El 'puticlub' más grande de Europa
21.10.10 - 08:26 - ARTURO CHECA |
La Junquera. Night Club Paradise, considerado el mayor prostibulo de Europa. / VICENS GIMÉNEZ
Ioana tiene 24 espectaculares años, una media melena rubia que les vuelve locos y unos ojos verdes tan seductores como tristes. Dice que dejó atrás Rumanía, su vida, su familia, arrastrada por un joven en el que creyó ver a su príncipe azul. «Vine a España por amor», asegura con un deje de melancolía que le ensombrece el rostro. A su alrededor no hay príncipes, ni carrozas ni rastro de la vida de fábula que soñó la bella Ioana. Hace tiempo que despertó de su cuento de hadas. A su alrededor hay humo, luces de neón, música casposa, hombres ávidos de carne fresca y un ambiente decadente. Ioana se prostituye desde hace tres años en el club 'Dallas', vende el cuerpo que apenas esconde tras un top negro en uno de los muchos locales de alterne que se levantan en los alrededores de La Jonquera (Gerona), el último pueblo español antes de la frontera francesa, una suerte de El Paso europeo atestado de restaurantes de comida rápida, hoteles de carretera y tiendas de souvenirs. Una especie de gigantesca estación de servicio habitada. «¿Vienes por lo del 'Paradise' , verdad? Muchas compañeras mías se van a ir allí». Ioana no es la única que lo nombra. Estos días no se habla de otra cosa en La Jonquera. Buena parte de sus 3.100 habitantes cabecean resignados y tuercen el gesto cuando se les pregunta por el lugar. «Eso va a ser una catástrofe para los franceses. ¡Se van a disparar los divorcios!», juzga Mustapha mientras sirve uno detrás de otro platos combinados y filetones a la brasa en un bar de carretera con dos decenas largas de camioneros en sus mesas. Hoy abre sus puertas el 'Paradise'. No es un lupanar más. Es el mayor club de alterne de Europa. La Jonquera se puso en pie de guerra para evitar lo que consideran una mancha para el buen nombre del pueblo. El Ayuntamiento le denegó la licencia de apertura. Un informe de los Mossos d'Esquadra alegó que generaría «problemas de seguridad y orden público». Pero el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ha dado luz verde para que el 'Paradise' encienda hoy la gigantesca palmera que preside su mastodóntica fachada.
En plena zona industrial, entre gasolineras y talleres de camiones, a las afueras del núcleo urbano, se levanta el ' Paradise'. Por fuera es una nave cualquiera. Otra más del polígono. Hasta que te deslumbran los destellos de un enorme neón rojo: 'Night Club'. Las cifras del mayor local de alterne del continente marean: 2.700 metros cuadrados, más de tres millones de euros de inversión, 150 prostitutas (ya hay 112 apuntadas y pagarán 70 euros por pensión completa), un aforo para 558 clientes, 80 habitaciones, 50 empleados, un puñado de suites a 300 euros… Incluso 'carné de socio', una modalidad VIP pensada para clientes adinerados, dispuestos a pagar una cuota anual de 600 euros para calmar la libido en una sala privada con barra libre, servicio de canapés, vitrinas para que cada socio tenga su botella reservada, cabinas cerradas con butacón y barra de striptease. En lo alto, suspendida a cuatro metros sobre el suelo, la guinda de la lujuria: una 'ducha erótica', una cabina en la que las prostitutas bailarán entre agua de colores y jabón. Una auténtica factoría del sexo.
Hasta las cinco de la tarde de hoy, cuando el 'Paradise' inicie su reinado del alterne en Europa, los únicos 'clientes' del local serán los obreros. Han trabajado a destajo incluso las dos últimas noches para llegar a la fecha de apertura. José Moreno se mueve entre ellos nervioso. 'El Viejo', como lo conocen sus empleados. Es el amo del cotarro, un granadino de 60 años que luce un pendiente en la oreja izquierda y pelo rubio (¿teñido?). Un zorro viejo en el mundillo de los clubes. Tiene tres locales a sus espaldas. Casi tantos como encontronazos con la Justicia. Ha sido detenido por supuesto proxenetismo y presunto blanqueo de capitales. Él lo niega todo con sonrisa socarrona y voz ronca. «¡Dicen que tenía a mujeres atadas en mi casa! ¿Pero Dios mío, cómo voy a engañarlas yo así? Ellas saben a lo que vienen y yo lo único que hago es pagarles el billete y pedirles que tengan papeles». La Justicia aún no ha hablado.
Camas con dosel y jacuzzi
La sala principal del megaburdel impresiona. Parece un plató de cine. Tiene el tamaño de una cancha de baloncesto. Una interminable pantalla de leds de 20 metros de largo ocupa una pared entera y siembra el recinto de reflejos multicolores. Una escalera de caracol conduce a las chicas a una pasarela en el techo que cruza la estancia a todo lo ancho. Bailes en las alturas. Cubatas a 12 euros. La cerveza, a 10. Precios modestos si se comparan con los de la sala VIP, con whiskys reserva a 35 euros la copa. Y botellas de champán de 500. José no se pilla los dedos con lo que cobrarán las chicas. «Eso es cosa de ellas…». La media ronda los 60 euros. Aunque el gerente se vende bien. «Aquí va a haber bailarinas profesionales». Y la tarifa puede dispararse entonces a los 200 euros la media hora.
El monstruo del placer sigue en un segundo piso. Pasillos eternos con las habitaciones a cada lado. No falta un salón de belleza. Y las suites, con camas guarnecidas con dosel y un jacuzzi junto a la ventana rodeado por suelos de cristal de los que emanan luces rojas, verdes y azules. Con vistas al polígono industrial. Allí fuera la actividad no para ni de madrugada. Allí fuera muchos miran mal hacia el 'Paradise'. José lo sabe. Pero defiende su burdel. «Aquí no vamos a molestar a nadie. El pueblo está a tres kilómetros. Y lo que vamos a traer es riqueza para los negocios. Las chicas harán caja en las perfumerías y farmacias. Y los clientes llenarán también los restaurantes». Basta pasar un día en La Jonquera para comprobar el poco peso de los argumentos de 'El Viejo'. Las mesas de los bares y restaurantes ya están atestadas día y noche. El alcalde, Jordi Cabezas (CiU), también ha dado su respuesta. Una ordenanza municipal ya prohíbe que dos locales de alterne cohabiten en un radio de tres kilómetros. El 'Paradise' se ha salvado de la quema. «Pero, a partir de ahora, ni un club más», sentencia Cabezas.
En el 'Dallas', Ioana se acoda de espaldas a la barra. Aún le quedan cuatro de sus doce horas de trabajo. No oculta que puede llegar a ganar hasta 200 euros en una buena noche. Pero ésta no es la fábula que ella anhelaba. No le importa si el 'Paradise' saldrá adelante, si los disgustados vecinos de La Jonquera tardarán mucho tiempo en aceptar que se les conozca como el pueblo con el mayor puticlub de Europa o si el macroburdel hará que el municipio se convierta en una especie de 'Perpignan español'. Suspira. Otea ahíta entre el medio centenar de mujeres que se contonean casi en ropa interior en un mar de abrazos masculinos. Ioana asegura que muchas son mujeres casadas a las que sus maridos mandan desde Rumanía para prostituirse. Pero entonces, su cara se ilumina.
Y sonríe. «Aún no tengo bastante dinero, pero voy a regresar pronto a mi país. ¡Igual me voy este fin de semana! Quiero ser 'esteticién'». Y vuelve a sonreír en 'su paraíso'. Sueña con volver a casa. Aún cree en los cuentos de hadas.
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