Grecia ya tiene nuevo plan
El autor analiza con visión crítica el segundo rescate de Grecia y advierte del peligro de contagio de la crisis helena en la zona euro, con especial atención a la grave situación de Portugal e Irlanda
José Carlos Díez
Por fin el Eurogrupo ha aprobado el segundo rescate a Grecia. Es curioso que se le siga llamando plan de ayuda cuando la cantidad no solo es el récord mundial en los planes de salvamento hasta la fecha, sino que es muy superior a la del primer plan. Lo más preocupante es que el plan adolece del mismo vicio que el anterior y los otros dos de Irlanda y Portugal; está basado en unas previsiones irreales.
La troika espera una caída del PIB del 1% en 2013 -lo cual implica que el país ya crecería en tasa trimestral en 2012 y habría salido de la recesión-, un crecimiento del 2% en 2014 y un 2,5% en 2015 y la deuda pública alcanzaría el 180% del PIB, incluyendo la quita pactada con los acreedores privados. La participación del Banco Central Europeo (BCE) parece que será testimonial e irá cediendo a los socios los beneficios de sus bonos griegos para condonar deuda al país heleno. Se habla de unos 1.800 millones en varios años.
Grecia sigue siendo una bomba de relojería y la medida ha conseguido postergar el problema y ganar tiempo, pero los griegos siguen viviendo día a día. Históricamente, la bomba suele estallar después de unas elecciones o con un golpe de Estado. Por eso el líder de la oposición griega tensó tanto la negociación para pactar el adelanto electoral en abril. Y por la misma razón, los acreedores, principalmente Alemania, quieren prolongar al máximo las elecciones y tensaron la cuerda para que el país ceda soberanía fiscal y demás poderes al tecnócrata Papademos para retrasar al máximo la convocatoria de elecciones. Veremos en qué queda la lucha.
Grecia es de los pocos países desarrollados que han incumplido pagos después de la Segunda Guerra Mundial y tiene registrado el primer default de la historia en el templo de Delos, siglos antes de Jesucristo. Delos fue el primer antecedente de unión fiscal en las polis que crearon el concepto de Estado nación. A finales del siglo XIX, Grecia ya tuvo que ceder soberanía fiscal por las presiones de un sindicato de acreedores internacionales. No obstante, en aquella ocasión la amenaza era una intervención militar, ahora la amenaza es no recibir ayuda financiera.
El problema es que nunca en la historia se había producido un default de 500.000 millones de euros de pasivos exteriores en una región de una unión monetaria con perfecta movilidad de capitales, lo cual favorece enormemente el contagio. Los economistas que asesoraron a los islandeses también han hablado con los griegos. En Islandia también sonaron las trompetas del Apocalipsis cuando incumplieron pagos, pero Fitch ya los ha sacado del bono basura y la economía ya ha entrado en una senda de sostenibilidad con un intenso crecimiento económico basado en ahorro interno y superávit exterior que, junto a la quita, ha permitido que dejen de ser una economía dependiente. Por lo tanto, cuando escuchemos las trompetas pensemos que nos estamos acercando a las murallas de Jericó.
La situación en Portugal también se deteriora día a día y es susceptible de empeorar. Los datos de cuenta financiera se conocen con mucho retraso, pero el principal problema del país es la fuga de capitales, seguramente de inversores domésticos, que buscan protección fuera.
Esta fuga habría sido la variable determinante de la crisis cambiaria si el país mantuviera su soberanía monetaria. Dentro del euro, la apelación del BCE impide que el país estalle, pero se traduce en desapalancamiento y depresión y la dinámica sigue siendo entrópica pero más retardada.
El otro contagio fulminante sería Irlanda. Las multinacionales siguen declarando beneficios y actividad en el país, pero su demanda interna continúa en depresión, con caídas del consumo del 5% y del 15% de la inversión en 2011.
El problema es que las previsiones para 2012 son una caída adicional del consumo del 5% y un 25% de la inversión, con fuerte destrucción de empleo y nuevas caídas del precio de la vivienda del 15%. Las multinacionales no pagan impuestos, por lo que la depresión mantiene el déficit público próximo al 10% del PIB y la previsión es que este año finalicen con una deuda pública próxima al 120% del PIB. Si calculáramos ambos ratios con el PNB, que no incluye la actividad de las multinacionales y que es un mejor indicador de su capacidad de pago fiscal, la situación sería significativamente peor, por lo tanto la probabilidad de impago de Irlanda es muy elevada.
Los inversores internacionales ignoran los fundamentales y los diferenciales irlandeses han bajado en los últimos meses pero, como ha sucedido en Portugal en 2012, la deuda pública irlandesa puede volver a colapsar en pocas semanas. El problema de Irlanda era su deuda privada, principalmente bancaria. Su sistema bancario tenía un ratio de crédito sobre depósito del 175% y la troika exigió en su programa que bajase al 125%, a cambio de permitir usar sus fondos europeos para recapitalizar a los bancos.
El problema es que el desapalancamiento genera depresión y eso aumenta la morosidad y deteriora la tasa de recuperación de los activos adjudicados. Por lo tanto, la banca irlandesa de nuevo vuelve a estar descapitalizada, a pesar de que el país ya ha metido casi un 40% de su PIB en ayudas al sector. Estamos hablando de la peor crisis bancaria de la historia de la humanidad en un país que hace tiempo que no tiene margen fiscal y cuya única solución viable es incumplir pagos. El problema es que el principal acreedor del sistema bancario irlandés es el BCE, al que, según las últimas cifras disponibles, se aproxima al 100% del PIB.
Las subastas a tres años del BCE evitaron el colapso de Italia y permitieron ganar tiempo, pero de nuevo los europeos lo estamos desaprovechando.
José Carlos Díez. Economista jefe de Intermoney
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