En el corazón del Bajo Ampurdán
Sota Els Àngels, un vino de las entrañas de la tierra
Los bodegueros María Jesús Polanco y Guy Jones, en las viñas de Sota Els Àngels.
P. ÁLVAREZ
Las Gavarres. Bajo Ampurdán. Un bosque de alcornoques, encinas, pinos, brezos y madroños. Ocho hectáreas de un denso viñedo donde conviven las tintas merlot, syrah, samsó, cabernet sauvignon, carmenere, y las blancas viognier y picapoll. Una bodega, Sota Els Àngels. Y un proyecto, más que empresarial, vital. El de María Jesús Polanco, antropóloga, y su esposo, el británico Guy Jones, con experiencia previa en temas agrícolas en su país, que han hecho de este recóndito e idílico lugar, un espacio de buenas vibraciones, donde prima el respeto a la naturaleza. El vino es su forma de vida. Viven a pie de la viña.
Cuidan la tierra, vigilan que mantenga su equilibrio y realizan un minucioso control ecológico. La tierra y el cielo marcan la pauta de esta bodega. Porque la filosofía de trabajo en Sota Els Àngels (recibe el nombre de la vecina montaña Els Àngels) es sencilla y a la vez compleja, ya que se rige por los parámetros de la biodinámica, basada en un sistema ecológico sostenible y con el que buscan extraer el alma de cada una de las variedades de uva. “Evitar el uso de productos químicos se traduce en muchas horas de trabajo manual y en asumir grandes riesgos”, afirma María Jesús Polanco, mientras pasea por las viñas. Yrecuerda el contratiempo de este año, en el que perdieron, en plena floración y luna llena, toda la variedad de samsó y una buena parte del merlot, debido a la enfermedad de mildiu. “Esta adversidad nos ha hecho aprender y crecer”, dice.
La plantación de la viña es de dos metros por uno, característica esencial para el vigor y calidad de una uva que impregnará posteriormente al vino de los matices del propio terroir. La poda se realiza de forma manual y según el ciclo de la luna, con el fin de que los viñedos tengan una menor carga de uva y los racimos tengan una mayor concentración. Sirva como ejemplo que las dos variedades blancas producen cerca de dos kilos por planta. Las tintas, excepto la syrah de la que de cada planta solo se obtienen unos 400 gramos, tienen un peso de kilo y medio. En la bodega, que está en proceso de tramitación de los sellos de alimentos ecológicos de la Generalitat de Cataluña (CCPAE), y de la asociación ecológica Demeter, que certifican la producción ecológica y biodinámica, vaporizan la viña con preparados de hierbas medicinales y agua de lluvia.
La producción en estos momentos es de 15.000 litros (18.000 botellas), y el objetivo es llegar a las 35.000 botellas (una por cada cepa). La primera añada del tinto Sota Els Àngels fue la de 2007, con 6.000 botellas (39,5 euros), calificada por Josep Roca, sumiller del mejor restaurante del mundo, El Celler de Can Roca, como un principio angelical. De la edición de 2008 acaban de salir 8.000 unidades (38,5 euros), envejecido durante 12 meses en barricas de roble francés, un vino elegante y persistente. De la cosecha de 2009 nace Desea (5.626 botellas, a 20 euros cada una), profundo y manteniendo la esencia del terruño. De gran complejidad en nariz y fuerte personalidad, es el blanco 2011 (28 euros), cuya producción ha sido de 3.150 botellas.
Cuidan la tierra, vigilan que mantenga su equilibrio y realizan un minucioso control ecológico. La tierra y el cielo marcan la pauta de esta bodega. Porque la filosofía de trabajo en Sota Els Àngels (recibe el nombre de la vecina montaña Els Àngels) es sencilla y a la vez compleja, ya que se rige por los parámetros de la biodinámica, basada en un sistema ecológico sostenible y con el que buscan extraer el alma de cada una de las variedades de uva. “Evitar el uso de productos químicos se traduce en muchas horas de trabajo manual y en asumir grandes riesgos”, afirma María Jesús Polanco, mientras pasea por las viñas. Yrecuerda el contratiempo de este año, en el que perdieron, en plena floración y luna llena, toda la variedad de samsó y una buena parte del merlot, debido a la enfermedad de mildiu. “Esta adversidad nos ha hecho aprender y crecer”, dice.
La plantación de la viña es de dos metros por uno, característica esencial para el vigor y calidad de una uva que impregnará posteriormente al vino de los matices del propio terroir. La poda se realiza de forma manual y según el ciclo de la luna, con el fin de que los viñedos tengan una menor carga de uva y los racimos tengan una mayor concentración. Sirva como ejemplo que las dos variedades blancas producen cerca de dos kilos por planta. Las tintas, excepto la syrah de la que de cada planta solo se obtienen unos 400 gramos, tienen un peso de kilo y medio. En la bodega, que está en proceso de tramitación de los sellos de alimentos ecológicos de la Generalitat de Cataluña (CCPAE), y de la asociación ecológica Demeter, que certifican la producción ecológica y biodinámica, vaporizan la viña con preparados de hierbas medicinales y agua de lluvia.
La producción en estos momentos es de 15.000 litros (18.000 botellas), y el objetivo es llegar a las 35.000 botellas (una por cada cepa). La primera añada del tinto Sota Els Àngels fue la de 2007, con 6.000 botellas (39,5 euros), calificada por Josep Roca, sumiller del mejor restaurante del mundo, El Celler de Can Roca, como un principio angelical. De la edición de 2008 acaban de salir 8.000 unidades (38,5 euros), envejecido durante 12 meses en barricas de roble francés, un vino elegante y persistente. De la cosecha de 2009 nace Desea (5.626 botellas, a 20 euros cada una), profundo y manteniendo la esencia del terruño. De gran complejidad en nariz y fuerte personalidad, es el blanco 2011 (28 euros), cuya producción ha sido de 3.150 botellas.
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