El déficit de inspectores de nivel es evidente, se necesitan unos cuantos como este.
El BdE nombra administrador de CCM al jefe de los inspectores cuya cabeza cortó Moltó
CCM, Banco de España, Juan Pedro Hernández Moltó
Banco de España ha puesto al frente del equipo de administradores encargado de hacerse cargo de la gestión diaria de Caja Castilla-La Mancha (CCM), tras la destitución de su Consejo, al inspector Jorge Pérez-Cerdá Silvestre, el que fuera jefe del equipo de inspección que a primeros de noviembre pasado desembarcó en la entidad castellano manchega, y cuya cabeza pidió Juan Pedro Hernández Moltó al gobernador del Banco de España, Miguel A. Fernández Ordóñez (MAFO), con la frase “quítame a este tío de aquí”.
Fernández Ordóñez se lo quitó. Pérez-Cerdá, en efecto, fue relevado al frente del equipo que, integrado nada menos que por cinco inspectores, desembarcó en la entidad manchega en noviembre. El episodio pone en tela de juicio la actuación del Banco de España en la crisis de CCM, y en particular del gobernador, que en todo momento ha intentado evitar la intervención de la entidad y proteger a su presidente por razones puramente ideológicas.
La aparición del quinteto en la sede social de CCM en Cuenca (ver noticia) provocó la natural conmoción, particularmente en su presidente, Hernández Moltó, que se quejó amargamente ante Fernández Ordóñez, alegando que la presencia de los inspectores causaba la alarma generalizada entre la clientela y los propios empleados, con el consiguiente riesgo de que la noticia saltara a los medios y pudiera provocar una fuga de depósitos.
Y es que, de acuerdo con fuentes cercanas al Banco de España, el equipo inspector no se resignaba, como habitualmente ocurre en inspecciones de trámite, a permanecer encerrado en un despacho pidiendo papeles a los responsables de la entidad, sino que se movía con total libertad por la casa, lo que causó la irritación de Moltó. Ello porque no se trataba de una visita protocolaria, sino de “una actuación preventiva que pretende mantener un acceso directo, casi en tiempo real, a la operativa diaria de la caja”. Fue lo que algunos calificaron en privado de “intervención encubierta”.
Ante las vivas protestas de Hernández Moltó, MAFO consintió no solo en apartar del equipo a Pérez-Cerdá, que regresó al Banco de España para ocuparse de otras cuestiones, sino en retirar a los cuatro restantes de las oficinas centrales de Cuenca para enviarlos a trabajar a un piso en Madrid (ver noticia), concretamente a la costosa sede corporativa –cinco plantas y ático- que CCM adquirió en plena Carrera de San Jerónimo, al lado del Parlamento, en Madrid.
Gestión de forma mancomunada
La inspección iniciada en noviembre era la segunda del año. En efecto, la primera había tenido lugar en el primer trimestre de 2008, aunque había tenido un carácter rutinario, siendo efectuada por una pareja de inspectores que trabajó a caballo entre Toledo y Madrid. El agravamiento de la situación de la entidad motivó la segunda inspección aquí relatada, y por parte de un equipo mucho más numeroso y con integrantes de mayor antigüedad en los servicios de Inspección del Banco de España.
Junto a Pérez-Cerdá ha sido nombrado el también inspector Carlos Hervás Arnaez y el abogado Raúl Hernández Pardo, miembro del cuerpo de letrados del Banco de España. Puesto que no se trata de una intervención stricto sensu, sino de una “sustitución de administradores” de acuerdo con la letra del Real Decreto-ley 4/2009, el trío adoptará las decisiones relativas a la gestión de CCM de forma mancomunada dos a dos, es decir, cada decisión requerirá la firma de al menos dos de los tres administradores, sin que exista prelación jurídica entre ellos.
Ello no obstante, la presencia de Pérez-Cerdá en el trío –que ayer mismo se presentó en la sede social de Cuenca antes los mandos intermedios de CCM- le otorga una cierta condición de primus inter pares en razón a su edad y prestigio dentro del cuerpo. Una demostración práctica de lo mal que se han hecho las cosas en el Banco de España bajo la dirección de Fernández Ordóñez en el terreno de la supervisión de las entidades de crédito, con el sacrificio de inspectores incómodos para los supervisados, a los que al final hay que acudir porque las circunstancias mandan.
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