Paco Hevia cierra Master, la tienda decana del atletismo, con 35 años de historia
El corredor promovió la Subida al Naranco y sobrevivió a las grandes cadenas gracias a su especial conocimiento del cliente
Ángel Fidalgo 23.03.2017 | 04:00
Paco Hevia cierra Master, la tienda decana del atletismo, con 35 años de historiaLUISMA MURIAS
El incansable corredor y promotor deportivo ovetense Paco Hevia se jubila y cierra su tienda. Echa la persiana a Master Sport, en la calle Matemático Pedrayes, y termina así la larga trayectoria del único establecimiento específico de atletismo de la ciudad. El adiós será dentro de ocho días, con el final del mes. Paco Hevia llega a meta en su particular carrera de fondo empresarial, la que inició hace 35 años, cuando abrió su primer comercio en la calle Gil de Jaz. Su negocio ha sobrevivido a varias crisis y también a la fuerte competencia de las grandes cadenas deportivas. Hevia aguantó el tipo gracias a su especial conocimiento de cada cliente y la mucha atención que dedicaba a cada uno de ellos. No olvidaba un número ni esas pequeñas manías de cada atleta con sus zapatillas.
"Me puedo jubilar con 63 años, igual que mi mujer, Victoria Cabal, y no lo pensamos dos veces porque tenemos salud y estamos en buena forma para disfrutar aún más de la vida", dice Paco Hevia con nostalgia pero también con ganas de disfrutar del tiempo libre. A partir de ahora lo hará corriendo y gozando de otras aficiones que por falta de tiempo no pudo desarrollar.
En su momento, el reto empresarial lo afrontó con la misma estrategia de una carrera. "Salimos con el objetivo de llegar a la meta, y podemos decir satisfechos que lo logramos. Estamos felices y orgullosos. Igual que en las competiciones, disfrutamos mucho con el tramo final, aun sabiendo que teníamos que competir con las grandes cadenas".
La historia de su pasión por correr, donde sea y a la hora que sea, se remonta a cuando Paco Hevia era sólo un crío. Con 13 años empezó a trabajar en la zapatería Begoña como repartidor. Su madre se acababa de quedar viuda con sólo 43 años y él era el mayor de diez hermanos. Le tocaba arrimar el hombro y así lo hizo. "Me dieron una bicicleta para hacer el reparto, pero no me atreví a decir que yo nunca me había subido a una, por si me quitaban el trabajo, y por eso nada más cogerla la dejaba aparcada en cualquier sitio y hacía el reparto corriendo. Nunca regresé tarde a la tienda, lo que quiere decir que corría como una bicicleta", bromeaba ayer al mediodía en su tienda, mientras echaba mano de los recuerdos. Así, sin saberlo, había sembrado la semilla de la que con el paso de los años sería y sigue siendo su gran pasión: "Correr y correr".
Y así lo viene haciendo desde hace más de cuarenta años, con lo que calcula que ya dio por lo menos dos vueltas al mundo. Sus registros anuales rondan los 7.000 kilómetros. "Los últimos años pasaron volando desde el punto de vista deportivo. Tanto, que no me acuerdo de los detalles de las competiciones, pero curiosamente no olvido los números que calzan los clientes o los materiales que más les gustan", comenta Paco Hevia.
Por eso, a partir de ahora dice que se dedicará a recordar todo lo que hizo, en qué lugares estuvo y, sobre todo, en lo que tanto que disfrutó, dando zapatilla.
Y como buen deportista quiso también contribuir con su grano de arena a una carrera que para él es muy especial. Fue el alma mater y organizador de la Subida al Naranco, en una ciudad que entonces sólo tenía la "San Silvestre". La primera edición fue en el año 1999 y se celebró durante otros doce años.
El Club Atletismo Master Sport es otro de sus logros, y éste afortunadamente continuará con sus actividades, porque está formado por un grupo de amigos, "con la diferencia de que ahora le podré dedicarle más tiempo, el que dedicaba a los clientes".
Al fondo de la tienda, a la izquierda, los trofeos que ganó a lo largo de su vida deportiva, que ya pasa de las cuatro décadas. "Estoy orgulloso de todos, pero especialmente de cruzar la meta de la maratón de Nueva York, en el año 1990, y también de mi primera Copa del Mundo de cien kilómetros, con motivo de los Juegos de Barcelona".
Recuerda que "fueron retos terroríficos, pero cuando cruzas la línea de llegada no controlas las emociones, y estas dos carreras son las que quedan por encima de otras muchas que también fueron maravillosas".
¿Importa el puesto? "No, y es lo que siempre digo a mis clientes y también a los compañeros. Todo lo que se termina ya es un éxito, tanto en el deporte como en la vida". Ésta es su gran lección. "Tenemos que ser felices con lo que conseguimos", subraya.
¿Y ahora? Tendrá tiempo para correr aún más y, sobre todo, para dar rienda suelta a dos de sus grandes pasiones: la pintura y la ayuda a discapacitados. "Dentro de la disciplina deportiva adquirí distintos conocimientos que creo que les pueden servir para mejorar y superarse". Un buen plan.
"Me puedo jubilar con 63 años, igual que mi mujer, Victoria Cabal, y no lo pensamos dos veces porque tenemos salud y estamos en buena forma para disfrutar aún más de la vida", dice Paco Hevia con nostalgia pero también con ganas de disfrutar del tiempo libre. A partir de ahora lo hará corriendo y gozando de otras aficiones que por falta de tiempo no pudo desarrollar.
En su momento, el reto empresarial lo afrontó con la misma estrategia de una carrera. "Salimos con el objetivo de llegar a la meta, y podemos decir satisfechos que lo logramos. Estamos felices y orgullosos. Igual que en las competiciones, disfrutamos mucho con el tramo final, aun sabiendo que teníamos que competir con las grandes cadenas".
La historia de su pasión por correr, donde sea y a la hora que sea, se remonta a cuando Paco Hevia era sólo un crío. Con 13 años empezó a trabajar en la zapatería Begoña como repartidor. Su madre se acababa de quedar viuda con sólo 43 años y él era el mayor de diez hermanos. Le tocaba arrimar el hombro y así lo hizo. "Me dieron una bicicleta para hacer el reparto, pero no me atreví a decir que yo nunca me había subido a una, por si me quitaban el trabajo, y por eso nada más cogerla la dejaba aparcada en cualquier sitio y hacía el reparto corriendo. Nunca regresé tarde a la tienda, lo que quiere decir que corría como una bicicleta", bromeaba ayer al mediodía en su tienda, mientras echaba mano de los recuerdos. Así, sin saberlo, había sembrado la semilla de la que con el paso de los años sería y sigue siendo su gran pasión: "Correr y correr".
Y así lo viene haciendo desde hace más de cuarenta años, con lo que calcula que ya dio por lo menos dos vueltas al mundo. Sus registros anuales rondan los 7.000 kilómetros. "Los últimos años pasaron volando desde el punto de vista deportivo. Tanto, que no me acuerdo de los detalles de las competiciones, pero curiosamente no olvido los números que calzan los clientes o los materiales que más les gustan", comenta Paco Hevia.
Por eso, a partir de ahora dice que se dedicará a recordar todo lo que hizo, en qué lugares estuvo y, sobre todo, en lo que tanto que disfrutó, dando zapatilla.
Y como buen deportista quiso también contribuir con su grano de arena a una carrera que para él es muy especial. Fue el alma mater y organizador de la Subida al Naranco, en una ciudad que entonces sólo tenía la "San Silvestre". La primera edición fue en el año 1999 y se celebró durante otros doce años.
El Club Atletismo Master Sport es otro de sus logros, y éste afortunadamente continuará con sus actividades, porque está formado por un grupo de amigos, "con la diferencia de que ahora le podré dedicarle más tiempo, el que dedicaba a los clientes".
Al fondo de la tienda, a la izquierda, los trofeos que ganó a lo largo de su vida deportiva, que ya pasa de las cuatro décadas. "Estoy orgulloso de todos, pero especialmente de cruzar la meta de la maratón de Nueva York, en el año 1990, y también de mi primera Copa del Mundo de cien kilómetros, con motivo de los Juegos de Barcelona".
Recuerda que "fueron retos terroríficos, pero cuando cruzas la línea de llegada no controlas las emociones, y estas dos carreras son las que quedan por encima de otras muchas que también fueron maravillosas".
¿Importa el puesto? "No, y es lo que siempre digo a mis clientes y también a los compañeros. Todo lo que se termina ya es un éxito, tanto en el deporte como en la vida". Ésta es su gran lección. "Tenemos que ser felices con lo que conseguimos", subraya.
¿Y ahora? Tendrá tiempo para correr aún más y, sobre todo, para dar rienda suelta a dos de sus grandes pasiones: la pintura y la ayuda a discapacitados. "Dentro de la disciplina deportiva adquirí distintos conocimientos que creo que les pueden servir para mejorar y superarse". Un buen plan.
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