Francia y Alemania buscan un impulso radical para antes del 9 de diciembre
Alemania y Francia, conscientes según altos funcionarios europeos de que no necesitan un amplio respaldo para modificar los tratados, están explorando métodos radicales que esperan concretar antes del nueve de diciembre para lograr una integración fiscal más profunda y rápida entre los países de la zona euro según la agencia Reuters.
La primera intención de Berlín fue buscar un acuerdo entre los 27 países de la Unión Europea para reemplazar una parte de los contenidos del Tratado de Lisboa, la piedra angular de la UE, antes de finales de 2012. Esa reforma consistiría en imponer controles más estrictos sobre el presupuesto de los 17 países para repeler el asalto de la crisis de deuda.
La canciller alemana, Angela Merkel, tuvo que cambiar de opinión después de comprobar que no conseguiría el aval de los 27 ni siquiera sumando la presión de Francia y su presidente Nicolas Sarkozy. Aunque fueran capaces de implicarlos a todos, la reforma no sería una realidad hasta un año después. Roma, Madrid y París no pueden sentarse a esperar tanto tiempo mientras los cornean una y otra vez los mercados.
Como resultado, los altos funcionarios franceses y alemanes han estado explorando otras formas de lograr sus objetivos y entre ellas destacan dos grandes vías: un acuerdo entre los miembros de la eurozona o un pacto por separado y fuera del paraguas del Tratado de Lisboa que implicase a entre ocho y diez países. Todavía no han alcanzado ningún consenso definitivo.
Esta información de Reuters confirma y desarrolla una exclusiva anterior que apuntaba, el nueve de noviembre, a que París y Berlín habían iniciado una discusión para cambiar radicalmente la eurozona acelerando su integración y reduciendo su tamaño. Había que agilizar los acuerdos y prevenir graves desequilibrios presupuestarios.
Los alemanes “han tomado su decisión” de acuerdo con las declaraciones de altos funcionarios europeos que recoge la agencia británica. Y esa decisión no es otra que la de cambiar “rápidamente” el guión de Lisboa en sus márgenes creando un nuevo núcleo duro de entre ocho y diez países. Para ello, “están al habla 24 horas al día con todas las capitales europeas”.
Francia y Alemania parecen de acuerdo en que los bonos comunitarios o la mayor libertad para las compras masivas de deuda que pueda llevar a cabo al Banco Central Europeo son necesarios para mitigar las consecuencias de la crisis, pero subrayan también que primero debe avanzarse en una robusta integración fiscal. Otro problema adicional es que no todos los países pueden moverse en esa dirección al paso que marcan en París y Berlín.
No sólo atraviesan graves dificultades para cumplir con las restricciones presupuestarias Grecia, Irlanda y Portugal, que están recibiendo la ayuda conjunta de la UE y el Fondo Monetario Internacional, sino también Italia y España y algunos países de Europa del Este, como Eslovaquia. La situación se complica más todavía en los Estados que ni siquiera creen que la receta de austeridad que Merkel intenta imponer sea adecuada para sus economías.
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