Nos puede hacer mucha pupa...
China toma el mando del motor y desafía a un sector clave de España
18.10.2010 D. Gracia 4
El 17% de las exportaciones españolas depende de esta rama productiva. El país asiático ya vende más coches que Estados Unidos y busca socios para extender sus tentáculos en el mundo.
Fuente: Elaboración propia
El desarrollo chino parece inexorable. Actividades tradicionales en España como la industria textil, el calzado o la electrónica del hogar constataron hace tiempo que el gigante asiático ha impuesto otras reglas del juego globales y que el modelo de negocio ha cambiado. Pekín ha dado ahora un giro estratégico y sus grandes corporaciones estatales preparan el asalto a la energía, las telecomunicaciones o la industria del motor. Esta última disfruta ya del primer mercado mundial de coches, con unas ventas que sobrepasarán los 16 millones de unidades este año.
“El crecimiento del mercado automovilístico en China en este momento de crisis global es mucho más atractivo e interesante que nunca”, argumenta Yingyng Zhang, del Colegio Universitario de Estudios Financieros (Cunef), en un estudio del Ministerio de Industria. Incluso puede ser una necesidad. El sector del motor (automóviles y componentes) representa el 17% de las exportaciones españolas. El mercado nacional y Europeo (del que dependen casi tres cuartas partes de la producción) se ha mantenido a duras penas gracias a las ayudas pública y la perspectiva a medio plazo no es muy esperanzadora. Además, buena parte de las empresas nacionales (de componentes) están sujetas a las decisiones estratégicas que los gigantes del motor que aún fabrican en España tomen en el futuro.
En China parecen confluir varios intereses: las compañías chinas necesitan tecnología y socios de prestigio para abordar con garantías el mercado global. Sus exportaciones de coches, básicamente, se dirigen a países emergentes como Argelia, Vietnam, Egipto o Irán, donde el precio prima sobre otros atributos. Por su parte, las corporaciones internacionales necesitan la demanda china para asegurar el crecimiento de sus ventas. En los últimos dos años, se han firmado doce proyectos joint venture entre empresas chinas y extranjeras y 15 acuerdos de cooperación. Y las corporaciones asiáticas han aprovechado la debilidad de occidente para tentar a las grandes. Beijing Autos ha comprado activos de Saab a General Motors, y otras firmas chinas han pujado por marcas como Opel, Volvo o Hummer. Por si hay duda del interés de Pekín en dominar esta industria, “la mayoría de las empresas chinas ya han diseñado sus propios vehículos eléctricos e híbridos para lanzar al mercado”, explica Zhang.
Todo esto ofrece nuevas oportunidades al sector. Pero, como advierte el investigador del Cunef, es innegable que “la posible subcontratación de los componentes y accesorios en China en un futuro cercano por su competencia en precio puede perjudicar a las empresas ya establecidas en la cadena de valor del sector”. Es decir, a toda la industria auxiliar y de componentes. Según datos de CCOO, esta rama de actividad ya ha perdido 77.443 empleos en la última década.
El problema pasa por cómo abordar este mercado emergente que para muchas empresas españolas todavía presenta barreras por tamaño y distancia cultural. Las características propias de este sector recomiendan tener una empresa establecida en China para facilitar la relación con los clientes, equipararse en precios con los competidores locales y aprovechar las ventajas logísticas (las fábricas funcionan sobre pedido). Otra vía, como apunta Zhang, es convertirse en “socio estratégico de las empresas chinas en su proceso de internacionalización”. Eso supone compartir tecnología y know-how, lo que suscita desconfianza muchas veces.
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