¿Qué fue de los rusos?
Un detalle de un cartel de la editorial Gosizdat, de 1925.
El país de Tolstoi y Chejov era a las letras lo que Brasil al fútbol...
... Sin embargo, sus 'nietos' son ignorados en Europa
Daniel Utrilla (Corresponsal) | Moscú
Frentre al alud de nuevos autores escandinavos que llenan la despensa de las librerías españolas, el estante de 'literatura rusa contemporánea' resulta tan desangelado como el mostrador de una carnicería moscovita durante los últimos años de la perestroika.
Si bien los clásicos de la literatura rusa están hoy más vivos que nunca (gracias a las nuevas traducciones directas), los escritores rusos contemporáneos apenas dan señales de vida. ¿A qué se debe este vacío existencial (de existencias) en las librerías españolas?
Boris Akunin y su saga detectivesca protagonizada por Erast Fandorín (un Sherlock Holmes en la Rusia de los zares), Ludmila Ulitskaya, o los posmodernistas Vladimir Sorokin y Viktor Pelevin son algunos de los autores rusos vivos que han roto el hielo y asoman la cabeza con ahínco de periscopio en el mercado editorial español.
La escasa inmigración y la juventud de los estudios de Filología Eslava justifican, en parte, el desinterés por los nuevos rusos.
Sin embargo, su tímida presencia queda eclipsada por el grueso de las grandes novelas rusas que conquistaron Europa por su propio peso en el siglo XIX, se hicieron un hueco en sus estanterías y ahí siguen, tan frescas, como mamuts congelados con los tejidos vivos intactos.
En los últimos, años obras maestras de León Tolstoi (de cuya muerte se cumplieron cien años el pasado noviembre), de Fiodor Dostoyevski o de Nikolai Gogol (bicentenario en 2009) se reeditan y traducen directamente del ruso para recuperar los matices que se perdieron en el camino de las traducciones indirectas, práctica que en su día ya lamentó Antonio Machado: "Traducida, y mal traducida, ha llegado a nosotros [la literatura clásica rusa] (...) acaso, vertida del ruso al alemán, del alemán al francés, del francés al misérrimo español de un traductor catalán, que tradujo a peseta por página (...)".
Los grandes autores rusos del siglo XX que buscaron las cosquillas con su pluma al régimen soviético tampoco han dejado de estar al alcance de la mano en nuestro país. Por 'Lolita' (1955), de Vladimir Nabokov, no pasan los años y a día de hoy es uno de los clásicos del siglo XX más reeditados en todo el mundo. Asimismo, 'Archipiélago Gulag' de Alexander Solzhenitsin (fallecido en 2008), la pormenorizada guía sobre la espantosa red de campos de trabajo forzado del estalinismo, sigue siendo una referencia en Occidente y también en Rusia (donde acaba de incorporarse al plan escolar con una versión adaptada). La obra cumbre de Boris Pasternak, 'Doctor Zhivago' (1956), que acaba de ser traducida por primera vez al castellano directamente del ruso por Marta Rebón (Galaxia Gutenberg) es el último clásico ruso 'restaurado'.
A ello se une el descubrimiento de obras inéditas de autores de la primera mitad del siglo XX nunca antes traducidas al ruso, labor que acomete desde hace dos años la editorial independiente Nevski Prospects, con deliciosas rarezas como un cuento de Dostoyevski titulado 'El cocodrilo' que (bajo el insólito rótulo de 'obra cómica') narra la increíble peripecia interior de un peterburgués en el estómago de un cocodrilo que lo engulle sin decir esta boca es mía.
'Muchos de estas obras se ensimisman en la propia tradición literaria ruso-soviética; son textos que hablan entre sí, interesantes pero difíciles'.
El ruso es uno de los mercados editoriales más dinámicos del mundo, debido entre otras cosas a la tradicional voracidad de sus lectores. ¿A qué se debe entonces el escaso peso de los autores rusos vivos en el mercado editorial español? ¿Son víctimas los nuevos talentos de la literatura agigantada de sus antepasados? "Creo que aún no se ha dado el caso de un autor contemporáneo ruso que tenga tanto tirón como los autores clásicos o soviéticos. Considero que esto obedece a que, a diferencia de Francia, Alemania o Reino Unido, aquí todavía no hay una fuerte inmigración rusa o bien generaciones de rusos nacidos en España cuyo imaginario cultural esté a caballo entre ambos mundos", explica a EL MUNDO.es Marta Rebón, cuya traducción de 'Vida y destino', la grandiosa novela épico-bélica de Vasili Grossman (Galaxia Gutenberg) se ha convertido en un éxito de ventas en España.
"Hay que tener en cuenta que los estudios de Filología Eslava se establecieron relativamente tarde en nuestro país", apostilla Rebón, que prepara actualmente las memorias de Iliá Ehrenburg en siete volúmenes para la editorial Acantilado.
Pese a todo, la prestigiosa traductora se muestra esperanzada: "Ahora sí que tenemos varias hornadas de especialistas en lengua y literatura rusa". Su optimisto queda justificado por la traducción en los últimos años de autores contemporáneos como Mijail Kurayev (volcado al castellano por Jorge Ferrer), o Vasili Golovanov (con la traducción de 'Visiones de Asia' a cargo de Ricardo San Vicente), así como la reciente compilación de artículos costumbristas de la periodista Katia Metelizza recién editada por Demipage.
Que ningún escritor ruso actual haya alcanzado la preminencia apostólica de los genios del XIX, no parece razón suficiente para explicar su escaso peso en las librerías españolas.
Autores contemporáneos nacidos en la década de los 60 que hoy descollan en el mercado ruso como Dimitri Bikov o Mijaill Shishkin, no acaban de llegar a España porque las editoriales calibran mucho los riesgos y raramente se arriesgan si una obra no ha destacado en Francia, Alemania o Gran Bretaña. "Lo que se publica en España sigue de cerca lo que se publica antes en otros países europeos, como pasó con el fenómeno Grossman que triunfó en toda Europa antes de salir en español", explica a elmundo.es James Womack, poeta y fundador junto con su mujer (la escritora gaditana Marián Womack) de la editorial independiente Nevsky Prospects.
Gran aficionado a la ciencia ficción y a la novela negra (género estrella en Rusia), Womack cree el desabastecimiento de novelas rusas actuales en el mercado español se debe, en parte, a la complejidad de la literatura rusa actual, muy interesada en la experimentación y el posmodernismo, un concepto que, puntualiza Womack, "abarca mas cosas en Rusia que en otros países".
Muchas de estas obras se ensimisman en la propia tradición literaria ruso-soviética, lo que da lugar a "textos que hablan entre sí, o textos que son reescrituras o respuestas a textos anteriores", explica el joven editor. Todo ello exige un conocimiento de la tradición literaria rusa anterior por parte del lector, lo que dificulta su exportación a Occidente, y obliga apuntalar las traducciones con numerosas notas a pie de página.
Womack pone como ejemplo las obras de Pelevin. "En ellas hay muchos guiños a la literatura del pasado y a la literatura soviética, y eso, que las hace muy interesantes desde el punto de vista de la construcción y de la historia de la literatura rusa, dificultan a su vez su exportación", explica.
Nevsky Prospects, que se ha hecho hueco en las librerías con un formato pequeño, atractivo y reconocible gracias a unas cubiertas monocronas copadas por una gran inicial, apuesta sobre todo por novelas poco conocidas de la primera mitad del siglo XX. Este verano publicará la primera obra de un autor vivo: 'El lunes empieza el sábado' (1965) de los hermanos Strugatski (Boris vive, mientras que Arkadi, el mayor de los dos, murió en 1991). Se trata de un clásico de la ciencia ficción soviética que fue publicado en Gran Bretaña en 1975 y que Womack no duda en tachar de "sátira con un toque de Harry Potter".
No hay comentarios:
Publicar un comentario