2012: repaso a un año de cultura
El año que está a punto de terminar bien puede resumirse en las páginas de ABC Cultural. Por ellas han desfilado de Stephen King a Faulkner, de Rafael a los Rolling. Un 2012 de portada
Año tras año, el calendario se consagra a la memoria de algún ilustre personaje. El 2013, que asoma ya entre las manecillas del reloj, tiene que hacer hueco a unos cuantos nombres eméritos, de Edvard Munch y el 150 aniversario de su nacimiento a los 200 años de Verdi y Wagner. De todo ello daremos cumplida cuenta por estas páginas. Pero todavía nos quedan por consumir unos cuantos cartuchos de este 2012que arrancó con el bicentenario de Charles Dickens, uno de los padres del folletín para un año folletinesco, entre una crisis mediopensionista que no termina de hacer la digestión con todo lo que se ha llevado al buche y que ha fagocitado la cultura, tal y como la entendíamos hasta la fecha.
El año de Dickens no solo supuso mil y una celebraciones y reediciones de sus obras –de lo más conocido, como su Cuento de Navidad, a lo más desconocido, como La pequeña Doritt–, sino también el nacimiento de toda una estirpe dickensiana en el horizonte de la literatura contempóranea, entre Juan Manuel de Prada –por ponernos cercanos, en el panorama español– y Stephen King –por echar la vista algo más lejos, a las letras anglosajonas–. El folletín no ha muerto,¡viva el folletín!Los miserables, de Victor Hugo, con nueva versión cinematográfica y hollywoodiense en las pantallas, también alcanzó una cifra mágica y redonda: 150 años.
Bocados de realidad
Pero vayamos por partes y no adelantemos acontecimientos. En un correr raudo y veloz de las manecillas, hemos saltado de un mes a otro sin partitura alguna. Una enriquecida papilla de celebraciones ilustres. Es lo que tiene hacer memoria rápida de un año, un «cadáver», aún caliente, con lecturas pendientes sobre la mesa, exposiciones por visitar y noticias por digerir que tienen más que ver con los números, las empecinadas cuestiones económicas de sumas que no salen y restas que se descuadran, que con las letras.
Entre el libro digital y el pirateo
Según las leyes de la física, la materia no muere, solo se transforma. Lo mismo que los libros y la industria editorial, que atraviesa por uno de los momentos más críticos de su historia, entre el libro digital y el pirateo.Andrew Wylie, el agente literario más poderoso y temido del mundo, abría nuestro mes de septiembre con una larga entrevista en la que, sin pelos en la lengua y con todas las balas en la recámara para disparar –como siempre, por eso le apodan «El Chacal»–, decía: «¿Qué imbécil se dedicaría a este negocio por dinero? Si quiere ganar dinero, vaya a Wall Street». Y a Wall Street, a un penthouse, debe estar a punto de mudarse la señora E. L. James, el bombazo de este año con su trilogía de las Cincuenta sombras de Grey. Porno suave para elevar las ventas y que la máquina siga echando humo.
¿Y el arte? ¿Qué ha sido de él?Ahí sigue, vivito, aunque no coleando, porque el dinero no llama a su puerta. Volvemos a una canción de Bob Dylan para poner la banda sonora y nos colocamos delante de las puertas del cielo para hacer cola, para esperar turno y que vengan mejor dadas. No obstante, las exposiciones mediáticas siguen dando sus frutos a las puertas de otros cielos: los grandes museos cuando se alían con grandes artistas. De Rafael a Hopper, sin olvidar a Damien Hirst o la Documenta de Kassel. 2013, empieza la cuenta atrás.
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