La Fórmula 1, el mayor espectáculo automovilístico de la tierra, busca no perder su atractivo con un nuevo viraje en el reglamento de la competición. La aplastante hegemonía del equipo Mercedes desde 2014 y las sucesivas restricciones estaban dañando tanto su imagen que la nueva normativa sólo podía sonar a revolución. Y así parece ser. Según varios jefes del tinglado, como James Key (Toro Rosso) o Pat Symonds (Williams), los cambios transformarán a los monoplazas de manera radical, estéticamente y en prestaciones.
La reglamentación que entrará en vigor desde el GP de Australia persigue fomentar la igualdad (cosa que no está clara que consiga) y unos coches más veloces, grandes y ruidosos. Ganarán en anchura, tendrán más grip mecánico y aerodinámico y contarán con un tamaño de neumáticos que no se veían desde comienzos de los noventa.
Lo más sobresaliente del nuevo reglamento técnico es que elevará el paso por curva de los monoplazas de forma espectacular. Se especula con que la Fórmula 1 de 2017 sea cuatro o cinco segundos más rápida por vuelta. Los monoplazas podrán medir hasta dos metros de ancho, las ruedas, como hemos visto, crecerán de forma sustancial y se elimina el sistema de tokens que tan mal ha sentado a McLaren desde 2015.
Respecto a los pilotos, este año también llega cargado de novedades. El rookie Stoffel Vandoome será el compañero de Fernando Alonso, Valteri Bottas sustituirá al retirado Rosberg, Lance Stroll debutará con Williams, Esteban Ocon correrá para Force India reemplazando a Hülkenberg, que fichó por Renault, Magnussen vestirá el mono de Haas y, por último, Wehrlein llega a Sauber. ¿Qué les deparará 2017 a todos ellos? ¿Vivirán una revolución como la que se produjo en 2014 o 2009? Recordemos ambos hitos de la F-1.
2014. La llegada del V6 turbo
La temporada 2014 supuso la entrada a una nueva era en la Fórmula 1. Por primera vez en su historia, los motores híbridos iban a ser utilizados en la competición. V6 de 1600 cc con turbo y caja de cambios de 8 marchas. Su potencia sería de un máximo de 600 cv más un ERS (sistema de recuperación de energía) de 163. No provocó poca contestación esta medida y, todavía más, si tenemos en cuenta que también se limitó el gasto de combustible a 100 litros por carrera, así como el techo de costes.
La estrategia de consumo de convirtió en la varita mágica fundamental para los equipos y los pilotos, que vieron como el ruido de sus monoplazas se convirtió en más grave y apagado. Respecto a la aerodinámica, también se restó peso estrechando el alerón delantero, eliminando los deflectores laterales y suprimiendo el beam wing, el plano interior del alerón trasero que está muy cerca del difusor y las suspensiones.
El resultado de todo ello fue el inicio de la dictadura Mercedes, que se apuntó el título de pilotos y de constructores gracias al trabajo previo en el campo de los motores híbridos y a las buenas manos de Hamilton, campeón, y Rosberg, subcampeón.
2009. Brawn GP hace historia
Año extraño en la Fórmula 1. La nueva reglamentación condicionó una temporada en la que el genio Ross Brawn, que se hizo con la estructura del desaparecido equipo Honda Racing F1, consiguió un hito sin precedentes: hacer campeón a un equipo debutante.
La FIA acordó eliminar todos los elementos aerodinámicos del chasis de los monoplazas y disminuir el alerón trasero. Además, fue el debut del KERS, un dispositivo de freno regenerador que permitía recuperar la energía, y del tope presupuestario para los equipos.
Así que entre guerra de difusores y demás, Jenson Button, piloto de Brawn, ganó seis de las siete primeras carreras de la temporada, lo que le permitió acumular un colchón de puntos que fue administrando durante la segunda parte del campeonato de manera casi insultante. Sólo los Red Bull plantaron cierta cara, pero nada pudieron hacer frente a un equipo que comprendió antes que nadie las vicisitudes de la nueva normativa y, sobre todo, sus vacíos legales.
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