Exdirectivos de Metrovacesa levantan una empresa que triunfa
El sector inmobiliario se desintegra, el número de compañías que ha presentado concurso de acreedores desde 2009 supera los 5.000, según la Asociación Española de Promotores y Constructores de España. El monstruo del ladrillo ha caído con todas sus consecuencias, y son pocas las empresas que salen adelante. Pero haberlas, haylas.
En el municipio valenciano de Puerto de Sagunto tiene su sede Grupo Ágora, una inmobiliaria nacida en pleno derrumbe del sector. Sus artífices, Fernando Cos-Gayón y Mateo Tabernero, exdirectivos de Metrovacesa, en cuanto comenzaron a detectar los primeros síntomas del estallido de la burbuja, se pusieron manos a la obra para crear un modelo de negocio capaz de resistir la debacle del ladrillo.
El germen de todo fue una pequeña constructora, Ágora Construcción, creada en 2001 y especializada en obras privadas. "Aparcamos la venta de promociones y nos centramos en tratar de sacar partido al duro panorama que se vivía en el sector", explica Fernando Cos-Gayón, presidente de Grupo Ágora.
Esencialmente, la fórmula consistía en terminar las obras inacabadas de promotoras en concurso de acreedores.
Y es que la lluvia de concursos comenzó en 2007. La caída más llamativa fue la de Martinsa Fadesa en el verano de 2008, pero ya antes habían entrado en coma un buen número de empresas dedicadas al ladrillo, asfixiadas por las deudas y el freno en seco de la actividad. Entre los nombres más conocidos, por ejemplo, Lábaro, Llanera o Cosmani. La compra de suelo a precios de burbuja, sumada a la paralización del mercado, se convirtió en un veneno para ellas.
Mateo Tabernero, consejero delegado y director financiero, explica que una de las claves es que se han ganado la confianza de los bancos. A diferencia de las promotoras estrelladas, la empresa valenciana no carga con las pesadas losas del endeudamiento ni de una gigante cartera de viviendas sin vender.
De hecho, uno de los negocios principales del grupo consiste en vender pisos procedentes de embargos. "Las entidades financieras se han encontrado de sopetón con una avalancha de viviendas difícil de gestionar. Nosotros les asesoramos y les buscamos compradores", explica Tabernero. Las cifras demuestran que sí se venden casas si el precio es justo y se encuentra el público adecuado. En 2011, Desbanca.com vendió unas 240 viviendas por unos 25 millones, lo que supone un crecimiento del 41% respecto a 2010.
Las otras cifras de Grupo Ágora también sorprenden en un contexto extremadamente sombrío para el sector. Su facturación total avanzó un 37%, destacando especialmente los crecimientos de las áreas de gestión de proyectos y de construcción, con aumentos respectivos del 73% y del 25%. Su actividad dio trabajo en 2011 a más de 200 personas del sector.
Otro mundo fuera
Dentro de España, el negocio está en aprovechar las cenizas del ladrillo para crecer, pero la punta de lanza de Grupo Ágora está en el extranjero. Su directivos defienden que no todo el planeta está en crisis, en América Latina hay grandes oportunidades en materia inmobiliaria.
En Natal (Brasil), cuentan con una constructora dedicada a obra pública y en Uruguay han promovido un edificio de viviendas en Montevideo. El riesgo de burbuja, de momento, es mínimo: el modelo no tiene nada que ver con el español, allí la gente paga su casa prácticamente a tocateja.
La remontada del ladrillo todavía no tiene fecha
En los años del boom, casi cualquiera podía dedicarse al negocio del ladrillo. Era la gallina de los huevos de oro, apenas hacía falta saber nada. Pero ahora la situación ha cambiado radicalmente. Solo empresas con profesionales que conozcan verdaderamente el sector salen adelante. Fernando Cos-Gayón, directivo de Metrovacesa en la Comunidad Valenciana durante años, fichó por Enrique Bañuelos como consejero delegado de Astroc, justo antes de su salida a Bolsa. Le acompañó en la aventura su actual socio en Grupo Ágora, Mateo Tabernero, también procedente de Metrovacesa.
Aunque su paso por Astroc fue breve: ya no estaban cuando se llevó a cabo la Oferta Pública de Venta (OPV).
Ahora, con su propia empresa funcionando a pleno rendimiento, no tratan de adivinar cuándo tocará fondo el ladrillo en España -no tienen fecha estimada-, simplemente se centran en aprovechar la coyuntura para seguir creciendo.
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