"En España, la Iglesia se ha fijado en la moral y ha descuidado el corazón"
Por Virginia Drake / Fotografía: Theara Kao - XL Semanal
Obispo en Camboya y primo carnal de Rodrigo Rato, este asturiano lleva 25 años ayudando a las víctimas de las minas antipersonas. Un libro recoge ahora su impresionante labor. Con ese motivo hemos hablado con él.
El corazón del árbol solitario' (editorial Sal Terrae) narra la biografía de Kike Figaredo, también conocido como «el obispo de las sillas de ruedas» por su labor humanitaria en Camboya, en favor de los refugiados y discapacitados, generalmente víctimas de las minas antipersonas. El libro, escrito por José María Rodríguez Olaizola, recoge 25 años de trabajo de este asturiano perteneciente a una conocida familia de empresarios de la minería y la banca. Jesuita desde los 20 años y prefecto apostólico de Battambang, fue galardonado con el Premio Vocento a los Valores Humanos 2007 y posee la Gran Cruz de la Orden Civil de la Solidaridad. Con el objetivo de asistir a la presentación de su biografía, Kike Figaredo -de 56 años- ha venido unos días a España y ha recibido a XLSemanal antes de su regreso a Camboya.
XLSemanal. ¿Cómo prefiere que lo llame: padre Figaredo, monseñor Figaredo...?
Kike Figaredo. Tú llámame como te sientas más a gusto, pero yo con Kike, a secas, me siento muy cómodo.
XL. José María R. Olaizola cuenta en este libro que se resistió cuanto pudo a ser nombrado prefecto apostólico.
K.F. Porque soy inadecuado para ese cargo. No soy un gran predicador, no soy un profesor, tengo muy poco conocimiento del Derecho Canónico... Pero reconozco mis limitaciones, me pongo de rodillas e intento aprender.
XL. ¿Cree que la Iglesia en España necesita una puesta al día?
K.F. Durante años, en España se han fijado mucho en la doctrina moral y se ha cuidado muy poco el corazón. Si nos hubieran educado el corazón, la Iglesia de hoy -que somos todos- sería muy diferente a como es.
XL. ¿Cómo es?
K.F. Tenemos el corazón muy duro, somos muy tendentes a dogmatizar...
XL. Los homenajes y las biografías suelen ser la antesala de la jubilación.
K.F. ¡Nooo!, en este caso, el libro me da fuerza, es como una pila que me recarga de energía. Y he de decir que los beneficios que se obtengan con la venta son íntegramente para Camboya.
XL. Casi 30 años trabajando en Camboya, ¿se siente un poco desubicado cuando viene a España?
K.F. Me costaría mucho vivir aquí. Sin dudarlo, me quedo con mi mundo [sonríe]. Estos cuatro días en España han sido bárbaros; sobre todo porque he ido a ver a mi madre, que tiene 93 años y está muy bien de cabeza, pero que es dependiente para muchas cosas, como el caminar. Visitarla me carga de energía. También me ha dado tiempo a ver a algunos amigos, pero la cabeza ya la tengo en Camboya otra vez [ríe].
XL. Su padre se llevó un disgusto cuando le dijo que quería ser sacerdote.
K.F. Eran tiempos muy complicados en España. Mi padre tenía una formación jesuítica muy tradicional y yo me iba con los jesuitas más modernos y eso le costaba mucho; pero, sobre todo, le disgustaba que dejara mi carrera a la mitad [Ciencias Empresariales].
XL. Es primo carnal de Rodrigo Rato Figaredo. ¿Le ha sorprendido todo lo que se está conociendo sobre él?
K.F. Yo lo quiero mucho y siempre he sentido mucha simpatía hacia su persona, porque en Rodrigo hay mucha humanidad.
XL. Pero está inculpado en varios casos de corrupción...
K.F. Entiendo que tiene que haber justicia por las cosas que se hayan hecho mal, pero los medios se han ensañado mucho con él. En Rodrigo hay un hombre bueno, lo que pasa es que eso ahora no puede salir y que lo diga yo es totalmente impopular. Rodrigo ha cometido errores, pero no es justo el trato que está recibiendo: pasó de ser el salvador de España a ser el culpable de todo. Ha sido un hombre bueno y un padre bueno y dentro de él hay un corazón grande.
XL. Vive entre los más pobres. ¿Le sorprende la impunidad con la que se practica la corrupción en los países desarrollados? En las instituciones, en la Iglesia, en los sindicatos...
K.F. La corrupción está generalizada, pero es el sistema que se ha creado el que la permite. Ahora se destapan fortunas en paraísos fiscales como Panamá, Bahamas... ¡Pero si los tenemos al lado -Gibraltar, Andorra... -y no hemos hecho nada! No hay que irse al Caribe. El capitalismo financiero ha gozado de una gran libertad y opacidad que ha permitido todo lo que estamos viendo. Pero no se puede tolerar tampoco la manipulación: habrá que ver si todas estas personas con empresas en paraísos fiscales tenían o no regularizada su situación.
XL. El panorama político en España ha cambiado con la aparición de dos nuevos partidos...
K.F. Y ha quedado demostrado que no estamos acostumbrados a pactar ni a dialogar. Unos y otros han puesto unas condiciones que son encerronas para los demás, solo han buscado que sus adversarios pierdan credibilidad. En Camboya, la situación no difiere mucho: los líderes tampoco tienen credibilidad allí, no te puedes fiar mucho de lo que dicen y los intereses del partido están por encima del bien común. La situación es muy similar en ese aspecto.
XL. El FMI advierte que la economía mundial se debilita de nuevo. ¿Cómo le afecta en Camboya?
K.F. Aun en época de crisis, en Europa se vive en una abundancia grande y parece que nada es suficiente: siempre se quiere tener más. En Camboya, la pobreza es mucho más real. A nosotros nos ha afectado mucho la crisis española porque se han reducido las ayudas que nos enviaban para sacar adelante nuestros proyectos. Cuando hay crisis, la generosidad es menor y desciende la cooperación a un nivel muy bajo.
XL. Las minas antipersonas han provocado que haya miles de discapacitados en Camboya, pero la guerra terminó hace 15 años. ¿La gente sigue pisándolas y sufriendo las consecuencias?
K.F. Menos que hace unos años, claro, pero tenemos una media de cinco accidentes a la semana. En el Centro Arrupe tenemos niños que han pisado minas este año. Es una tragedia. Cuando vemos el problema que todavía tenemos nosotros en Camboya, después de tantos años de paz, pienso en países como Siria, que están empezando toda esta barbarie... ¡Por Dios, que no permitan esta guerra!
XL. Cinco años de guerra en Siria y varios millones de personas han huido del país.
K.F. No entiendo cómo Europa se permite el lujo de no resolver el problema de estos refugiados.
XL. Hay distintos argumentos: porque son miles y miles de personas, por razones de seguridad ante el terrorismo islámico...
K.F. ¡Por supuesto, por supuesto! En este problema, no todo es negro o blanco. Pero en Europa hay recursos para asumir esta crisis. Además, los refugiados harían que la economía europea floreciera. Muchos tienen muy buena cualificación. Los refugiados son una oportunidad para Europa. Alemania sabe que esto es así porque en su día los turcos y los españoles levantaron su economía. Nada justifica la actitud que estamos teniendo. El tratado que se ha firmado es una auténtica vergüenza.
XL. Se quiere distinguir entre los refugiados que huyen de la guerra y los emigrantes que huyen del hambre.
K.F. Técnicamente se pueden distinguir, claro; pero para mí son lo mismo: todos huyen de la muerte, del no presente y del no futuro. Todos huyen de lo mismo: de situaciones injustas, de experiencias vitales sin salida, y están dispuestos a dejarlo todo y venir desnudos. Yo quisiera coger unos cuantos líderes de Occidentes y hacerles pasar por la experiencia de abandonar su hogar y sus raíces y emigrar sin nada en las manos para buscar un futuro. Tenemos la obligación de ayudarlos, entre otras cosas porque muchas veces el motivo que los ha empujado a esta situación está creado por los intereses de los países ricos.
XL. ¿Crece la xenofobia en Europa?
K.F. Sí, pero no es la tónica general, gracias a Dios. Hay partidos y grupos que meten mucho ruido, pero la mayoría de la sociedad europea está deseosa de acoger a estos refugiados.
XL. La seguridad frente al terrorismo islámico no ayuda mucho a la integración.
K.F. Ese es un juego político en el que nos han metido y es totalmente injusto. Por supuesto que necesitamos seguridad y protección, pero eso no justifica que la labor humanitaria y de justicia para la gente que no tiene techo no se realice, habrá que estudiar modos.
XL. Al parecer, hay terroristas que entraron en Europa como refugiados...
K.F. Eso ocurre siempre: siempre entre los refugiados se infiltra gente no deseada, pero no es la tónica ni mucho menos. Estas cosas no pueden ser excusa para no ofrecerles la ayuda humanitaria que necesitan quienes huyen precisamente de la guerra.
XL. ¿Estamos ante una guerra religiosa?
K.F. Rotundamente no; es una guerra de intereses que utilizan la religión. En el mundo islámico hay grupos fanáticos que no dialogan siquiera entre ellos y que han sido utilizados por Occidente. Cuando Afganistán estaba ocupada por los soviéticos y Europa y Estados Unidos quisieron hacer caer esa invasión rusa, llenaron de armas y apoyaron a los talibanes. Rusia ahora está bombardeando Siria... Yo hablo de lo que veo, pero no lo entiendo todo. Lo que sí entiendo es que la venta de armas y el creer que las soluciones bélicas arreglan los problemas responden a intereses económicos y políticos. Este tipo de intereses son los que crean los conflictos, no la religión.
XL. Pero los terroristas matan y mueren en nombre de Alá y se crean mártires.
K.F. Eso es como nos lo venden. Son unos fanáticos que meten mucho ruido porque están bien organizados, los han alimentado con mucho material bélico y los han formado desde Occidente militarmente. La única manera de que esto acabe es romper el círculo violento, poner freno al suministro de armas e imponer criterios de venta para países que defiendan la paz, no que defiendan la guerra.
XL. Precisamente, hace unos días Obama preguntaba públicamente por quienes suministran las armas al Dáesh.
K.F. No sabría qué decir a esto, quiero creer que no es postureo y que este hombre, que es un líder mundial, es auténtico.
XL. Le otorgaron el Premio Nobel de la Paz pocos meses después de ser elegido presidente de los Estados Unidos.
K.F. Aquello fue complicado de entender, a mí me impresionó negativamente. El Premio de la Paz se lo tenían que haber dado a Juan Pablo II; porque, por todo lo que luchó por la paz, obtuvo sobrados méritos para ello.
XL. ¿Y esto lo dice un jesuita, con las difíciles relaciones que tuvo la Compañía con Juan Pablo II?
K.F. [Ríe]. Es cierto que entre Juan Pablo II y el padre Arrupe no hubo buen entendimiento, pero bueno... A mí el que me nombró prefecto de Battambang fue precisamente Juan Pablo II; él fue quien se fio de mí para liderar la Iglesia en Camboya, creyó en nosotros.
XL. ¿Le emociona que el Papa Francisco sea jesuita?
K.F. Me parece apasionante porque lleva la espiritualidad ignaciana muy metida dentro y la está traspasando a todos en la Iglesia con mucha suavidad, con sus gestos y con su manera de ser.
XL. Algunos lo critican porque acelera los procesos de nulidad matrimonial, invita a no alejarse de la Iglesia a los católicos divorciados vueltos a casar, no proscribe las uniones homosexuales...
K.F. Es un Papa que quiere la cercanía con la gente y que siempre tiene palabras amables para los que están fuera de la Iglesia, para que sientan que sus vidas no están lejos de ella.
XL. Sin embargo, la Iglesia crece fundamentalmente a través de movimientos muy conservadores: Legionarios de Cristo, Opus Dei, Camino Neocatecumenal, Renovación Carismática...
K.F. Bueno, bueno... Eso pasa aquí, en Occidente, donde los movimientos de espiritualidad más conservadora se hacen fuertes y los que no se identifican con ninguno de esos movimientos parece que no tienen sitio en la Iglesia. En Oriente, la Iglesia crece de otra manera para mí mucho más normal. Yo me identifico con aquellos que se sienten más en tierra de nadie.
XL. ¿Qué no tiene y le gustaría conseguir para usted?
K.F. Un poco más de silencio para poder pensar y recapitular.
El Árbol de la vida
«La gente del pueblo dice que este árbol tiene unos 130 años. Es un símbolo en Camboya. Es el árbol de la vida, que te cobija. Un testigo silencioso», afirma Kike Figaredo. La biografía del obispo, escrita por José María Rodríguez Olaizola, se titula El corazón del árbol solitario.
Con su primo
Agosto de 2008. Rodrigo Rato, entonces director gerente del Fondo Monetario Internacional, visitaba a su primo Enrique Figaredo para conocer mejor su labor en Battambang.
El milagro de una silla
Cada semana hay cinco nuevas víctimas de las minas antipersonas en Camboya. Kike Figaredo ha impulsado la creación de la silla Mekong, un modelo de tres ruedas muy resistente y adaptado al terreno.
¿CÓMO COLABORAR EN SU MISIÓN EN CAMBOYA?
«En España explica Figaredo existe una ONG que se llama Sauceong (sauce@sauceong.org) y quien quiera puede hacerse socio y aportar lo que pueda: diez euros al año, cinco euros al mes... Cualquier cantidad es importante para nosotros. Además, Sauceong informa siempre de cómo van los proyectos a los que destinamos las ayudas, se vigila mucho que todo llegue y que no haya nada que ocultar. Sauceong está en la calle Espalter, 5. 28014 Madrid. Teléfono: 91 782 11 00. CIF: G 82912528. CC: 2100 6442 15 2200024066 (Caixabank)».
XLSemanal. ¿Cómo prefiere que lo llame: padre Figaredo, monseñor Figaredo...?
Kike Figaredo. Tú llámame como te sientas más a gusto, pero yo con Kike, a secas, me siento muy cómodo.
XL. José María R. Olaizola cuenta en este libro que se resistió cuanto pudo a ser nombrado prefecto apostólico.
K.F. Porque soy inadecuado para ese cargo. No soy un gran predicador, no soy un profesor, tengo muy poco conocimiento del Derecho Canónico... Pero reconozco mis limitaciones, me pongo de rodillas e intento aprender.
XL. ¿Cree que la Iglesia en España necesita una puesta al día?
K.F. Durante años, en España se han fijado mucho en la doctrina moral y se ha cuidado muy poco el corazón. Si nos hubieran educado el corazón, la Iglesia de hoy -que somos todos- sería muy diferente a como es.
XL. ¿Cómo es?
K.F. Tenemos el corazón muy duro, somos muy tendentes a dogmatizar...
XL. Los homenajes y las biografías suelen ser la antesala de la jubilación.
K.F. ¡Nooo!, en este caso, el libro me da fuerza, es como una pila que me recarga de energía. Y he de decir que los beneficios que se obtengan con la venta son íntegramente para Camboya.
XL. Casi 30 años trabajando en Camboya, ¿se siente un poco desubicado cuando viene a España?
K.F. Me costaría mucho vivir aquí. Sin dudarlo, me quedo con mi mundo [sonríe]. Estos cuatro días en España han sido bárbaros; sobre todo porque he ido a ver a mi madre, que tiene 93 años y está muy bien de cabeza, pero que es dependiente para muchas cosas, como el caminar. Visitarla me carga de energía. También me ha dado tiempo a ver a algunos amigos, pero la cabeza ya la tengo en Camboya otra vez [ríe].
XL. Su padre se llevó un disgusto cuando le dijo que quería ser sacerdote.
K.F. Eran tiempos muy complicados en España. Mi padre tenía una formación jesuítica muy tradicional y yo me iba con los jesuitas más modernos y eso le costaba mucho; pero, sobre todo, le disgustaba que dejara mi carrera a la mitad [Ciencias Empresariales].
XL. Es primo carnal de Rodrigo Rato Figaredo. ¿Le ha sorprendido todo lo que se está conociendo sobre él?
K.F. Yo lo quiero mucho y siempre he sentido mucha simpatía hacia su persona, porque en Rodrigo hay mucha humanidad.
XL. Pero está inculpado en varios casos de corrupción...
K.F. Entiendo que tiene que haber justicia por las cosas que se hayan hecho mal, pero los medios se han ensañado mucho con él. En Rodrigo hay un hombre bueno, lo que pasa es que eso ahora no puede salir y que lo diga yo es totalmente impopular. Rodrigo ha cometido errores, pero no es justo el trato que está recibiendo: pasó de ser el salvador de España a ser el culpable de todo. Ha sido un hombre bueno y un padre bueno y dentro de él hay un corazón grande.
XL. Vive entre los más pobres. ¿Le sorprende la impunidad con la que se practica la corrupción en los países desarrollados? En las instituciones, en la Iglesia, en los sindicatos...
K.F. La corrupción está generalizada, pero es el sistema que se ha creado el que la permite. Ahora se destapan fortunas en paraísos fiscales como Panamá, Bahamas... ¡Pero si los tenemos al lado -Gibraltar, Andorra... -y no hemos hecho nada! No hay que irse al Caribe. El capitalismo financiero ha gozado de una gran libertad y opacidad que ha permitido todo lo que estamos viendo. Pero no se puede tolerar tampoco la manipulación: habrá que ver si todas estas personas con empresas en paraísos fiscales tenían o no regularizada su situación.
XL. El panorama político en España ha cambiado con la aparición de dos nuevos partidos...
K.F. Y ha quedado demostrado que no estamos acostumbrados a pactar ni a dialogar. Unos y otros han puesto unas condiciones que son encerronas para los demás, solo han buscado que sus adversarios pierdan credibilidad. En Camboya, la situación no difiere mucho: los líderes tampoco tienen credibilidad allí, no te puedes fiar mucho de lo que dicen y los intereses del partido están por encima del bien común. La situación es muy similar en ese aspecto.
XL. El FMI advierte que la economía mundial se debilita de nuevo. ¿Cómo le afecta en Camboya?
K.F. Aun en época de crisis, en Europa se vive en una abundancia grande y parece que nada es suficiente: siempre se quiere tener más. En Camboya, la pobreza es mucho más real. A nosotros nos ha afectado mucho la crisis española porque se han reducido las ayudas que nos enviaban para sacar adelante nuestros proyectos. Cuando hay crisis, la generosidad es menor y desciende la cooperación a un nivel muy bajo.
XL. Las minas antipersonas han provocado que haya miles de discapacitados en Camboya, pero la guerra terminó hace 15 años. ¿La gente sigue pisándolas y sufriendo las consecuencias?
K.F. Menos que hace unos años, claro, pero tenemos una media de cinco accidentes a la semana. En el Centro Arrupe tenemos niños que han pisado minas este año. Es una tragedia. Cuando vemos el problema que todavía tenemos nosotros en Camboya, después de tantos años de paz, pienso en países como Siria, que están empezando toda esta barbarie... ¡Por Dios, que no permitan esta guerra!
XL. Cinco años de guerra en Siria y varios millones de personas han huido del país.
K.F. No entiendo cómo Europa se permite el lujo de no resolver el problema de estos refugiados.
XL. Hay distintos argumentos: porque son miles y miles de personas, por razones de seguridad ante el terrorismo islámico...
K.F. ¡Por supuesto, por supuesto! En este problema, no todo es negro o blanco. Pero en Europa hay recursos para asumir esta crisis. Además, los refugiados harían que la economía europea floreciera. Muchos tienen muy buena cualificación. Los refugiados son una oportunidad para Europa. Alemania sabe que esto es así porque en su día los turcos y los españoles levantaron su economía. Nada justifica la actitud que estamos teniendo. El tratado que se ha firmado es una auténtica vergüenza.
XL. Se quiere distinguir entre los refugiados que huyen de la guerra y los emigrantes que huyen del hambre.
K.F. Técnicamente se pueden distinguir, claro; pero para mí son lo mismo: todos huyen de la muerte, del no presente y del no futuro. Todos huyen de lo mismo: de situaciones injustas, de experiencias vitales sin salida, y están dispuestos a dejarlo todo y venir desnudos. Yo quisiera coger unos cuantos líderes de Occidentes y hacerles pasar por la experiencia de abandonar su hogar y sus raíces y emigrar sin nada en las manos para buscar un futuro. Tenemos la obligación de ayudarlos, entre otras cosas porque muchas veces el motivo que los ha empujado a esta situación está creado por los intereses de los países ricos.
XL. ¿Crece la xenofobia en Europa?
K.F. Sí, pero no es la tónica general, gracias a Dios. Hay partidos y grupos que meten mucho ruido, pero la mayoría de la sociedad europea está deseosa de acoger a estos refugiados.
XL. La seguridad frente al terrorismo islámico no ayuda mucho a la integración.
K.F. Ese es un juego político en el que nos han metido y es totalmente injusto. Por supuesto que necesitamos seguridad y protección, pero eso no justifica que la labor humanitaria y de justicia para la gente que no tiene techo no se realice, habrá que estudiar modos.
XL. Al parecer, hay terroristas que entraron en Europa como refugiados...
K.F. Eso ocurre siempre: siempre entre los refugiados se infiltra gente no deseada, pero no es la tónica ni mucho menos. Estas cosas no pueden ser excusa para no ofrecerles la ayuda humanitaria que necesitan quienes huyen precisamente de la guerra.
XL. ¿Estamos ante una guerra religiosa?
K.F. Rotundamente no; es una guerra de intereses que utilizan la religión. En el mundo islámico hay grupos fanáticos que no dialogan siquiera entre ellos y que han sido utilizados por Occidente. Cuando Afganistán estaba ocupada por los soviéticos y Europa y Estados Unidos quisieron hacer caer esa invasión rusa, llenaron de armas y apoyaron a los talibanes. Rusia ahora está bombardeando Siria... Yo hablo de lo que veo, pero no lo entiendo todo. Lo que sí entiendo es que la venta de armas y el creer que las soluciones bélicas arreglan los problemas responden a intereses económicos y políticos. Este tipo de intereses son los que crean los conflictos, no la religión.
XL. Pero los terroristas matan y mueren en nombre de Alá y se crean mártires.
K.F. Eso es como nos lo venden. Son unos fanáticos que meten mucho ruido porque están bien organizados, los han alimentado con mucho material bélico y los han formado desde Occidente militarmente. La única manera de que esto acabe es romper el círculo violento, poner freno al suministro de armas e imponer criterios de venta para países que defiendan la paz, no que defiendan la guerra.
XL. Precisamente, hace unos días Obama preguntaba públicamente por quienes suministran las armas al Dáesh.
K.F. No sabría qué decir a esto, quiero creer que no es postureo y que este hombre, que es un líder mundial, es auténtico.
XL. Le otorgaron el Premio Nobel de la Paz pocos meses después de ser elegido presidente de los Estados Unidos.
K.F. Aquello fue complicado de entender, a mí me impresionó negativamente. El Premio de la Paz se lo tenían que haber dado a Juan Pablo II; porque, por todo lo que luchó por la paz, obtuvo sobrados méritos para ello.
XL. ¿Y esto lo dice un jesuita, con las difíciles relaciones que tuvo la Compañía con Juan Pablo II?
K.F. [Ríe]. Es cierto que entre Juan Pablo II y el padre Arrupe no hubo buen entendimiento, pero bueno... A mí el que me nombró prefecto de Battambang fue precisamente Juan Pablo II; él fue quien se fio de mí para liderar la Iglesia en Camboya, creyó en nosotros.
XL. ¿Le emociona que el Papa Francisco sea jesuita?
K.F. Me parece apasionante porque lleva la espiritualidad ignaciana muy metida dentro y la está traspasando a todos en la Iglesia con mucha suavidad, con sus gestos y con su manera de ser.
XL. Algunos lo critican porque acelera los procesos de nulidad matrimonial, invita a no alejarse de la Iglesia a los católicos divorciados vueltos a casar, no proscribe las uniones homosexuales...
K.F. Es un Papa que quiere la cercanía con la gente y que siempre tiene palabras amables para los que están fuera de la Iglesia, para que sientan que sus vidas no están lejos de ella.
XL. Sin embargo, la Iglesia crece fundamentalmente a través de movimientos muy conservadores: Legionarios de Cristo, Opus Dei, Camino Neocatecumenal, Renovación Carismática...
K.F. Bueno, bueno... Eso pasa aquí, en Occidente, donde los movimientos de espiritualidad más conservadora se hacen fuertes y los que no se identifican con ninguno de esos movimientos parece que no tienen sitio en la Iglesia. En Oriente, la Iglesia crece de otra manera para mí mucho más normal. Yo me identifico con aquellos que se sienten más en tierra de nadie.
XL. ¿Qué no tiene y le gustaría conseguir para usted?
K.F. Un poco más de silencio para poder pensar y recapitular.
El Árbol de la vida
«La gente del pueblo dice que este árbol tiene unos 130 años. Es un símbolo en Camboya. Es el árbol de la vida, que te cobija. Un testigo silencioso», afirma Kike Figaredo. La biografía del obispo, escrita por José María Rodríguez Olaizola, se titula El corazón del árbol solitario.
Con su primo
Agosto de 2008. Rodrigo Rato, entonces director gerente del Fondo Monetario Internacional, visitaba a su primo Enrique Figaredo para conocer mejor su labor en Battambang.
El milagro de una silla
Cada semana hay cinco nuevas víctimas de las minas antipersonas en Camboya. Kike Figaredo ha impulsado la creación de la silla Mekong, un modelo de tres ruedas muy resistente y adaptado al terreno.
¿CÓMO COLABORAR EN SU MISIÓN EN CAMBOYA?
«En España explica Figaredo existe una ONG que se llama Sauceong (sauce@sauceong.org) y quien quiera puede hacerse socio y aportar lo que pueda: diez euros al año, cinco euros al mes... Cualquier cantidad es importante para nosotros. Además, Sauceong informa siempre de cómo van los proyectos a los que destinamos las ayudas, se vigila mucho que todo llegue y que no haya nada que ocultar. Sauceong está en la calle Espalter, 5. 28014 Madrid. Teléfono: 91 782 11 00. CIF: G 82912528. CC: 2100 6442 15 2200024066 (Caixabank)».
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