Oro: Ojo con todo lo que reluce
Fernando Mañueco
Dos factores han condicionado negativamente la cotización del oro en los últimos días. Primero, el temor a que la Reserva Federal de Estados Unidos comience antes de lo previsto a retirar las medidas de estímulo económico. El propio presidente, Ben Bernanke, aseguró esta semana pasada que contempla reducir el programa de compra de bonos si mejoran los indicadores económicos. Varios miembros de la Reserva se han mostrado a favor de empezar a desmantelar las medidas extraordinarias ya a partir del mes de junio. La segunda referencia negativa para el oro han sido los pobres datos de actividad manufacturera en China. El índice PMI se ha contraído por primera vez en siete años, lo que ha golpeado a los mercados de materias primas.
Por unas cosas o por otras, lo cierto es que el oro ha perdido buen a parte de su brillo en las últimas semanas. Después de doce años con una espectacular subida, ahora comienzan a surgir señales de cansancio. El precio tocó un máximo en octubre (1.800 dólares/onza troy) y desde entonces ha ido menos. Una onza troy equivale a 31,103 gramos. Un kilo de oro son 32 onzas. El vil metal está de capa caída. En estos días la onza de oro se paga por debajo de 1.400 dólares, es decir a su precio más bajo de los últimos 26 meses. En los últimos días el oro ha sufrido una espectacular caída. Ha perdido un 20% de su valor desde comienzos de año. Es, de hecho, porcentualmente, la mayor caída que se recuerda en los últimos 30 años.
La onza de oro se pagaba muy cerca de los 1.700 dólares al cierre del pasado ejercicio. Es su peor racha de bajas desde que comenzó la crisis financiera. Los temores sobre la inflación se han desvanecido y el crecimiento económico global ha mejorado. Las agresivas medidas de estímulo que ha adoptado el Banco de Japón han contribuido a quitarle brillo al oro. Hay otros culpables en esta depreciación, como la mejora de los indicadores económicos, la apreciación del dólar, las ventas de los grandes bancos centrales, la menor demanda en China... Además, Chipre podría vender sus reservas de oro para aliviar el déficit. Las malas rachas económicas y/o políticas animan al oro, que se considera un valor refugio para tiempos difíciles. Sin embargo, cuando mejora la situación, por poco que sea, el oro pierde parte de su atractivo. En los últimos meses se ha diluido el temor a una ruptura del euro y de Europa, al tiempo que Estados Unidos ofrece indicadores económicos prometedores.
Los inversores se preguntan si se trata de un paso atrás para tomar impulso o si ya hay que dar por terminada la tendencia alcista del oro. En abril los inversores internacionales aprovecharon la caída de precios -próxima al 17%- para comprar oro. Ahora esos mismos inversores, ante una nueva caída de precios, seguramente se mostrarán más cautos y esperarán precios más bajos. Algunos analistas consideran que el precio del oro está todavía 300 dólares por encima de su valor "lógico". Otros expertos añaden que si el oro bajase claramente de los 1.300 dólares por onza, seguramente parte de los productores mundiales comenzarían a reducir su producción, lo que a su vez contendría la caída.
En cualquier caso, los metales preciosos seguirán sufriendo una intensa presión vendedora si el dólar continúa fuerte. De hecho, se está produciendo un descenso global en los precios de las materias primas. La caída del oro se ha contagiado también a la plata, que se paga en estos días a su precio más bajo de los últimos tres años. Poco más de 20 dólares por onza troy, un nivel que no se veía desde septiembre de 2010. La negociación de la plata en los mercados es menos líquida que el oro, por lo que sufre movimientos más aparatosos en determinados momentos. La mejor manera de ponerse bajista o alcista en el oro es utilizando el mercado de productos derivados, mediante warrants o futuros.
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