miércoles, 20 de junio de 2012

A los Vivítopes...


Imagen del taller que el cocinero Paco Roncero ha instalado en el Casino de Madrid.
Imagen del taller que el cocinero Paco Roncero ha instalado en el Casino de Madrid.

Cuando la comida entra por los cinco sentidos

19-06-2012
Nacho Civera
El cocinero Paco Roncero, galardonado con dos estrellas Michelin y tres soles Repsol.
El cocinero Paco Roncero, galardonado con dos estrellas Michelin y tres soles Repsol.
Un hombre apura las últimas gotas de cerveza en un castizo restaurante del centro de Madrid mientras anochece. Días antes ha recibido en su domicilio un sobre que solo contiene el sugerente mensaje “¿Todavía puedes sorprenderte?”. La nota, perfumada, viene acompaña de una entrada de cine que le ha citado en ese punto, donde sin saberlo, está a punto de empezar una experiencia gastronómica difícil de olvidar.
Así comienza la última aventura en la que el cocinero español Paco Roncero, poseedor de dos estrellas Michelín, tres soles Repsol y un Premio Nacional de Gastronomía, ha estado sumergido durante los últimos dos años. El propio chef es quien da la bienvenida al invitado en ese mismo establecimiento, que en un guiño a la cotidianidad, es el mismo en el que desayuna cada mañana después de una sesión de footing.
Tras el inesperado recibimiento, el comensal prosigue con la liturgia de la cita adentrándose en las profundidades del mismísimo Casino de Madrid hasta llegar a un espacio de apenas 45 metros cuadrados donde habita el sueño de Roncero. Un recinto ultrafuturista que contrasta con el clasicismo que domina en las estancias de Alcalá 15, sede de la institución recreativa madrileña.

A partir de ahí, comienza el festival gastronómico. Otras siete personas han seguido el mismo camino que nuestro protagonista y, junto al cocinero, se disponen a comenzar una experiencia en el que los cinco sentidos permanecen alerta durante las 3 horas en las que se debe prolongar la cena. “Me han recomendado que ponga un límite temporal, porque si fuera por mí, la cena se alargaría durante 6 o 7 horas”, dice el cocinero entre risas.
El taller cuenta con espacio para ocho comensales, que comparten experiencia junto a Paco Roncero.
Los comensales se sientan alrededor de una mesa nada convencional. Se llama 'Hisia' y está fabricada en un material cerámico capaz de enfriarse cada vez que se sirve un bocado templado o calentarse cuando conviene mantener la temperatura del plato. Sobre ella caen unas gotas de lluvia o se reflejan los rayos de sol de un día veraniego. Y es que la sala no sólo puede adaptarse al clima que cada manjar requiera, sino que también cuenta con la tecnología con la que es posible simular diferentes paisajes y entornos. “No es el restaurante del futuro, pero sí una manera de dar un paso más hacia una nueva experiencia en torno a la gastronomía”, afirma el chef.
La cena viene precedida de una cata de aceite de oliva, donde cada invitado puede elegir tres probetas de las 216 con las que cuenta el taller. “Hay que tomar conciencia, incluso entre los propios cocineros, de que no es lo mismo acompañar o cocinar un plato con un aceite que otro, extraído de una zona de España u otra, y ese es también uno de las aspiraciones divulgativas de este taller”, asegura Roncero, quien también está dispuesto a indagar en este espacio nuevas fórmulas para celiacos y diabéticos, dos problemas que conoce de primera mano.
El aceite es precisamente el hilo conductor de cada uno de los platos, donde cada invitado interactúa en su elaboración con el equipo que regenta también en la capital el gastrobar Estado Puro y el restaurante La Terraza. Filipinos rellenos de foie crujiente de quicos o tartar de ostras sirvan como ejemplo de los miles de recetas que los ordenadores del taller tienen registradas junto a una pieza musical acorde para su presentación.
El taller con una de sus ambientaciones.
El taller con una de sus ambientaciones.

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