La basura fotovoltaica empieza a inundar Europa
19 Febrero 10 - Belén Tobalina Compártelo: Este año se generarán en la UE más de 7.000 toneladas de residuos solares. Será en 2020-2025 cuando se empezará a registrar un incremento importante de desechos, ya que las primeras instalaciones fotovoltaicas a gran escala datan de los años 90. Para el horizonte 2030 se estima que se producirán unas 130.000 toneladas de este tipo de residuos. ¿Qué hacer con ellos?
En los últimos tiempos, las energías renovables se han aupado como la solución al modelo energético actual basado en la quema de combustibles fósiles y en la energía nuclear. No sólo son la alternativa limpia e infinita del mix. En algunos casos, permiten producir energía a partir del aceite usado, del abono de los animales o de los desechos inorgánicos. En definitiva, producir energía de la basura y eliminar así un residuo. Pero las renovables también generan desechos y no serán pocos precisamente los que se producirán mañana cuando se quieran repotenciar los cientos de miles de instalaciones que hay hoy.
En el caso de la fotovoltaica, este año se originarán en Europa casi 8.000 toneladas de residuos solares. En concreto, 7.774, según estiman desde PV Cycle, una asociación sin ánimo de lucro fundada por la Asociación Europea de la Industria Fotovoltaica, la Asociación Solar Alemana y seis fabricantes de paneles fotovoltaicos. Pero no será «hasta 2020-2025 cuando se registre un importante incremento de volumen de desechos, ya que las primeras instalaciones fotovoltaicas a gran escala datan de los años 90», explica desde Bruselas Virginia Gómez, ingeniero Científico y de Operaciones de la asociación PV Cycle. «En 2030 –prosigue la experta– se estima, según nuestros estudios, que se producirán más de 130.000 toneladas» de este tipo de desechos, y sólo en Europa. Y es que un módulo fotovoltaico no es, por muy verde que se vea, biodegradable. En un panel de «silicio cristalino, a grandes rasgos, el diez por ciento es aluminio, el 75 es vidrio, el dos por ciento, silicio, y el 0,5 por ciento es cobre. Los módulos de capa fina son, en cambio, prácticamente un 90 por ciento vidrio», añade.
En el caso de España, nuestro país cuenta con 3.350 megavatios (MW) fotovoltaicos conectados a la red y más de 50.000 instalaciones. «Sólo en 2008 se instalaron 2.661 megavatios fotovoltaicos. Y como cada módulo de los que se fabrican ahora tiene entre 160 y 200 vatios (los de antes eran de unos 40 vatios), ese incremento de potencia alcanzado en un único año supone que en España se instalaron en 2008 nada menos que unos 15 millones de paneles solares fotovoltaicos», detalla el portavoz de la Asociación de la Industria Fotovoltaica (ASIF), Tomás Díaz. En concreto, entre 13.305.000 y 16.631.250 módulos de unos 18 kilogramos cada uno que se convertirán en basura en 20 o 25 años.
Pero no es que el panel no dure más, de hecho «puede durar técnicamente mucho más, entre 30 o 40 años», explica Gómez. Pero «el tiempo de garantía de rendimiento que dan los fabricantes son 20-25 años. Tiempo en el que avalan que el panel rendirá a al menos el 80 por ciento de la potencia nominal, o dicho de otro modo sólo perderá un 20 por ciento de rendimiento desde que se compró», precisa Díaz.
¿Qué habrá que hacer entonces con los 270 millones de kilos de residuos solares que se generarán sólo en España por los paneles instalados únicamente en 2008? ¿Qué se puede hacer con el vidrio, el aluminio, el silicio y el cobre presentes en cada módulo?
Dos tipos de contenedores
Este tipo de preguntas se las debieron hacer hace un par de años las asociaciones antes citadas que fundaron en 2007 PV Cycle con el fin de «crear una red europea de puntos de recogida en los servicios técnicos y almacenes de módulos solares», explica Gómez. «Allí –continúa–, ubicarán dos contenedores, uno para los módulos de silicio y otro para los de capa fina». «A corto plazo se espera recoger principalmente módulos dañados durante su transporte o instalación», añade.
Todo sea por adelantarse a la gran oleada de residuos fotovoltaicos que se registrará dentro de 10 o 15 años. Y evitar así que se repita la misma situación que sucedió con los ordenadores y el resto de la basura microelectrónica o con la nuclear, fuente a la que todavía no se ha encontrado la solución definitiva –no transitoria como el futuro Almacén Temporal Centralizado que se pondrá en España– para los residuos. Lo curioso, es que «aún no existe ninguna exigencia de la Unión Europea de reciclar estos residuos fotovoltaicos», destaca Díaz.
«Además –prosigue–, con esta iniciativa se convierte en la única fuente energética que tiene en cuenta todo el ciclo de vida, incluidos los residuos, y por tanto también velamos por la sostenibilidad».
Más vale prevenir
Y más vale prevenir. Porque si para 2020 se calcula que se recogerán unas 35.400 toneladas de desechos solares, el gran salto en realidad se dará en 2030. Para ese horizonte «se estima que aproximadamente unas 130.000 toneladas serán recogidas y recicladas en toda Europa», precisa Gómez.
Dicho y hecho. El primer candidato elegido para ello, como no podía ser de otra manera, ha sido Alemania, el primer país que instaló cantidades considerables de módulos fotovoltaicos. Allí «se han instalado a principios de año 11 puntos de recogida de paneles fotovoltaicos distribuidos por todo el país», explica Gómez.
«España será el siguiente candidato. Aquí –por allí– se comenzará la implementación a mediados de 2010», avanza Gómez. De hecho, desde hace ya unos meses se viene hablando con diversos miembros del Gobierno al respecto, según fuentes consultadas.
«Después vendrán Italia y Francia, dependiendo del desarrollo del mercado fotovoltaico», añade la ingeniero Científico y de Operaciones de PV Cycle.
Tanto el ciudadano como el profesional del sector podrán depositar los paneles solares fotovoltaicos que quieran retirar en alguno de los punto de recogida «de forma totalmente gratuita», tal y como asegura la experta de PV Cycle. Porque son las empresas socias de la asociación sin ánimo de lucro las que financian, mediante una cuota, la puesta en marcha, el mantenimiento y la gestión del sistema. Para ello, las compañías deberán contribuir «con 0,24 euros por kilo de módulo fotovoltaico puesto en el mercado europeo», afirma Gómez.
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