martes, 22 de mayo de 2012

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FILOSOFÍA | Ensayo

Estado del malestar

El historiador y pensador Tony Judt, en 2006. | Carlos Barajas
El historiador y pensador Tony Judt, en 2006. | Carlos Barajas
  • El libro póstumo de Tony Judt reclama las democracias burguesas sociales
"El siglo XX es una constante relación de desdichas humanas y sufrimiento colectivo del que hemos salido más tristes pero también más sabios". Lo dice, lo cuenta, el historiador Tony Judt en un libro de conversaciones con otro colega, Timothy Snyder, 'Pensar el siglo XX', (Taurus), una obra que se fue construyendo a finales de 2008, mientras el autor de títulos tan significativos como 'Postguerra' y 'Algo va mal', asumía que estaba afectado por una enfermedad neurológica degenerativa (la ELA), que terminó en poco tiempo con su vida.
De ahí que la entrega adquiera el sentido de un legado, un compendio de sabiduría y experiencia que se convierte en una lección necesaria, en un lectura que no debe perderse todo aquel que quiera reflexionar (entender) cómo hemos llegado hasta aquí, con qué perspectiva debe abordarse el pasado reciente para comprender mejor lo que estamos viviendo.
Se ha dado por hecho que hemos dejado atrás "el siglo XX como un lamentable historial de dictaduras, violencia, abuso autoritario del poder y supresión de los derechos individuales...", señala este maestro de las ideas políticas que, frente al sombrío y extendido relato colectivo de la anterior centuria, se plantea cambiar los términos del discurso a partir de una pregunta básica "¿Y si no partiéramos de una narrativa del horror?".
A raíz de ese interrogante, el mejor Judt, el intelectual disidente y contestario que no duda en enfrentarse a las corrientes en boga, que desmonta tópicos y prejuicios aún a costa de convertirse en un outsider, plantea la siguiente reflexión: "Para cuando llegó la Segunda Guerra Mundial, había mucha más gente de la que ahora nos gusta pensar para la cual la elección entre el fascismo o el comunismo era lo que importaba... Nos resulta difícil recordar una época en la que eran mucho más creíbles que las democracias constitucionales que ambos despreciaban. En ningún sitio estaba escrito que las últimas ganarían la batalla de corazones y mentes, y mucho menos, las guerras".
En tiempos de tránsito, cuando lo que conocemos se desmorona y lo nuevo no acaba de vislumbrarse, Judt y Snyder, Snyder y Judt, recuperan la memoria, el diálogo inteligente, el debate, la confrontación, la necesidad de pensar, de profundizar, frente a quienes se aferran al vacío de la frivolidad. No hay ejercicio más estimulante que seguirlos en su viaje a través de un siglo lleno de contrastes, desde el desolador arranque de la primera contienda mundial y la Revolución Rusa hasta la vuelta de tuerca que supuso el colapso del comunismo en 1989 y más allá.
El Holocausto, el nazismo, el comunismo, el sionismo, el capitalismo... Freud, Hannah Arendt, Sartre y tantos otros intelectuales y figuras clave se dan cita en este libro que se estructura partiendo de la biografía del historiador, (orígenes judíos, educación en una familia de izquierdas, estancia en Israel, etcétera) de tal modo que sus vivencias, sus lecturas, sus descubrimientos, se convierten en marco de referencia para relatar la Historia y para llegar al presente.

La redistribución

Si algo defiende este hombre que reconoce que fue a partir del 11 de septiembre de 2001 cuando empezó a implicarse de manera más polémica en los asuntos públicos estadounidenses (su crítica a la guerra de Irak y a las políticas de Bush y Blair ocupan un interesante capítulo del libro) es el Estado del Bienestar.
"Hay que volver la atención hacia la distribución de los bienes. Hablar más de retribuciones y necesidades que de resultados y eficacia", concluye después de un amplio y convincente análisis de los males del capitalismo, de la inconsciencia de no valorar suficientemente la catástrofe social derivada de las desigualdades.
Contrario a los procesos de privatización, convencido de que la política social consiste en hacer que el electorado tenga la mayor formación posible ("pero incluso una ciudadanía culta no representa suficiente protección contra una economía política abusiva", apunta), Judt hace un llamamiento a la legitimidad de los gobiernos, que deben ajustarse a las premisas bajo las cuales la gente eligió a sus representantes, haciendo que sus acciones se correspondan con sus palabras.
Son muchos los asuntos que se tratan en este libro luminoso que abre infinidad de ventanas y que estimula a ejercitar el propio criterio, a que cada cual fije la atención en unos u otros aspectos y decida si está de acuerdo o no con lo que se plantea.
Cuando Timothy Snyder alude a la seguridad y a la vulnerabilidad de los ciudadanos en las sociedades de hoy, Tony Judt se muestra contundente: "Hemos vuelto a la era del miedo. Vivimos en el temor a un futuro desconocido, el temor de que nuestro Gobierno ya no puede controlar más las circunstancias de nuestras vidas...", señala mientras, inevitablemente, el lector hace su propio repaso: miedo a las bombas, al extremismo islámico; miedo a lo que viene de fuera, a los mercados...
Al final de tan excitante, evocador, viaje intelectual, el historiador nos dice: "Los grandes vencedores del siglo XX han sido los liberales del XIX, cuyos sucesores crearon el Estado del Bienestar en todas sus posibles formas. Ellos consiguieron algo que, todavía en la década de 1930, parecía inconcebible: unos estados democráticos y constitucionales fuertes, con una fiscalidad alta y activamente intervencionistas, que podían abarcar sociedades de masas complejas sin recurrir a la violencia o la represión".
Nos hace pensar en lo insensatos que seríamos (nosotros, habitantes de un planeta en peligro, agredido a nivel medioambiental) si renunciáramos a ese legado. Y nos avisa de que la elección a la que ahora nos enfrentamos consiste en optar "entre la política de la cohesión social basada en unos propósitos colectivos o en la erosión de la sociedad mediante la política del miedo".

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