Hay sucesos que solo son apreciados en toda su auténtica dimensión cuando son vistos desde la atalaya del tiempo, que abarca una visión global insuperable. Como la caída de Lehman Brothers, que nos pareció fuerte y tal, pero no se sabía entonces que nos iba a fastidiar la vida a todos de tal manera. Algún día, cuando los que lo hemos vivido tengamos arrugas, nos duela la cadera o directamente no estemos, alguien, un amante del fútbol, consultará un libro electrónico y muchos vídeos para aprender más de cómo un equipo sin relevancia histórica en Europa jugó dos finales de la Copa de Europa en tres años, y cómo era favorito para ganarla por fin. Se estudiará al Atlético deSimeone como se estudió al Torino de Mazzola, al Inter de Helenio Herrera, al Liverpool de Shankly y al Barça de Cruyff. Porque, señoras y señores, estamosviviendo la historia.
Quizá no haya, por entonces, muchos de estos atléticos que han vivido estos cinco años de construcción de una leyenda apoteósica, por aquello que dicen los expertos de que el sufrimiento constante, los nervios y las taquicardias quitan años de vida. También hay otro dicho para los de mente más positiva que dice eso de que 'lo que no te mata, te hace más fuerte'. Al Atleti lo han querido matar mil veces. No como la eliminación de un proyecto deportivo, como se ha querido hacer tantas veces con el 'ciclo' del Barça. Lo del Atleti es más constante, es todos los días que juega al fútbol, o a lo que juegue. Tener un poco de alprazolam al lado siempre viene bien, por si las moscas.
El Atleti sufrió en Múnich una de las peores experiencias de su vida, de la cual salió más contento que nunca. Como cuando visitas al quiropráctico y sientes que te da una paliza de muerte y, al abandonar el aparente patíbulo, sales más recto que nunca y sin dolores. Estaba preparado para ello, ha estado ensayando ese estado de coma provocado durante todo el último lustro, y se ha convertido en el mayor experto del mundo en aguantar el dolor, los envites constantes. Ni siquiera jugar contra el Bayern y tener solo ventaja de un gol durante el tiempo extra hizo surgir viejos espectros. Al Atleti, el Bayern le cuela el caballo de Troya una vez. Dos, no.
La Champions se ceba con Pep
Qué le habrá hecho Guardiola a la Champions League para que esta, a la que tanto ha dado, lo trate como a un amante de una noche, que ha pagado ya su precio y ha transcurrido ya el tiempo establecido. Hablando de Troya, Guardiola se desvive por la belleza del fútbol, como Paris lo hizo por Helena. El príncipe organizó una guerra en la que perdió a su padre, a su hermano y su ciudad. Pep decidió un día que al entrenar haría que sus equipos jugaran lo más cercano al esplendor, a la estética más fina, como la seda oriental. Y le han enterrado los del país donde él enseñó ese método falible: Real Madrid, Barcelona y Atlético.
Dicen los datos, que nunca engañan y que a veces son útiles, que todo aquel que ha eliminado a Guardiola en la Copa de Europa ha acabado ganándola, si no lo ha hecho el propio Pep. El primero fue Mourinho con el Inter, luego el Chelsea, luego su Bayern, luego el Madrid, luego su Barça... Le toca al Atleti cumplir con una tradición que dice mucho.
El Bayern de hoy tiene poco de lo que arrepentirse, porque la eliminatoria la perdió en Madrid. Guardiola lo sabe y lo sabe toda Bavaria. Perder en el Calderón le puede pasar a cualquiera, es normal y entra dentro de la lógica. Pero se equivocó encarando el partido, dejó que el Atleti se acomodara, que encontrara el recoveco por el que Saúl se colase hasta la madriguera del conejo y empezara el viaje al País de las Maravillas. Por buena segunda parte que hiciera, el daño ya estaba hecho y Múnich revela que era casi irreparable.
El cometa Halley
Solo un equipo le ha metido tres goles al Atlético este año. El Celta, en Copa, y en Madrid. Eso es como el cometa Halley, que solo pasa una vez cada mucho tiempo. Le tocaba al Bayern no solo marcar dos, sino evitar que el Atleti volviese a toparse con un gol. El Bayern defendió a unos niveles no vistos este año, provocando una ingente cantidad de pérdidas inmediatas contrarias con una presión tras robo descomunal. No pasaba de centro del campo el Atleti. Lo hizo una vez. Y marcó. ¿En fuera de juego? Si aun vistas varias repeticiones no lo tenemos claro, qué más dará.
Que se quede Griezmann solísimo ante Neuer es un riesgo que Guardiola estaba dispuesto a asumir. Se sentía capaz de marcar tres goles. Y pudo hacerlo, cómo no, con semejante arsenal arriba la confianza está justificada. El problema es que Oblak y sus compañeros en defensa son mucho más fiables que el siguiente más infalible. Si el Bayern le hace esos primeros 45 minutos a cualquier otro equipo, a cualquiera, aterriza en Milán en el mismo descanso del partido. Marcó uno, solo uno, pese a que el partido se jugó en los 52,5 metros que defendía el Atlético. Ribéry superaba casi siempre el enfrentamiento directo con Juanfran, Costa rompía por dentro, Alaba se multiplicaba, Lahm elegía siempre bien, y Lewandowski daba más miedo que una pesadilla con Freddy Krueger. Y el que marcó fue Xabi Alonso de falta, y de rebote.
El tolosarra se merecía ese gol por todos aquellos que decían que estaba acabado cuando se fue del Madrid. Ha hecho una eliminatoria soberbia, digna de su experiencia, pero la de Estambul con el Liverpool sigue siendo la única final de la Copa de Europa que ha jugado. Quién sabe qué hubiera pasado si Müller, negado desde los 11 metros (no pudo justificar las críticas a su entrenador por dejarlo en el banco en la ida), hubiera cedido el lanzamiento a Alonso...
A la tercera...
Simeone estaba tenso desde el principio, porque es incapaz de vivir el fútbol de otra manera. Protestó todo lo que pasaba sobre el campo. Tiene nervio acumulado y por acumular con tanto partido de sanción en Liga, y le salió por donde menos debe salirle. Su otro fútbol, antifútbol, o el prefijo que nos dé la gana ponerle a lo que hace su equipo, se le fue de las manos, nunca mejor dicho, cuando le soltó un guantazo a Pedro Pablo Matesanz, su propio delegado, cuando no llamó la atención de Çakir para dar entrada a Savic en el descuento. El pobre Pedro Pablo, con un rostro de congoja absolutamente natural, se quedó aterrado y deseoso de que el montenegrino entrase por fin.
Porque el Bayern apretaba. Bueno, como llevaba haciendo desde el saque inicial, que robó inmediatamente. Lewandowski marcó el 2-1 y todos empezaron a pensar en la Juve, en esa remontada impresionante que demostraba que se podía ganar pese a la desventaja. Los rojiblancos empezaban a deletrear tartamudeando el apellido de Schwarzenbeck, sobre todo después de que Torres tampoco marcara su penalti (lo tiró tan mal como Müller, solidaridad de falladores de penaltis, será) y viviera otros 10 minutos peores de su carrera (como en el Camp Nou tras su expulsión). Pero todas las que tuvo Coman, que fueron varias, estuvieron mal solucionadas. Savic entró y vivió dos minutos de tensión, de alegría contenida y finalmente de explosión. El Atleti lo había vuelto a hacer. Estaba en otra final de Champions League. Milán. A la tercera...
Ficha técnica:
2 - Bayern Múnich: Neuer; Lahm, Javi Martínez, Boateng, Alaba; Xabi Alonso, Vidal; Douglas Costa (Coman, m. 73), Müller, Ribery; y Lewandowski.
1 - Atlético de Madrid: Oblak; Juanfran, Giménez, Godín, Filipe; Saúl, Gabi, Augusto (Carrasco, m. 46), Koke (Savic, m. 93); Griezmann (Thomas, m. 82) y Fernando Torres.
Goles: 1-0, m. 31: Xabi Alonso, de falta directa desviada por Giménez. 1-1, m. 53: Griezmann culmina una pared con Torres. 2-1, m.74: Lewandowski, de cabeza a pase de Vidal.
Árbitro: Cüneyt Çakir (Turquía). Amonestó al visitante Giménez (m. 33).
Incidencias: partido de vuelta de las semifinales de la Liga de Campeones disputado en el Allianz Arena de Múnich ante unos 75.000 espectadores, 2.800 de ellos seguidores del Atlético de Madrid.
No hay comentarios:
Publicar un comentario