La guerra de la innovación entre Beijing y Washington
Por John Bussey
Una batalla titánica está en curso entre China y compañías estadounidenses alrededor de la innovación.
Los burócratas chinos han estado implementando una serie de regulaciones y programas de gastos del gobierno que apuntan a que el país se transforme en una potencia tecnológica global para 2020.
Las nuevas iniciativas —enmarcadas en un creciente nacionalismo y la creencia de que las compañías extranjeras dominan injustamente tecnologías clave— abarcan desde grandes inversiones en industrias nacionales hasta leyes de patentes que favorecen a las compañías chinas y medidas que, en lo esencial, requieren a las empresas extranjeras que transfieran tecnología a China si esperan vender en su mercado.
Según los ejecutivos estadounidenses, la nueva política industrial de Beijing es como los Borg de Viaje a las Estrellas, personajes mitad máquina, mitad orgánicos que asimilan todo lo que encuentran a su paso, en este caso las invenciones de otros países. El propósito de China, que está plasmado en el documento "Plan de mediano y largo plazo para el desarrollo de la ciencia y la tecnología (2006-2020)" lo explica en esos términos. China construirá su dominio "fortaleciendo la innovación a través de la coinnovación y la reinnovación basada en la asimilación de tecnologías importadas".
"Es un problema enorme de estrategia a largo plazo", dice un alto ejecutivo de una empresa de tecnología estadounidense en China. "No es solamente la crisis del día para las compañías estadounidenses. Es la crisis", sostuvo.
Desde el comienzo, los choques vinculados al acceso al mercado han sido endémicos en las relaciones empresariales entre China y Estados Unidos Pero las últimas iniciativas chinas, que comenzaron a tomar impulso a fines de 2009, cambiaron el juego, revelando una batalla nacional mucho más amplia para acceder a tecnologías globales.
Desbordada por las protestas de las compañías, la Cámara de Comercio de EE.UU., un grupo que reúne a empresas, encargó un informe para medir el alcance de las acciones chinas. Encontró lo que llama, en un lenguaje a veces complicado, una "red intrincada" de nuevas regulaciones "consideradas por muchas compañías internacionales de tecnología como un borrador para el robo de tecnología a una escala que el mundo nunca vio antes".
El informe de 44 páginas, "El avance de China hacia la innovación propia: una red de políticas industriales", detalla el complejo grupo de nuevas iniciativas que las compañías extranjeras enfrentan. El informe recibió atención mediática cuando fue publicado a mediados del año pasado y en los meses siguientes fue difundido ampliamente, transformándose en un tema de conversación en las oficinas de las compañías y del gobierno en todo el mundo antes de las recientes negociaciones con China.
Representantes de compañías tan diferentes como IBM, Praxair, Microsoft, Alstom, Motorola, Cisco, Corning y Caterpillar recibieron la información. Los académicos chinos también. Y General Electric distribuyó el informe entre sus más altos gerentes.
China dice que no hay nada amenazador en sus esfuerzos: simplemente se quiere modernizar. Desarrollar tecnología local es mejor que continuar pagando altas regalías por las invenciones extranjeras, dicen funcionarios chinos. Con respecto a "reinnovar" o "asimilar" tecnología extranjera, eso no es diferente a lo que Japón y países occidentales hicieron cuando se industrializaron, agregan.
Las compañías estadounidenses no lo ven así. Les preocupa, por ejemplo, que el nuevo proceso de aprobación de China para el ingreso de tecnologías está haciendo que los productos se queden en la frontera mientras los técnicos examinan los diseños con la intención de hacer un poco de "asimilación".
"Simplemente unimos los puntos por primera vez para mostrar la escala de esta política industrial", dice James McGregor, el autor del informe y un asesor de APCO Worldwide, una firma de comunicaciones estratégicas.
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