Luis Rubiales, durante la rueda de prensa para dar explicaciones sobre la Supercopa.
Luis Rubiales, durante la rueda de prensa para dar explicaciones sobre la Supercopa. RFEF A diferencia de otros medios, en CTXT mantenemos todos nuestros artículos en abierto. Nuestra apuesta es recuperar el espíritu de la prensa independiente: ser un servicio público. Si puedes permitirte pagar 4 euros al mes, apoya a CTXT. ¡Suscríbete! A pesar de la larga rueda de prensa que ofreció y de su gira posterior por los medios para dar explicaciones sobre las informaciones aparecidas en El Confidencial en relación con los contratos firmados para llevar la Supercopa de España a Arabia Saudí, una cosa está clara: Luis Rubiales, presidente de la Federación Española de Fútbol, ha perdido la batalla de la opinión pública. Ni siquiera ha encontrado demasiado respaldo en los máximos responsables del deporte español, el ministro Miguel Iceta y el presidente del Consejo Superior de Deportes, José Manuel Franco. Porque, aunque la operación pueda ser legal, la parte ética y estética deberían invalidar de facto el acuerdo tal y como está establecido. Ya lo dice el refrán: la mujer del César no solo debe ser honesta; también parecerlo. Justo lo contrario de lo que pasa en este caso. El aspecto más trascendente es que tanto la RFEF como su presidente ganarán más dinero si Real Madrid y Barcelona acuden cada año a disputar la Supercopa La información ha sido obtenida directamente del teléfono de Rubiales y de los ordenadores de la Federación. Ahora debe ser la policía la que investigue y la que, en caso de encontrar pruebas sobre un posible delito, se las traslade a la justicia, que será la que deba emitir un veredicto. El aspecto más trascendente de los hechos admitidos por los propios protagonistas es que tanto la Federación Española como su presidente ganarán más dinero si dos equipos, Real Madrid y Barcelona, acuden cada año a disputar la Supercopa. En el caso de la institución serían 10 millones, cinco por cada equipo, y en el del dirigente, un 0,15% de esa cantidad, gracias a que su estructura salarial se compone de un fijo y de unas retribuciones por cada contrato comercial que logra para la Federación. Arabia es muy libre de exigir esa cláusula, tanto como Rubiales de no aceptarla, aunque eso supusiera que se rompiera el acuerdo. ¿O acaso es más importante el dinero que velar por la integridad de la competición, que debe ser el primer mandamiento de la entidad que la organiza? ¿Nadie se dio cuenta en aquel momento de que esa cláusula ponía una sombra de sospecha en cada decisión arbitral que beneficie a estos equipos o perjudique a sus directos rivales? La incompatibilidad entre el beneficio particular y la responsabilidad de salvaguardar la pureza deportiva es tan evidente que el contrato debería anularse Una cosa es llevarte un porcentaje razonable de un acuerdo con una marca de ropa o un proveedor de material, por ejemplo, y otra es ingresarlo de algo que choca frontalmente con una cuestión deportiva, incidiendo en la integridad de unas competiciones como la Liga o la Copa. Da lo mismo que la cantidad en la que se beneficie Rubiales sea relativamente pequeña, unos 7.500 euros anuales por cada uno de los dos equipos. El presidente de una federación no debe dar pie a sospechas similares. La incompatibilidad entre el beneficio particular y la responsabilidad de salvaguardar la pureza deportiva es tan evidente que el contrato debería anularse. No vale solo con que el dirigente vaya a cambiar ahora la manera en que recibe sus ingresos, aumentando la parte fija y eliminando el porcentaje, como ha anunciado viendo la contestación social que está teniendo. Es que también debería eliminarse el requisito de que los árabes dejen de pagar 10 millones a la institución si no van Real Madrid y Barcelona. En caso contrario, la Supercopa seguirá sin tener credibilidad a los ojos de los aficionados. Resulta chocante que Rubiales se defienda con el argumento de que el comité de ética de la Federación dio el visto bueno al acuerdo. El comité trabaja para el mismo organismo, por lo que se le podría achacar falta de independencia, pero además en el momento de valorarlo se les olvidó lo que decía el artículo 19 del propio código ético de la RFEF, vigente en aquel momento, que establecía que el conflicto de intereses “puede surgir si las personas sujetas al presente código tienen, o dan la impresión de tener, intereses privados o personales que perjudiquen el cumplimiento de sus obligaciones de manera independiente, íntegra y resuelta. Se entiende por intereses privados o personales toda posible ventaja que redunde en beneficio propio”. Ya no es que se vea el caso según “la ética de cada persona”, como señaló el directivo en su comparecencia, es que su propia normativa señalaba la posible incompatibilidad. Preguntarse si toda una Federación no puede hacer por sí misma la gestión con los árabes para llevar la Supercopa a allí Al margen de esta cuestión central hay otros aspectos que tampoco dejan en muy buen lugar a Rubiales. Para empezar, cabría preguntarse si toda una Federación no puede hacer por sí misma la gestión con los árabes para llevar la Supercopa a aquel país. Parece innecesario tener que buscar un intermediario para que haga esa labor. Si los organismos oficiales asumieran esas obligaciones en vez de recurrir a otras vías, algo que se puede trasladar a ámbitos distintos al deporte, se evitarían muchos de los problemas que surgen después. Especialmente si además el mediador resulta que es un futbolista en activo que juega en uno de los equipos que disputará casi seguro el torneo, como ocurre en este caso con la participación de la empresa Kosmos, propiedad de Gerard Piqué, que es componente del FC Barcelona. Y que para más inri es el propietario de un equipo, el Andorra, que juega en la Primera RFEF, categoría que depende directamente de la federación, que curiosamente, decidió en 2019 concederle la plaza vacante del Reus en 2ª “B”, en una decisión que levantó suspicacias en otros equipos que aspiraban a ella. ¿A nadie se le ocurrió en la federación que tener que recurrir a Piqué en este asunto volvía a ser, como mínimo, poco ético, por mucho que el futbolista diga que sabe separar su actividad deportiva de la empresarial? Algo que queda en entredicho cuando se escuchan audios en los que el propio futbolista debate con Rubiales lo que tiene que cobrar cada equipo de los que vaya. Tener esos lazos comerciales con una persona que le ha conseguido a la federación un contrato millonario provoca que la gente piense mal cuando escucha grabaciones donde además de llamar la atención el tono de compadreo entre ambos (‘Geri’ y ‘Rubi’, se llaman mutuamente) el jugador se cree con derecho a pedirle todo tipo de favores al presidente de una federación española: desde que hable con el seleccionador para que le lleve a los Juegos Olímpicos, a solicitarle que ponga al Andorra en un grupo con menos dificultad o a quejarse de los árbitros. Si un futbolista tiene prohibido realizar apuestas en competiciones deportivas, tampoco debería poder realizar un negocio que le va a hacer ganar una comisión de 24 millones de euros, pagados por Arabia, sobre un torneo en el que participa. Los hechos denotan un déficit de transparencia en la manera que se ha llevado esta operación desde el principio. Rubiales se excusa en que los contratos eran confidenciales y es cierto que el hecho de no recibir subvenciones públicas le exime de tener que cumplir obligaciones de transparencia de acuerdo con la ley estatal. Pero una federación española debe ser cristalina y ejemplar porque aún tratándose de una entidad privada, aunque con competencias públicas delegadas, es la cara visible, la representación de un sector tan importante como el fútbol español. El dirigente dice tener el apoyo de la asamblea general y no es de extrañar, viendo como muchos de sus componentes, sobre todos los clubes más modestos y, de rebote, algunos jugadores y entrenadores, salen beneficiados económicamente de esta operación. Pero como ya dijimos hace unos meses con motivo de su disputa en Arabia, hay veces que el fin no justifica los medios. Copiar decisiones equivocadas no es para sentirse orgulloso. Al contrario, ha perdido la ocasión de dar ejemplo y mostrar el camino correcto a los demás Llevar una competición española a otro país privando a los aficionados de los equipos el disfrutar de ella in situ es una mala decisión, como Iceta y Franco se han encargado de recordarle a Rubiales en los últimos días, aunque no quieran o no puedan pasar de ahí. Ayudar a un país como Arabia Saudí, con un largo historial de carencias en el ámbito de los derechos humanos, a blanquear su régimen multiplica exponencialmente ese error. Dice Rubiales que por qué el fútbol no va a poder realizar negocios con Arabia si otros sectores y otras empresas españolas lo hacen. Tiene razón. Pero copiar decisiones equivocadas no es para sentirse orgulloso. Al contrario, ha perdido la ocasión de dar ejemplo y mostrar el camino correcto a los demás. Si en la Federación pensaban que la final de la Copa del Rey les iba a dar una tregua en la polémica de los últimos días, les ha salido el tiro por la culata. El éxito de asistencia, el magnífico ambiente vivido y la gran audiencia televisiva registrada, sin que estuvieran presentes Real Madrid y Barcelona, demuestran la equivocación de privar a los seguidores de los equipos españoles de vivir un evento así en su país. La Supercopa debe volver a España. Y como dice la Unión Internacional de Peñas del Atlético de Madrid en un comunicado: “En igualdad de condiciones y solo por méritos deportivos. Sin manipulaciones, sin intermediarios y sin comisiones”. AUTOR > Ricardo Uribarri Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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