viernes, 29 de julio de 2022
Manolo Monereo difumina el proyecto Y.D.
Pedro y Yolanda: ¿Preparados para ganar? ¿Preparados para perder?
La política hace extraños compañeros: no hay duda de que entre el presidente y la vicepresidenta hay buena relación, complicidad y hasta división de tareas.
Por
Manolo Monereo
28 julio 2022
Manolo Monereo
Es un abogado, politólogo y político español. Ha sido militante del PCE e IU y diputado de Unidas Podemos. Su último libro es "Oligarquía o democracia. España, nuestro futuro" (El Viejo Topo).
Es la señal de los tiempos. Todo se acelera. Lo que ayer era importante, hoy lo es menos. Quienes viven al día se desesperan y pierden el norte. Sin estrategia, la política se convierte en una permanente persecución de sombras. Han pasado muchas cosas en poco tiempo: la cumbre de la OTAN, que ha entronizado al gobierno de España como pilar fundamental en eso que se ha llamado el vínculo atlántico, es decir, el seguimiento férreo de las directrices de la Administración norteamericana; el cambio de posición con respecto al Sahara y el alineamiento con la política del Reino de Marruecos; el fracaso de las sanciones contra Rusia y la aceleración de una crisis económica marcada por la inflación y el deterioro energético. Habría que añadir el agravamiento en las dificultades internas de Unidas Podemos en medio de un congreso del PCE poco edificante, la salida de cuadros de este partido en determinados ministerios, incluido su secretario general y el nada sorpresivo anuncio de Yolanda Díaz de que no llegará a unas elecciones municipales y autonómicas que se celebrarán dentro de 10 meses.
Pedro Sánchez es un superviviente, nunca hay que subestimarlo. De su equipo más fiel, prácticamente no queda nadie y la vieja troika de José Blanco toma el mando: Hernando, López y Sánchez juntos de nuevo en un bucle histórico, que hace del PSOE el eje de recomposición del sistema político español; al menos, es lo que se pretende. Feijóo está intentando hacer lo mismo, es decir, consolidar el bipartidismo. Situar a María Jesús Montero en la vicepresidencia del PSOE es una primera rectificación ante el fracaso andaluz y una apuesta clara de futuro. Sánchez va, como siempre, a jugar sus cartas hasta el final. Lo nuevo es que lo va a hacer unificando y fortaleciendo su partido. Si las cosas van bien, se presentará a las próximas elecciones generales como candidato y si van mal, situará a una mujer con experiencia y capacidad para confrontarse con un PP aupado por las encuestas.
“Pedro Sánchez es un superviviente, nunca hay que subestimarlo”
La política hace extraños compañeros de gobierno. No hay duda de que entre el presidente Sánchez y la vicepresidenta Díaz hay buena relación, complicidad y hasta división de tareas. La salida de Pablo Iglesias ha fortalecido aún más esta relación. La idea de fondo es que el PSOE, para gobernar, necesitará los votos de lo que es hoy UP. La “operación” Yolanda Díaz tenía esta orientación, construir la propuesta de una fuerza complementaria al PSOE que no inspirara rechazo a los grandes poderes y que, de una u otra forma, garantizara el voto crítico y de izquierdas. No voy a entrar en los conflictos internos de Unidas Podemos; la información es escasa, las acusaciones son muy fuertes y parece que, a pesar de todo, sigue habiendo acuerdo en que Yolanda Díaz encabece el proceso de recomposición o reconstrucción.
María Jesús Montero en la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros | Pool Moncloa/Fernando Calvo
Hay un dato nuevo que clarifica mucho el debate. Recientemente, Pablo Iglesias ha afirmado que sigue apoyando a Yolanda Díaz pero que Sumar y Podemos son cosas diferentes. Si he entendido bien a Iglesias, quiere decir que el futuro estaría determinado por diversos procesos en torno a los partidos existentes, es decir, Izquierda Unida, PCE y Podemos a lo que habría que añadir las distintas convergencias catalanas. Sumar sería una operación personal de Yolanda en la búsqueda de alianzas con diversas fuerzas regionales y con personalidades relevantes del mundo intelectual y sindical.
“Sin correr riesgos nunca se hará política a lo grande que es lo que necesita hoy el país”
El anuncio de Yolanda Díaz de que no llega a las elecciones municipales y autonómicas clarifica aún más y pone en cuestión el proyecto mismo. La vicepresidenta segunda del gobierno tiende siempre a “galleguear en tablas”, protegerse del riesgo e intenta asegurar la posición. La prudencia es una cosa y la pasividad otra. No es fácil decidir, pero sin correr riesgos nunca se hará política a lo grande que es lo que necesita hoy el país. Pretender conseguir todos los objetivos a la vez y hacerlo con garantías plenas, nunca funciona en política. Construir un proyecto nuevo con voluntad de mayoría y hacerlo desde un gobierno donde se está en minoría y con un PSOE que toma el mando y que se encamina a ganar –es fundamental- unas elecciones municipales y autonómicas supone asumir tensiones que bloquean la iniciativa política. Esta situación compromete mucho el proceso en la medida en que la fuerza de la vicepresidenta está determinada básicamente por su papel en el gobierno. La otra cara es que la propuesta tiene como objetivo reeditar un nuevo gobierno de coalición con el Partido Socialista. Construir un proyecto autónomo y diferenciado en estas condiciones es extremadamente difícil.
Yolanda Díaz en la presentación de Sumar. Fuente: Twitter de Yolanda Díaz
A mi juicio, la operación Yolanda Díaz se está volviendo anacrónica en un sentido muy preciso: fuera del tiempo real de una coyuntura política que agudizará decisivamente los conflictos geopolíticos, agravará la crisis económica y acentuará los problemas sociales y laborales. El proyecto Díaz tenía otros supuestos, partía de condiciones que ya no se dan hoy y que obligan a una redefinición estratégica para salir del tacticismo que aplasta a una izquierda que se amarra al gobierno porque no tiene otra alternativa. El problema está ahí: desde el primer momento se ha renunciado al debate de ideas capaz de interpelar a una sociedad dominada por la inseguridad, el miedo al futuro y la carencia de alternativas.
La diferencia es que Pedro Sánchez reacciona a su manera, con sus debilidades, sus fortalezas y con su peculiar modo de entender la política. La izquierda que quiso ser una vez alternativa y referente con voluntad de mayoría, sigue a lo suyo, en un día a día de disputas que se identifican con la lucha por el poder, con refundaciones que nunca explican el fracaso de las anteriores y con un déficit de análisis de lo que pasa y de lo que nos pasa, en muchos sentidos, suicida. Después de la guerra en Ucrania nada será ya igual y se inicia una compleja y dramática transición que, nada más y nada menos, supone el declive de Occidente. La Unión Europea tampoco será ya la misma y el debate sobre el euro y la disciplina fiscal se abre de nuevo ante una crisis económica que nos lleva a una nueva recesión.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario