viernes, 5 de agosto de 2011

Manualillos para una crísis ( 1 )

MIEDO NO....PÁNICO!

DITORIAL FINANCIAL TIMES

El temor que imprime el propio miedo

05.08.2011Editorial0
Hace tan sólo dos días, los políticos se concentraban en luchar unos contra otros para ejercitar su responsabilidad en la situación económica.
Ahora, se han sumado a la batalla los operadores en medio de los esfuerzos de los bancos centrales por erradicar el pánico en los mercados. La artillería es poco probable que vaya a ser más efectiva que las luchas internas. Los mercados financieros internacionales han tenido que ser contenidos en tres barridas en pocas semanas.
La primera, en las bolsas, que han caído a un ritmo rápido. El S&P500 ha perdido en ocho de las nueve últimas sesiones, y se ha dejado una décima parte de su valor en este movimiento. Europa no tiene mejor pinta: el Ftse100 ha retrocedido en torno al 7% y el Dax un 11% desde comienzos de mes. El segundo frente, los mercados de divisas, han sufrido sus propios cambios de ritmo.
Durante semanas, el yen y el franco suizo, refugio tradicional de los inversores más inseguros, han mostrado mejor evolución que otras divisas en términos relativos. La apreciación de estas monedas no acabó hasta que los bancos centrales de ambos países actuaron de forma contundente para parar la escalada en las dos últimas sesiones.
Tercero: el mercado interbancario, donde se financian los bancos, echa chispas, especialmente en Europa. Con los precios de la deuda italiana y española a la baja, los bancos de estos países encuentran muy difícil financiarse en los mercados de deuda privada, y el precio de sus acciones han caído a plomo. El colchón de liquidez que aparcan las entidades en el BCE cuando no prestan fondos se ha duplicado en menos de una semana.
Los bancos están nerviosos por si corren demasido riesgo en los préstamos que hacen a sus competiodores. Si estos movimientos se debieran a la baja liquidez habitual del mes de agosto, como algunos argumentan, podría esperarse que las cosas volvieran pronto a su cauce normal.
Pero parece poco probable. En algunos mercados –los grandes mercados norteamericanos, por ejemplo–, los volúmenes han aumentado con claridad al tiempo que caen los precios. En otros –de forma clara en los de deuda soberana– la información sobre los volúmenes de contratación es difícil de cotejar. Y los mercados de divisas son los más líquidos de todos.
Sin embargo, los movimientos del mercado parecen completamente conducidos por una oleada de pesimismo y de miedo respecto a las perspectivas económicas. Esto parece justificado dadas las poco aventuradas soluciones de los políticos al envite de la deuda por parte de Estados Unidos y la eurozona, y la evidencia cada vez mayor de una ralentización económica.
Al margen de mejorar las condiciones de liquidez para la banca, los bancos centrales tienen pocas vías para evitar que los precios de las acciones reflejen el sentimiento del mercado. Los intentos de Suiza y Japón de poner coto a la apreciación de sus monedas podría, en el mejor de los casos, retrasar el impacto de la situación en las cotizaciones; lo mismo puede decirse de la decisión del BCE de volver a comprar deduda pública de los países periféricos. Sólo los políticos y las autoridades financieras tienen las herramientas para convertir el miedo económico en esperanza. Su última actuación es razón suficiente para permanecer aterrorizados.

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