Mucha confusión
José Luis Martínez Campuzano - 04/11/2011 - 07:00
Sí, tremenda confusión en los mercados en la primera jornada del G-20. En Grecia numerosos rumores de la salida del primer ministro y marcha atrás en el referéndum. Posibilidad de buscar un acuerdo entre los dos principales partidos. Un acuerdo para enfrentarse juntos a la difícil tarea de cumplir con las contrapartidas del nuevo paquete financiero aprobado en la última cumbre europea. Realmente, no hay nada oficial sobre el tema por el momento. Salvo que se mantiene la moción de confianza. Y la reiteración de que tanto el partido gobernante como la oposición no cuestionan la permanencia del país en el euro. Veremos como reacciona la población en caso de que se retire el referéndum. La reacción de los mercados ya la tenemos: cautela.
Un aviso a navegantes lo sucedido en los últimos días. Y es que latente hay una crisis política en muchos países que se extrapola a nivel europeo. El G-20 nos sirve para valorar todo esto. También para considerar el soporte, más allá del moral, con que contamos los europeos para solucionar la crisis. Todo apunta a que el FMI abrirá nuevas líneas de financiación a países con problemas de liquidez y que los países emergentes vincularán su ayuda a una mayor representación en el organismo.
¿Volvemos al punto inicial? No lo creo. Más allá de que la situación política en Grecia sea sostenible, algo muy complicado sin un Gobierno de unidad nacional, lo cierto es que el deterioro macroeconómico, el gran olvidado en la cumbre europea, pasa a primer plano. ¿Pueden los países implementar planes de ajuste en un escenario de creciente deterioro económico como el actual? Creo que ya debemos superar las promesas de ajustes imposibles. Limitar el riesgo de que la falta de flexibilidad europea, ante el deterioro económico, puede llevar en un futuro a un mayor coste en términos de credibilidad si como espero al final se impone el realismo: muchos países no pueden cumplir los planes de ajuste. Y el círculo vicioso entre debilidad económica y ajuste solo puede llevar al desastre. Como lo podría haber sido en Grecia. Como puede ocurrir en algún otro país en el futuro. Habría suficiente dinero entonces para evitar una situación límite en la financiación? ¿Sería suficiente el EFSF para evitar un riesgo de insostenibilidad de la deuda?
Otra de las carencias que hemos encontrado en las conclusiones de la cumbre: obviar el riesgo de insostenibilidad de la deuda dada la elevada carga financiera, tras poner todo el énfasis en los problemas de liquidez (a través del Fondo) y de solvencia (Grecia). De la experiencia se aprende. Y todos debemos tomar nota de errores pasados. Si me lo permiten, también voy a criticar el aplazamiento en la convergencia fiscal o integración política que supone el Gobierno económico. Evitar los problemas de tipo político en su aprobación solo puede llevar a que más tarde surjan con mayor virulencia. El ministro de Finanzas irlandés aplazaba hoy cualquier reforma del Tratado a dentro de 4 o 5 años cuando en la cumbre se aludía a diciembre o marzo.
No se confundan: soy consciente de las dificultades de implementar todo esto. Y soy realista sobre el hecho de que no habrá avances significativos sin amagos de crisis (o algo más que amenazas) que obliguen a dar un nuevo paso. Ir a peor a corto plazo para mejorar después. De esta forma se ha escrito (se está escribiendo) la historia del euro. Y todo apunta a que lo seguirá siendo en tiempos tan convulsos como los actuales. Como los que aún nos tocará vivir.
Una última reflexión, en este caso sobre el Banco Central Europeo (BCE). Salvado por la campana, dirían algunos en el caso de la nueva crisis griega. La decisión de recortar los tipos en 0,25 puntos es un pequeño primer paso. Pero me temo que ya no hay mucho tiempo para que tome un mayor protagonismo en la solución (a medio y largo plazo) de la crisis.
Como ya he comentado, puede que el EFSF no tenga suficiente dinero en el peor de los escenarios posibles. Contando también con la ayuda del FMI. Y puede que no sea muy flexible su manejo. Al final, será imprescindible luchar contra el riesgo de percepción de insostenibilidad de las cuentas públicas. Mejorar de forma contundente las condiciones de financiación de los países, más allá de cubrir el riesgo de iliquidez de la banca. Todo esto solo puede hacerlo el BCE. Luego discutiremos las condiciones.
José Luis Martínez Campuzano. Estratega de Citi en España
Un aviso a navegantes lo sucedido en los últimos días. Y es que latente hay una crisis política en muchos países que se extrapola a nivel europeo. El G-20 nos sirve para valorar todo esto. También para considerar el soporte, más allá del moral, con que contamos los europeos para solucionar la crisis. Todo apunta a que el FMI abrirá nuevas líneas de financiación a países con problemas de liquidez y que los países emergentes vincularán su ayuda a una mayor representación en el organismo.
¿Volvemos al punto inicial? No lo creo. Más allá de que la situación política en Grecia sea sostenible, algo muy complicado sin un Gobierno de unidad nacional, lo cierto es que el deterioro macroeconómico, el gran olvidado en la cumbre europea, pasa a primer plano. ¿Pueden los países implementar planes de ajuste en un escenario de creciente deterioro económico como el actual? Creo que ya debemos superar las promesas de ajustes imposibles. Limitar el riesgo de que la falta de flexibilidad europea, ante el deterioro económico, puede llevar en un futuro a un mayor coste en términos de credibilidad si como espero al final se impone el realismo: muchos países no pueden cumplir los planes de ajuste. Y el círculo vicioso entre debilidad económica y ajuste solo puede llevar al desastre. Como lo podría haber sido en Grecia. Como puede ocurrir en algún otro país en el futuro. Habría suficiente dinero entonces para evitar una situación límite en la financiación? ¿Sería suficiente el EFSF para evitar un riesgo de insostenibilidad de la deuda?
Otra de las carencias que hemos encontrado en las conclusiones de la cumbre: obviar el riesgo de insostenibilidad de la deuda dada la elevada carga financiera, tras poner todo el énfasis en los problemas de liquidez (a través del Fondo) y de solvencia (Grecia). De la experiencia se aprende. Y todos debemos tomar nota de errores pasados. Si me lo permiten, también voy a criticar el aplazamiento en la convergencia fiscal o integración política que supone el Gobierno económico. Evitar los problemas de tipo político en su aprobación solo puede llevar a que más tarde surjan con mayor virulencia. El ministro de Finanzas irlandés aplazaba hoy cualquier reforma del Tratado a dentro de 4 o 5 años cuando en la cumbre se aludía a diciembre o marzo.
No se confundan: soy consciente de las dificultades de implementar todo esto. Y soy realista sobre el hecho de que no habrá avances significativos sin amagos de crisis (o algo más que amenazas) que obliguen a dar un nuevo paso. Ir a peor a corto plazo para mejorar después. De esta forma se ha escrito (se está escribiendo) la historia del euro. Y todo apunta a que lo seguirá siendo en tiempos tan convulsos como los actuales. Como los que aún nos tocará vivir.
Una última reflexión, en este caso sobre el Banco Central Europeo (BCE). Salvado por la campana, dirían algunos en el caso de la nueva crisis griega. La decisión de recortar los tipos en 0,25 puntos es un pequeño primer paso. Pero me temo que ya no hay mucho tiempo para que tome un mayor protagonismo en la solución (a medio y largo plazo) de la crisis.
Como ya he comentado, puede que el EFSF no tenga suficiente dinero en el peor de los escenarios posibles. Contando también con la ayuda del FMI. Y puede que no sea muy flexible su manejo. Al final, será imprescindible luchar contra el riesgo de percepción de insostenibilidad de las cuentas públicas. Mejorar de forma contundente las condiciones de financiación de los países, más allá de cubrir el riesgo de iliquidez de la banca. Todo esto solo puede hacerlo el BCE. Luego discutiremos las condiciones.
José Luis Martínez Campuzano. Estratega de Citi en España
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