sábado, 13 de julio de 2024
Orban al fondo....
Vox rompe con el PP, ¿se alejará el PP de Vox?
Vox rompe con el PP, ¿se alejará el PP de Vox?
© Proporcionado por La Vanguardia
La noticia de la semana es sin duda alguna la decisión de Vox de romper con el Partido Popular en las seis autonomías en las que ambos partidos mantenían una estrecha colaboración: Comunidad Valenciana, Baleares, Aragón, Murcia, Castilla y León y Extremadura. A punto de cumplirse un año de las elecciones generales del 23 de Julio del 2023, Vox rompe el esquema por el que tanto luchó: aparecer como una fuerza de gobierno al lado del Partido Popular. Un esquema que le hizo perder las elecciones a Alberto Núñez Feijóo. (Quedó primero, sin mayoría parlamentaria para formar gobierno).
Hace ahora un año, el actual presidente del Partido Popular no tuvo suficiente autoridad política para frenar los pactos regionales y municipales de su partido con la extrema derecha antes de las elecciones generales de julio, adelantadas por Pedro Sánchez después de la severa derrota de la izquierda en las municipales y autonómicas del 28 de mayo. Sin mayo no habría habido julio. A finales de mayo, Sánchez enfocó mal la campaña del PSOE, quiso exhibirse demasiado, taponó a sus candidatos locales, y el error Magariños, la insensata pugna entre Sumar y Podemos, desmovilizó al electorado de Unidas Podemos, con efectos que aún hoy perduran y que posiblemente ya no tienen arreglo.
El primer pacto entre PP y Vox se forjó en la Comunidad Valenciana sin que Feijóo lo supiera. El presidente del Partido Popular fue informado cuando el acuerdo ya estaba cerrado. A partir de aquí se fueron sucediendo los pactos en otras comunidades autónomas, y la dirección del PP, obnubilada por las encuestas, creyó que no había riesgo, hasta el punto que la presidenta de Extremadura, María Guardiola, fue prácticamente obligada a cerrar un acuerdo con Vox después de haber manifestado serias resistencias a esa alianza. Curiosamente, el primero en pactar con Vox en junio del año pasado ha sido ahora el primero en cesar a los consejeros de Vox antes de que estos le presentasen oficialmente la dimisión. Estamos hablando de Carlos Mazón, actual presidente de la Generalitat Valenciana. Un hombre con reflejos.
Se cerraron acuerdos también en más de cien ayuntamientos, encabezados por el de la ciudad de València, que por el momento se mantienen intactos. Vox no parece querer romper ahora los pactos municipales y se ha centrado en las autonomías tomando como excusa el reparto de los menores inmigrados sin acompañante, reparto finalmente aceptado por el PP para no poner en una situación de dificultad al gobierno de las islas Canarias, del cual forma parte. Vox nos anuncia que ha escogido la inmigración como el nuevo ‘enemigo interior’ de España. El independentismo catalán parece que está perdiendo capacidad calórica. Después de los indultos y la amnistía ya no es lo que era.
“Compréndeme. Me voy con Orbán porque debo marcar distancias con el PP español, que intenta apoderarse de mis electores”. Este fue el principal argumento de Santiago Abascal para justificar ante Giorgia Meloni la decisión de Vox de abandonar el grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos para sumarse a la nueva plataforma de los Patriotas por Europa, creada a a toda velocidad por el primer ministro húngaro Víktor Orbán con el vital apoyo de Marine Le Pen. Meloni estaba perpleja. La conversación tuvo lugar hace diez días, por teléfono. La primera ministra italiana se sentía traicionada por Abascal, al que ha estado protegiendo políticamente en los últimos años. La deserción de Vox dejaba al grupo de los conservadores en una posición claramente subalterna en el Parlamento Europeo, después que la primera ministra italiana soñase con ser pieza clave en Bruselas. Digámoslo todo: el presidente del Partido Popular Europeo, Manfred Weber, alimentó esos sueños, pero el resultado de las elecciones europeas del 9 de junio sentenció que populares, socialdemócratas y liberales siguen sumando mayoría en el Europarlamento.
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La Vanguardia
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El grupo de Meloni no es aritméticamente necesario y algunos relevantes dirigentes del PPE, especialmente el primer ministro polaco Donald Tusk, se oponen a pactar con la extrema derecha, sea del grupo A, del grupo B o del grupo C. La conversación telefónica de Abascal con Meloni no fue fácil. El presidente de Vox insistió en esa conversación que necesitaba marcar diferencias con el PP español, según refieren fuentes periodísticas italianas que han seguido de cerca los recientes sinsabores de Giorgia Meloni en la política europea.
La líder de los Hermanos de Italia, según esas mismas fuentes, le pidió a Abascal que demorase unos días la comunicación pública del pase de Vox al nuevo grupo de Orbán. Abascal desatendió esa petición. El cambio de grupo se comunicó públicamente el viernes de la semana pasada a primera hora de la tarde. Acto seguido dio ese mismo paso la extrema derecha neerlandesa que lidera Geert Wilders. Dejaron el domingo libre para el Reagrupamiento Nacional francés, seguramente esperando resultados mejores en la emocionante segunda vuelta de las elecciones legislativas. Pese a no obtener los resultados deseados, Jordan Bardella, cabeza de cartel de los lepenistas, anunció la noche del domingo que RN pasaba a formar parte de los Patriotas por Europa, grupo al que el lunes se sumarian la antigua Liga Norte italiana, el Chega portugués y otros partidos. Nacía así el tercer grupo parlamentario más grande la Eurocámara, detrás de populares y socialdemócratas. Nacía el Partido de los Amigos de Putin en la Unión Europea. Nacía el Partido de Trump en la Unión Europea. Nacía una corriente política que desea ser oposición frontal a la nueva Comisión Europea. Y en esa nave viaja Vox.
En paralelo, Orbán iniciaba una maniobra de desestabilización institucional de la Unión Europea. Aprovechando la presidencia semestral de la Unión, el primer ministro húngaro se entrevistaba en Moscú con Vladímir Putin, en Kyiv con Volodímir Zelenski, y en Pekín con Xi Jinping, simulando ser el negociador de la Unión Europea ante la guerra de Ucrania, mandato que no tiene puesto que la presidencia semestral no otorga esos poderes. Para culminar la puesta en escena, Orbán se entrevistó ayer en Florida con Donald Trump. La apuesta es Trump. La apuesta es actuar de puente entre Trump y Putin antes de que acabe el año. En esa nave viaja ahora Vox.
Imaginemos que el resultado de las elecciones francesas hubiera sido distinto. Imaginemos que RN hubiese alcanzado los 240 diputados (ha sacado 143) provocando el hundimiento de la plataforma centrista de Macron, Hoy estaríamos ante una seria crisis política en la Unión Europea, cuatro meses antes de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Unas elecciones en las que aún no sabemos si Joe Biden será candidato a la reelección.
Aunque obedezca primordialmente a razones de política interna -preservar su espacio ante el Partido Popular y evitar que la lista Alvise le robe votos-, la maniobra de Vox forma parte de una operación de política internacional de notable calado. La apuesta es Trump. La apuesta es Putin. La ruptura con el PP en el plano autonómico parece haber pillado por sorpresa a los populares, mientras que los socialistas no la creían posible hasta hace dos días. El PP apenas ha empezado a metabolizar lo ocurrido y el PSOE parece algo perplejo.
Vox ha roto con el PP, pero no sabemos si el PP va a romper espiritualmente con Vox. La respuesta, el próximo 5 de noviembre, fecha de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Hasta entonces, toda conclusión será forzosamente provisional
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