La misión última de la superinyección de liquidez, tanto de la del pasado diciembre como la de mañana, es que los bancos vuelvan a abrir el grifo del crédito a la economía real. Al menos, ese es el deseo que Mario Draghi expresó al anunciar la iniciativa el 8 de diciembre. "Estas medidas deberían garantizar un mayor acceso del sector financiero a la liquidez y facilitar el funcionamiento del mercado monetario. Se espera que apoyen el suministro de crédito a los hogares y las sociedades no financieras", sentenció.
Pero, si el objetivo es que el dinero del BCE acabe en los bolsillos de familias y empresas, ¿por qué estas no pueden acudir directamente a la ventanilla de Draghi? Así se ahorrarían los intermediarios y podrían disfrutar de un tipo de interés imposible de conseguir en una entidad financiera. De entrada, pagarían solo el 1%, con posibilidad de rebajas adicionales en caso de que Draghi recorte los tipos de intervención de corto plazo en el futuro, como espera un número creciente de economistas.
En algunos países de la zona euro, determinadas entidades que no son propiamente bancos están planteándose acudir a la subasta. Así lo estudian las filiales financieras de empresas del sector automovilístico, como Volkswagen y Peugeot Citröen, según ha publicado recientemente elFinancial Times. El equivalente a esta figura en España serían los establecimientos financieros de crédito (EFC).
¿Qué son los establecimientos financieros de crédito?
Los EFC, regulados desde 1994, son también entidades financieras, aunque con una serie de peculiaridades frente a los bancos propiamente dichos. Se centran en la realización de operaciones crediticias, como la gestión o emisión de tarjetas de crédito y la concesión de avales y garantías. Otra diferencia fundamental frente a los bancos es que no pueden captar depósitos del público. Por este motivo, no tienen obligación de estar adheridas al fondo de garantía de la banca.
El número de
EFC registrados en el
Banco de España asciende a 57, según el último listado del supervisor gobernado por Miguel Ángel Fernández Ordóñez. La mayoría de ellos son filiales de entidades bancarias -Bansabadell Financiación, Bankinter Consumer Finance, Santander Consumer, entre muchas otras-, pero también las hay que dependen de otro tipo de empresas. Así hay EFC controlado por Volkswagen, por
Scania, por
Mercedes-Benz o incluso por
El Corte Inglés o Carrefour.
¿Qué requisitos hay que cumplir para acudir a las subastas?
Sobre el papel, el BCE es bastante generoso a la hora de permitir el acceso a las subastas de liquidez. O, más bien, todo lo generoso que puede ser dado su campo de actuación. En principio, para llamar a la puerta del supervisor europeo basta con cumplir tres requisitos.
El primero limita el acceso a las entidades sujetas al sistema de reservas mínimas comunitario, lo que significa que deben guardar en la caja fuerte una cantidad específica del dinero que manejan en función de sus activos.
El segundo criterio tampoco es muy restrictivo, aunque quizá está sujeto a alguna subjetividad: las entidades deben ser solventes. También se requiere cierto grado de supervisión sobre ellas.
Hasta ahí, nada en contra de los EFC. Son entidades de crédito, deben guardar un mínimo de reservas y no hay por qué dudar de su solvencia.
Pero entonces se llega al tercer requisito. Para participar en las subastas, las entidades "deben cumplir ciertos criterios de tipo operativo que se especifican en las disposiciones normativas o acuerdos contractuales correspondientes aplicados por los respectivos bancos centrales nacionales", especifica el BCE.
Una decisión particular por países
Ahí es donde los establecimientos financieros de crédito se caen de la lista, al menos en España y por el momento. "Hay una cierta discrecionalidad de los bancos centrales y en el caso español se considera que no pueden acudir", explican fuentes financieras. El criterio adicional que el Banco de España exige para participar en la barra libre del BCE es que las entidades formen parte del llamado Target2, el sistema centralizado de liquidación de operaciones en tiempo real del eurosistema. Y los establecimientos financieros de crédito no lo hacen.
Ese es el motivo por el que los EFC españoles están al margen de las subastas, pero no se trata de una decisión inamovible ni igual en toda Europa. Por ahora, el Banco de España no lo permite; el día de mañana, ya se verá, señalan las mismas fuentes. De hecho, la asociación que engloba a los establecimientos financieros de crédito, Asnef, reclama desde hace años la posibilidad de participar en las subastas con la esperanza de que cambien las reglas.
Se trata de un tema complejo, ya que no hay una definición única de los EFC homogénea en todaEuropa. En algunos países son más parecidos a los bancos, de ahí que aceptarlos en las subastas sea más fácil; en otros, son más semejantes a una compañía tradicional, lo que complica el proceso.
Otro punto es ver de dónde lograrían las garantías para presentar ante el BCE a cambio del maná del dinero al 1%.
¿Un efecto mayor que prestar a los bancos?
La duda que queda es si la inclusión de estas entidades en la barra libre de liquidez abriría el flujo del crédito. En teoría, la respuesta es afirmativa, ya que compañías como Carrefour, El Corte Inglés, Mercedes-Benz, Scania o Volkswagen usan sus EFC para, entre otras actuaciones, financiar las compras de sus clientes, permitir el pago a plazos o diferido... Es decir, actúan como bancos en el sentido de que dan crédito y permiten que se reactive el consumo.
Pero también hay voces que cuestionan esta aseveración. La mayoría de los establecimientos financieros de crédito están financiados por sus matrices, así que existe la posibilidad de que usaran el dinero para devolver estos fondos a sus dueñas y que mejoraran sus finanzas internas.
En la primera subasta a tres años celebrada el pasado 22 de diciembre, acudieron 523 entidades, que pidieron un total de 489.190 millones de euros. Los economistas esperan, de media, que este miércoles el importe también se sitúe alrededor del medio billón de euros, si bien hay expertos que elevan la cantidad hasta el billón.