El batacazo de las elecciones generales ahonda la brecha en el PP de Asturias
Fernández ajusta cuentas con Maroto, fulminado de la campaña autonómica por su papel el 28-A y gran apoyo de Mallada, que le respalda en público
El batacazo sufrido en las elecciones generales, en toda España y también en el Principado, ha provocado un terremoto en las filas de un PP que a duras penas consigue asumir que ha perdido la mitad de su representación en el Congreso. El mal resultado ha agitado especialmente las aguas del partido en Asturias, sometido a fuertes tensiones internas en los últimos meses y con dos sectores enfrentados: el de la presidenta, Mercedes Fernández, y el de la candidata al Principado, Teresa Mallada. La reunión de ayer del comité ejecutivo nacional para analizar el rumbo a seguir puso de manifiesto una vez más ese choque de trenes. En su intervención en el cónclave, Fernández responsabilizó de la debacle al vicesecretario de Organización y responsable de la campaña del 28-A, Javier Maroto, apartado para la próxima cita autonómica y local de mayo y cuya dimisión la presidenta regional pidió expresamente. Un discurso beligerante que contrastó con el cariño que, también públicamente, Mallada dedicó a Maroto, uno de sus principales apoyos en la sede de la calle Génova.
El papel de Maroto, su responsabilidad en la campaña de las generales, fue en realidad el terreno sobre el que se desenvolvió la enésima discrepancia entre Fernández y Mallada. El político vasco, que ha perdido su escaño por Álava, fue clave en la apuesta de la dirección nacional por Mallada en detrimento de Fernández para encabezar la candidatura al Principado. La presidenta nunca ha olvidado esa maniobra, ni tampoco el trato a su mano derecha, Luis Venta, o las amenazas de interposición de una gestora en Asturias, y ayer ajustó cuentas con Maroto. «Cuando se cometen errores y los resultados no son los esperados tiene que haber responsabilidades», dijo. Y, en referencia al número tres del partido, apostilló que «no ha acertado en determinados planteamientos».
El discurso de ayer de Fernández, tanto dentro, en la reunión, como fuera, ante los medios, estuvo plagado de cargas de profundidad. Se cuidó mucho de poner en cuestión la posición de Casado, de quien dijo que «no es culpable» de lo sucedido y cuya labor, su campaña y su «generosidad y humildad», aplaudió. Dejó claro, de hecho, que en modo alguno contempla la posibilidad de que tenga que renunciar al liderazgo del PP después de haber ganado unas primarias y un congreso. La alusión tiene su miga, toda vez que ella misma pasó por ese proceso interno pero sí se decidió relevarla de la candidatura autonómica en favor de Mallada y quedó relegada a la presidencia del partido en Asturias, un cargo que hoy está vacío de contenido.
Tampoco fueron inocuas sus menciones a la necesidad de que el PP, al que en estas generales se ha situado muy escorado a la derecha, haga esfuerzos para que la ciudadanía lo ubique en la «centralidad» y la «moderación» por las que siempre se ha caracterizado, que le han permitido «ganar elecciones» y en las que «siempre estuvo» Mariano Rajoy, antecesor de Casado en la presidencia del partido. Una alusión al político gallego, referente político de Mercedes Fernández, que no pasó inadvertida.
La dureza de Fernández al referirse a Maroto, fulminado de la campaña autonómica y local y relevado por Cuca Gamarra e Isabel García Tejerina, contrastó con el mensaje de apoyo que Mallada trasladó al político vasco, a Casado y al secretario general, Teodoro García Egea, en su intervención en la reunión. A todos ellos, por cierto, invitó a participar en sus actos electorales en Asturias.
Hubo más mensajes que sonaron a fuego cruzado entre ambas dirigentes. Mallada defendió un cara a cara con el candidato del PSOE, Adrián Barbón, para contrastar proyectos, y Fernández no puso pegas, pero apostilló que el PP «debe debatir siempre y con todos». La presidenta lanzó otra reflexión final: las autonómicas son en un mes y «hay que apretar el acelerador».
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