Por DAN STRUMPF
Hace cuatro años, Suzanne Webel estaba esperando su jubilación. La agricultora de Colorado, había ahorrado dinero suficiente para mantenerse y ayudar a pagar la educación universitaria de sus dos hijos después de dejar de trabajar. Webel nunca había escuchado el nombre de Bernard Madoff.
Ahora, la mujer de 62 años no tiene dinero para pagar el fertilizante que necesita su granja de 32 hectáreas, un requisito en los áridos terrenos de Colorado. Los ahorros que había reservado para sus hijos se esfumaron. Y el apellido Madoff ahora le resulta demasiado familiar. Cuando fue descubierta la pirámide financiera del gestor de fondos, el dinero que Webel pensaba que había ahorrado por años desapareció.
"Nuestros hijos están inundados en deuda", dijo la agricultora. "No pudimos pagar sus cuentas, así que tuvieron que solicitar gigantescos préstamos los cuales tendrán que asumir por 40 años. Y nuestros fondos para la jubilación no existen".
La estafa que fue descubierta hace cuatro años borró un estimado de US$17.000 millones en capital principal, destruyó vidas, descarriló planes de jubilación y, en algunos casos, causó la muerte.
Hasta ahora, Madoff es la única persona conectada al fraude que ha recibido una condena en prisión, donde cumple una pena de 150 años. Su hermano, Peter Madoff, se declaró culpable en junio de falsificar documentos y de conspiración. Negó estar al tanto de la pirámide financiera y espera sentencia el 20 de diciembre.
Dos ex empleados administrativos, dos programadores informáticos y el ex director general de operaciones, Daniel Bonventre, han sido acusados de varias acciones que facilitaron el fraude. Los empleados se han declarado no culpables y esperan el inicio de un juicio en octubre.
Entre tanto, las víctimas de Madoff están cumpliendo sus propias condenas.
Muchos, como Webel, pensaron que su dinero estaba siendo invertido de forma conservadora. Aunque algunos inversionistas sospecharon de los rendimientos estables que promocionaba Madoff, Webel se sentía satisfecha con el retorno anual de casi 7% que recibía del fondo donde mantenía su dinero desde 1996, Agile Group de Boulder, Colorado. Era un fondo alimentador, es decir, canalizaba dinero que terminaba en las manos de Madoff.
La Comisión de Bolsa y Valores (SEC) de Estados Unidos demandó en 2010 a Neal Greenberg, fundador de Agile Group, bajo acusaciones de que comercializó su fondo con argumentos falsos para inversionistas que se estaban jubilando o estaban a punto del retiro. Greenberg acordó el año pasado pagar US$330.000 sin admitir o negar los cargos. Un abogado de Greenberg declinó hacer comentarios.
Esto es de poco consuelo para Webel. Únicamente las personas que invirtieron directamente en la firma de Madoff pueden recibir pagos de Irving Picard, el fideicomisario delegado por la corte. Personas como Webel que invirtieron a través de fondos alimentadores no han recibido ninguna compensación. Picard ha entablado más de 1.000 demandas y recuperado más de US$11.000 millones para los inversionistas de Madoff. En septiembre, distribuyó US$2.400 millones a ex clientes del estafador, cumpliendo con los reclamos de 1.074 tenedores de cuentas, casi la mitad de los reclamos permitidos.
Un grupo de inversionistas apeló la decisión del tribunal que considera que no hay que pagarles a los inversionistas que pusieron su dinero con Madoff a través de fondos alimentadores. Una vocera de Picard declinó comentar sobre los inversionistas indirectos, citando la apelación pendiente.
Jack Cutter enfrenta el mismo problema. El hombre de 83 años pasó su vida trabajando como ingeniero de petróleo y junto con su esposa se había retirado después de invertir más de US$1 millón con Madoff.
Cutter, quien se vio obligado a los 79 años a trabajar en un supermercado abasteciendo estantes o en la sección de carnes frías, dice que ahora está mejor después de haber hecho algunos ajustes.
Su nueva casa vale la mitad de su antigua vivienda. Su Lexus lo cambió por un Honda Civic en lease. Cutter y su esposa ya no comen en restaurantes ni viajan con tanta frecuencia. Pero luego de liberar algo de efectivo de una póliza de seguro, ya no trabaja en el supermercado.
"Podemos pagar las cuentas. No es donde queríamos estar, pero estamos allí". Cutter piensa a menudo sobre Madoff y ha leído varios de los libros sobre el fraude, lo que lo ha llevado incluso a desarrollar cierta admiración por el aplomo con que desfalcó a la gente. "Creo que he desarrollado un poco de respeto por su argucia".
Otros inversionistas han buscado la forma de superar la terrible experiencia. Judith Welling, de 75 años, dijo que perdió una parte significativa de sus ahorros cuando la estafa de Madoff fue descubierta. Welling habría podido recibir un pago de Picard pero como varias otras víctimas del fraude, vendió su reclamo a un inversionista externo en junio por un monto que considera "satisfactorio".
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