lunes, 24 de septiembre de 2012

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Gastronomía

Un rincón gallego perfecto para comidas de negocios

María Gómez Silva
Combarro es un clásico para la clase empresarial madrileña: Este restaurante ofrece comedores privados donde discutir de negocios, al tiempo que se disfruta de una carta gallega con la calidad como insignia
El grupo Combarro es todo un clásico de la escena gastronómica madrileña más atada a la tradición. El local enseña de la casa, abierto hace ya 30 años en la calle Reina Mercedes, ha dado de comer a importantes empresarios y políticos durante décadas, ofreciéndoles una carta basada en la tradición gastronómica gallega, donde la seña de identidad es la calidad del producto. Sus cuatro comedores privados, con capacidad de hasta 30 comensales, convierten el restaurante en un lugar ideal para una comida de negocios.
Diego Domínguez, hijo del fundador de la casa, Manuel Domínguez, explica que la apuesta de Combarro está centrada en los ingredientes empleados en su cocina: "Si la materia prima es de muy alta calidad, te va a sacar los sabores sin necesidad de artificios", explica. En ese sentido, asegura que "la identidad de la casa está en su besugo, el centollo" o el clásico pulpo que, servido en su mesa y acompañado del albariño que producen en sus bodegas Valdeamor, adquiere otra dimensión.
"Controlamos hasta la temperatura de la furgoneta de nuestro proveedor", asevera Domínguez quien, citando un lema de su padre, explica que "un restaurante se inaugura todos los días" y no puede descuidarse ni una jornada de servicio.
Este empresario, presidente de la Asociación de Jóvenes Restauradores de Europa en España, defiende que la innovación en el campo de la gastronomía ha logrado que "hasta el local más pequeño se haya preocupado de cómo presentar un plato". No obstante, defiende que el gusto del público ha cambiado recientemente y ya hay quien prefiere "tomar un percebe a una espuma de percebe".
Es a ese público al que va dirigido la carta de Combarro, que se caracteriza por su fuerte presencia de marisco de Galicia -que mantienen en su propio vivero- y pescado. Ostras Arcade, nécoras, centollos y percebes presiden la oferta, en la que también se incluyen recetas más modestas pero preparadas de manera artesanal, como las tradicionales empanadas gallegas.
Asimismo, es posible comer de manera desenfadada en la planta baja del local o incluso en la terraza, disfrutando de los últimos coletazos del verano.
El precio del cubierto es de unos 55 euros en el restaurante y de entre 35-35 euros en la zona de picoteo de la planta inferior.

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