Carmen en Marruecos
26 DE SEPTIEMBRE DE 2010 - NÚMERO: 964
la temporada operística del Gran Teatro del Liceo barcelonés arranca el lunes con todas las miradas puestas en la nueva producción de Carmen de Bizet, encargada a uno de los directores de escena españoles más internacionales, Calixto Bieito. Su esperado montaje llega para reemplazar el que Nuria Espert creó en 1993 en Barcelona. La dirección musical será de Marc Piollet y el espectáculo se repondrá con más funciones y nuevos intérpretes los últimos días de julio del próximo año. Después del triunfo unánime conseguido en 1999 por esta aproximación de Bieito al mito andaluz en el marco del Festival de Peralada, y después de reponerse varias veces en Holanda, Alemania y en El Escorial -aquí con bastante controversia-, muchos se preguntaban por qué no se adaptaba al escenario barcelonés. Finalmente, llega al Liceo «pero con mucho más poso», afirma el director de Miranda del Ebro, además de enriquecerse «con la aportación de los muchos cantantes que han repuesto la producción original», quienes la han hecho madurar «con multitud de matices».
Cuando Peralada le ofreció el título, Bieito lo tuvo claro y se marchó a Andalucía en busca de inspiración. Pero no le funcionó. Entonces decidió cruzar el estrecho y viajó por Marruecos, país en el que quedó impactado con la vida de los contrabandistas en la frontera de Ceuta. Y aquí tuvo la iluminación. «En la parte marroquí había una enorme explanada en la cual los coches de los contrabandistas, marca mercedes de los años setenta, esperaban para realizar sus negocios». Bieito volvía a beber de fuentes contemporáneas para plantear una dramaturgia de hoy, para traer al público de la actualidad un drama concebido hace casi dos siglos. «Me chocó ver aquellos coches y la energía de la frontera: cruel, desesperada, extrema y tremendamente brutal. Como algunas relaciones amorosas».
Violencia de género
Pero en esta popular partitura de Bizet, Bieito no sólo ve la dureza de la vida de los contrabandistas, sino también, y sobre todo, «una historia de amor y también de muerte, una historia anónima de violencia de género entre un soldado y una mujer». Sobre esta base plantea el choque entre una mujer libre y decidida y un Don José que, en ningún caso, ve como una víctima. Comenta que, por esta razón, se atrevió a cambiar el dúo final en una de las últimas reposiciones de su montaje, transformándolo según una idea que evitó en Peralada: «Él la iba matando por el suelo a puñaladas y ella se le iba escapando. Un final muy sucio que responde a una historia de maltrato». Porque Bieito está convencido de que Carmen es básicamente una historia de maltrato físico: «No la novela de Merimée, sino la ópera de Bizet. Evidentemente hay seducción y pasión, pero en la esencia es una historia de maltrato».
De nuevo aplica su visión contemporánea a una obra decimonónica, ligando el maltrato a la violencia que se vive en la sociedad actual, esa que nace en la pobreza y que se une a la propia de la especie humana. «Si tú no tienes nada, no tienes nada que perder con irte a la calle a pegar tiros; la violencia responde a una situación social». Estos conceptos son aplicados en la sala de ensayos y van tomando forma en los personajes y en sus relaciones, valiéndose de una labor mano a mano con los intérpretes. Considera que éste es uno de los puntos fundamentales de sus producciones, «porque el intérprete tiene mucho que decir en el detalle, en la respiración. Trabaja con su cuerpo y con su voz. Y la pauta la pone la música». Y así como los propios cantantes, además del director musical, imponen sus tempi y soluciones musicales, él se vuelca en buscar una dramaturgia acorde con sus propios sentimientos.
Tres repartos figuran en la primera etapa de esta Carmen: Béatrice Uria-Monzon, Jossie Pérez y María José Montiel se meterán en la piel de la explosiva gitana; Roberto Alagna, Brandon Jovanovich y Germán Villar darán vida al celoso Don José -Neil Shicoff cantará una única función-; Marina Poplavskaya y las españolas María Bayo y Ainhoa Garmendia serán Micaela; el uruguayo Erwin Schrott junto a Jean François Lapointe y al español Àngel Òdena defenderán a Escamillo, mientras que, en julio, la producción contará con Anna Caterina Antonacci y Jossie Pérez en Carmen, Fabio Armiliato y Neil Shicoff en Don José, María Bayo y Ainhoa Arteta en Micaëla y Kyle Ketelsen y Àngel Òdena en Escamillo.
Más pluralidad que nunca
Carmen enmarca una temporada en la que los muchos ajustes financieros a los que ha debido someterse el Liceo parecen no existir, ya que se ve más pluralidad de estilos que nunca. Definida por Joan Matabosch, director artístico del Liceo, como «un auténtico milagro», el equilibrio alcanzado por el teatro catalán ha conseguido mantenerse en el 51,5 por cien de aportaciones públicas y en un 48,5 de ingresos propios. En un esfuerzo sin precedentes -con alguna decisión penosa, como el recorte obligado de plantilla- se ha salvado la temporada 2010-11 con un presupuesto de 54.483.000 de euros, manteniendo prácticamente el mismo número de funciones y de entradas del curso pasado. La actividad del Foyer sigue paralizada, pero se proponen en total 16 títulos operísticos y la presencia de las luminarias más importantes del panorama lírico internacional, de la nueva cantera y algunos de los más importantes intérpretes españoles del momento.
A Carmen se le unirán Parsifal, Anna Bolena, Falstaff, Cavalleria-Pagliacci, Lulu, Ariane et Barbe-Bleue (estreno en España), Into the Little Hill (de George Benjamin, estreno en España), L?ombra de Byron (estreno absoluto del español Agustí Charles), Tamerlano, Der Freischütz y Daphne, además de una adaptación para público juvenil del Così mozartiano y del regreso de El retablo de Maese Pedro, de Manuel de Falla.
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