo meritorio por diferenciarse de VOX, por huir de cualquier característica que equiparara a la extrema derecha con el PP, e incluso ha tenido criticas acerbas hacia la formación de Abascal, con argumentos ad hominem incluidos (en la absurda moción de censura que presentó Vox contra Sánchez sin tener modo de ganarla). Pero si se confirman las predicciones de las encuestas, Ayuso tendrá que aceptar, y aceptará, pasar por las horcas caudinas que le imponga Vox. La presidenta en funciones ya ha declarado que si tanto interés tiene la izquierda en que no gobierne VOX es votándola a ella… o permitiéndole gobernar en minoría, como hizo una fracción del PSOE (tras expulsar a Sánchez con malas artes) con Rajoy en 2016.
El país está demasiado caldeado para permitir una solución magnánima de este tipo: no se entendería –los ciudadanos no entenderían— que la izquierda permitiera gobernar a Ayuso en minoría, por lo que las propias circunstancias impulsan el pacto PP-VOX. Pero Casado será muy criticado por esta condescendencia, si se acaba formalizando. No solo aquí dentro sino en toda Europa (salvo en los países del grupo de Visegrado, obviamente), y especialmente en Francia y en Alemania.
En definitiva, los intereses de Casado y de Díaz Ayuso entran en contradicción en Madrid, donde el discurso predominante favorece a los extremos con relación a los partidos centrados. Es claro que UP y VOX se retroalimentan, aunque no sean en absoluto simétricos. Con la particularidad de que UP parece ir a la baja a medio plazo ante un PSOE pujante mientras VOX goza de buena salud frente a un PP desorientado y débil. Este es el dibujo de la realidad actual, bien poco alentadora, por cierto.
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