La nueva FSA apuntala su mayoría en sus primeros cien días de mandato
La dirección que pilota Adrián Barbón marca su propio perfil, mantiene las distancias con el Gobierno y mira ya al proceso interno para las elecciones de 2019
La nueva dirección de la Federación Socialista Asturiana, con Adrián Barbón al frente, cumple esta semana que entra sus primeros cien días de actividad. Un periodo que la ejecutiva entrante ha dedicado en buena medida a revitalizar la vida interna de la organización, a su juicio encorsetada y paralizada en los últimos años. Estas semanas han servido además para que Barbón y los suyos hayan reforzado la mayoría obtenida en las primarias y el posterior congreso, con sus afines haciéndose con el control de las principales agrupaciones municipales, en una expansión que permitirá al secretario general controlar más del 65% del comité autonómico, principal órgano del partido entre congresos y decisivo al aprobar tanto las candidaturas electorales como el programa. La FSA ha intentado marcar un perfil propio, guardando las distancias con el Gobierno de Javier Fernández, sin escenificar ni sintonías ni desencuentros, y tiene ya puesta la mirada en el proceso interno previo a las elecciones autonómicas de la primavera de 2019, con las primarias para elegir candidato como punto clave.
Han sido cien días que han permitido a Barbón y los suyos apuntalar su posición de mayoría en el seno de la federación. El poder territorial que manejará en adelante el secretario general es muy notable. Personas afines se han hecho con el control de las principales agrupaciones, con Gijón y Oviedo como bandera pero también Siero, Valdés, Cudillero o Llanes y desde luego con un poder monolítico en las cuencas.
De la renovación local sale un comité autonómico con una composición favorable a la nueva mayoría. Según sus cálculos, por encima del 65% de sus integrantes son afines a Barbón y los suyos, rondando el 70% si se tiene en cuenta a los 'dudosos' que suelen tomar partido por la posición dominante. Con estos porcentajes, la cúpula de la FSA se ve con manos libres para gestionar el mandato.
Más allá de porcentajes, la dirección presume de haber puesto a funcionar la maquinaria de la federación, que en estos años, sobre todo desde que Javier Fernández asumió la Presidencia del Principado, había «ralentizado hasta el extremo» su actividad. Se destaca la celebración de seis reuniones de la ejecutiva en estos cien días, dos de ellas fuera de Oviedo, cumpliendo así el compromiso de llevar el núcleo de decisión de la organización fuera de la capital. También la mayor actividad de la página web o la organización de actos y encuentros por distintos puntos de la región.
Barbón y los suyos han tratado en estas semanas de marcar un perfil político propio, de reforzar el discurso y la posición de la FSA en un momento de delicada cohabitación con el Gobierno de Javier Fernández, con el que la relación es fría pero correcta. Ambas partes, conocedoras del escenario, parecen circunscribirse a su espacio, entremezclándolo cuando es necesario -en la negociación de los presupuestos- pero sin evidenciar ni una sintonía que no existe ni enfrentamientos públicos que conduzcan a una fractura interna.
Es verdad que el panorama no está exento de complicaciones. Se han producido algunos tanteos, con el consejero de Infraestructuras, Fernando Lastra, a quien algunos sitúan como potencial aspirante a concurrir a las primarias para la candidatura a la Presidencia del Principado, como referente de la voz crítica con la nueva FSA en cuestiones como la política catalana o el cupo vasco. Escarceos que se han quedado en declaraciones públicas con carga política evidente, pero sin que la sangre llegase al río. Hay una calma tensa, también en la relación con el grupo parlamentario.
La preparación de esas primarias como punto culminante del camino hacia las elecciones de 2019 sobrevuela la realidad política socialista. Se mueven hilos y cargos y militantes presionan para que Barbón no se limite a la secretaría general, como era su plan inicial, y aspire también a presidir el Principado, por considerarle el «principal activo» interno y electoral del partido. Tanteos, también aquí, porque queda mucho para la celebración de esas primarias y hay mucha tela que cortar aún.
Más allá de datos, de comités autonómicos y de organizaciones locales, están las opiniones. En la nueva dirección hay satisfacción con el trabajo hecho, se destaca la buena relación con Ferraz, con Adriana Lastra, desde luego, pero también con Pedro Sánchez, con quien el contacto es «directo». También la movilización de los afiliados, poniendo como ejemplo los actos realizados en Gijón o San Martín del Rey Aurelio. Y se resalta el impulso que la participación de la FSA supuso para la negociación presupuestaria, para el acuerdo alcanzado con IU, pese a que finalmente Podemos decidió tumbar las cuentas.
La lectura es bien diferente si se explora en el sentir del sector crítico. Algunos de sus referentes hablan de cambios «cosméticos», de «más apariencia que contenido» en el proyecto político, y de una escasa voluntad de integración y sí ganas de «pasar facturas», sobre todo con la vista puesta en la confección de las próximas candidaturas. Hay quien apunta, además, al «fracaso» que ha supuesto que la nueva dirección de la FSA no haya sido capaz de torcer el brazo a Podemos con los presupuestos.
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