sábado, 15 de noviembre de 2008

Compraría zapatos nuevos ?

El Zapatos lo logró, entró por fín en la Casona que tanto deseaba.

José Luis Rodríguez Zapatero visita por fin la Casa Blanca


Las propuestas del G-20
Las estrellas no iluminarán la cumbre
Cuando José Luis Rodríguez Zapatero presentó el pasado 6 de junio en el Museo del Prado los ejes de la política exterior de su segundo mandato y anunció la intensificación de sus viajes, nada hacía presagiar que Washington sería uno de sus destinos antes de que George W. Bush dejara de ser el inquilino de la Casa Blanca.

En Moncloa se daba por seguro que llegaría el día en que traspasaría el umbral del edificio emblemático del poder estadounidense, pero existía el convencimiento de que, para entonces, Bush sería ya un "ex" dedicado a su rancho de Crawford y a dar conferencias con las que añadir ceros a su cuenta corriente.

No falta mucho para que quien aún se sienta en el Despacho Oval disfrute de esos menesteres, pero en los estertores de su segundo cuatrienio y más "pato cojo" que nunca una vez que el país ha decidido ya quién será su sucesor, Bush no se ha opuesto a que Zapatero forme parte de la lista de invitados a una cena en la residencia presidencial.

Eso ocurrirá hoy, cuando hasta ella acudirán los participantes en la cumbre del G-20 que mañana analizará la reforma del sistema financiero internacional

Por fin en la Casa Blanca
A Zapatero se le abrirán por vez primera las puertas de la Casa Blanca, las mismas que ha tenido cerradas a partir del día de abril de 2004 en el que anunció el regreso de las tropas españolas de Irak.

Desde entonces, ha sido más que evidente su distanciamiento con Bush pese a que las dos administraciones hayan asegurado una y otra vez que las relaciones bilaterales continuaban con normalidad.

La plena normalidad no llegará mañana, sino que habrá que esperar para ello a que Barack Obama tome posesión de su cargo y se palpe con hechos la sintonía que se augura en Moncloa que habrá entre el nuevo presidente estadounidense y Zapatero.

Para constatarlo, quizás no hará falta una foto de ambos con sus pies sobre la mesa. Tampoco podrá esperarse una fluida conversación a solas entre ambos porque el inglés no es el fuerte del presidente del Gobierno y los conocimientos de castellano de Obama son muy limitados.

Pero se da por sentado que algunos hechos de los últimos años dejarán de condicionar las relaciones no sólo personales entre quien se sienta en la Moncloa y quien lo hace en la Casa Blanca, sino también algunos aspectos de las bilaterales entre los dos países.

La foto de Zapatero sentado al paso de la bandera de Estados Unidos en el desfile de la Fiesta Nacional en el 2003, la inasistencia del embajador de ese país en España al año siguiente en protesta por ese gesto, o las desavenencias por la venta de aviones a Venezuela han sido algunos de esos obstáculos.

Irak, ¿el culpable de todo?
En el fondo de todo subyacía y aún subyace Irak, pese a que las buenas formas no hayan faltado en las escasas ocasiones en que Zapatero y Bush han estrechado sus manos y en las que incluso han podido escucharse saludos como el del presidente estadounidense: "Hola, amigo. ¿Cómo estás?".

Zapatero podrá despedirse de él este fin de semana en Washington con la esperanza de que la sintonía que ha brillado por su ausencia entre ambos esté presente en su relación con el futuro presidente.

A la espera de una entrevista con él en la Casa Blanca, Zapatero aprenderá hoy el camino y, quizás, otra "Casablanca" estará en su mente pensando que su primera reunión con Obama responda a la frase final de esa obra maestra cinematográfica: "puede ser el principio de una gran amistad".

Hoy, teniendo presente quién le ha tendido la mano para llegar a Washington, otra célebre frase de ese película puede tener más protagonismo: "Siempre nos quedará París".

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