lunes, 22 de julio de 2024
Me pregunto a menudo...que buscarvá ( De más )Rafel Nadal....
Nadal sirve durante el partido contra Borges, este domingo en Bastad.
Nadal sirve durante el partido contra Borges, este domingo en Bastad.
© TT News Agency (Reuters)
Nuno Borges, otro de esos tantos meritorios a los que rara vez apunta el foco y que se pierden en la nebulosa del pelotón, hinca las rodillas en el centro de la pista de Bastad y se lleva las manos a la cara, hasta cierto punto incrédulo. A sus 27 años y como 51º del mundo, acaba de hacerlo: es el primer título de su carrera y en su primera final; lo consigue, además, frente a un tal Rafael Nadal y sobre tierra batida. Así que más que lógica la emoción: 6-3 y 6-2, en 1h 26m. “Estoy en una nube…”, expresa el portugués, al que le cuesta seguir el protocolo por la inexperiencia. Todo lo contrario que a su rival, quien lleva toda una vida levantando trofeos y que esta vez se ha quedado sin premio. Demasiada tralla a lo largo de una semana. Era el cuarto partido en otros tantos días y al español —38 años, 20 desde que alzase por primera vez el metal en la élite— le ha resultado imposible contrarrestar ni seguir el ritmo.
Sin épica ni remontada esta vez, Nadal se queda sin trofeo y se marcha entre serias dudas de Suecia, marco de una doble lectura. Entra algo de luz, bienvenida sea la respuesta del físico, no cabe duda. Sin embargo, lo sucedido en términos técnicos, tácticos e incluso mentales exige de análisis y él, sin paños calientes, hace autocrítica. El poso no es nada bueno.
“Tengo mucha experiencia y sabía que las cosas no iban a ser fáciles, pero hoy he jugado muy mal y estoy triste; veo difícil jugar peor de lo que lo he hecho. Es importante que mi cuerpo haya aguantado la exigencia de la semana, pero me he quedado física y mentalmente sin energía”, apunta. “En todo momento he intentado encontrar soluciones, pero el nivel ha estado muy lejos del que debería haber mostrado. Llegué aquí con muy buenas sensaciones por lo que hacía en los entrenamientos previos, pero he sido incapaz de mostrarlo en los partidos. No puedo decir que estoy satisfecho porque el nivel de tenis ha estado muy lejos del que venía ofreciendo en los entrenamientos. Tengo que averiguar por qué e intentar solucionarlo. Me llevo de aquí el mensaje de que debo jugar mucho mejor para ser competitivo. No hay excusas”, se afea en la sala de conferencias.
Llegó Nadal a Bastad con la firme idea de materializar la puesta a punto que emprendió un mes y medio antes en Manacor, de ahí la renuncia a la hierba y Wimbledon. Es decir, al rodaje y las sensaciones adquiridas en el trabajo diario quería añadir un ensayo real, indispensable para abordar con unas garantías mínimas la cita olímpica que se avecina en París. Y ahí queda este sinuoso trazado de dos caras sobre la arena nórdica, resuelto con cinco partidos en las piernas, casi 14 horas sobre la pista —el doble que Borges— y demasiados vaivenes para el ánimo de quien se enfrenta a un desafío superior, porque lo de hoy no va tanto de resultados como de subirse otra vez a un tren en marcha y que circula a toda velocidad. Aquí nadie espera nadie y, entre ausencia y ausencia del mallorquín, el circuito ha ido cambiando de dinámicas y de fisonomía, configurando una nueva jerarquía y acorralando a la vieja guardia. Lo comprobó Novak Djokovic en Wimbledon y se expone un Nadal que todavía no se da por vencido y que aún desea reengancharse.
No será nada fácil. Sigue estando el tenista de hoy muy lejos del verdadero Nadal, del competidor universalmente conocido. A un mundo. Solo así se entiende que pueda disparar la cifra de errores en un duelo a tres sets —cometió 42 ante Mariano Navone, en los cuartos—, esas lagunas mentales tan inusuales —pérdidas recurrentes del servicio— y toda esa oscilación durante los partidos. A remolque en los tres últimos, también en este ante Borges en el que no existe el debate y resuelto en línea recta por el portugués, el jugador ciclotímico que ha desfilado por Suecia no deja de ser un mero esbozo del campeón, quien, sin embargo, encuentra algunos indicios vitamínicos en el recorrido de estos días; ninguno como la respuesta de su físico, más tiempo detenido que activo durante los dos últimos años. Desde esa óptica, a valorar la continuidad alcanzada.
Posición y elecciones
Sin embargo, no pocas dudas y diversas lagunas a las puertas de los Juegos. Impensable en otra época, por ejemplo, las cuatro horas y todos los vértigos acumulados frente a Navone, inspirado el argentino pero sin filo, o el suspense que predominó durante la semifinal contra Duje Ajdukovic, 130º del mundo y, en circunstancias normales, un mero figurante. Sorteó toda esa marejada, cuestión de grandeza, pero en muchos instantes transmitió la impresión de competir un punto por debajo. Y para cerrar, un episodio sin discusión alguna contra Borges; profesional voluntarioso, poco más en realidad.
Borges besa el trofeo de campeón.
Borges besa el trofeo de campeón.
© Bjorn Larsson Rosvall (EFE)
No cedía una sobre arcilla desde 2015; entonces, el escocés Andy Murray le superó en la Caja Mágica de Madrid. En cualquier caso, no ha dudado Nadal, consciente de su realidad actual, en bajar al barro e inscribirse en un torneo de perfil bajo como el de Bastad —250, la categoría más baja en el circuito de la ATP— como la lanzadera hacia un horizonte goloso. Una decisión inteligente antes del abordaje a París, adonde llegará entre dos aguas. Sabe exactamente dónde y cómo está, pero ahora debe corregir a la carrera los déficits. Ha hecho lo que podía con lo que tenía, poco o nada que reprocharse. Sin embargo, para ser verdaderamente competitivo necesita un salto de nivel considerable. Fallan con frecuencia la posición y la elección del tiro, y en París, al igual que en Bastad, no dispondrá de margen para coger aliento de un día a otro. Al mismo tiempo, ha comprobado una vez más que su instinto sigue intacto y que continúa siendo capaz de revertir situaciones peliagudas.
“Ha sido una semana con momentos buenos y otros no tanto. Hoy no he jugado mi mejor tenis, pero todo el reconocimiento para Nuno”, le dedica previamente al ganador. “Todos queríamos que Rafa ganase, incluso una parte de mí lo deseaba, pero algo más grande dentro de mí me empujó sobre todas las emociones. Ojalá sigas mucho tiempo porque eres una gran inspiración”, le corresponde Borges, quien nunca ha logrado romper la barrera del top-40. Vuelve ahora Nadal a figurar entre los 200 mejores —ascensión de 100 puestos, del 261º al 161º— y cierra agotado un periplo que le ha exigido de ocho horas y ocho sets sobre la pista en las tres últimas intervenciones. Cinco roturas ha encajado contra el portugués, 19 en unos días de peligrosas idas y venidas durante la mayor parte del tiempo, demasiado descontrol. En todo caso, apunta ya hacia París, donde se reunirá con Carlos Alcaraz en la guarida que tan bien conoce, la de Roland Garros. Pero antes, un profundo análisis.
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