domingo, 27 de enero de 2013

La actualidad de Tony Judt


Las muchas Europas de Tony Judt

ABC

Diecisiete años nos separan de la edición original de «¿Una gran ilusión?», de Tony Judt. El tiempo ha corregido algunos de sus análisis sobre Europa, pero los retos que planteó siguen abiertos

Este ensayo es el fruto de una serie de conferencias sobre Europa que dio el historiador británico Tony Judt en Bolonia en 1996. Él lo definió como «más que un ensayo ocasional, aunque menos que una Historia». En sus páginas intenta dar respuesta a tres preguntas que diecisiete años después siguen siendo muy oportunas. ¿Cuáles son las perspectivas de la Unión Europea? El hecho de que no sean del todo de color rosa, ¿a qué se debe? Y ¿en qué medida importa que Europa esté o no unida?
La tesis principal que defiende Judt (1948-2010) es que una Europa verdaderamente unida es algo demasiado improbable como para que insistir en ello no resulte insensato y engañoso. Como buen conocedor del pasado continental, no cree que sea posible exorcizar la Historia, como pretendía Jean Monnet, uno de los padres fundadores de la Comunidad Europea; por esta razón, hace un alegato a favor de la reinstauración parcial o la relegitimación de los Estados-nación.
La otra gran idea del ensayo es que, al margen de que el futuro de los antiguos Estados comunistas deba encuadrarse dentro de una Europa integrada, considera que es muy probable que no ocurra y que, por lo tanto, no se deberían hacer promesas al respecto.

Crisis del euro

Los argumentos principales no sólo parecen haberse quedado obsoletos, sino que incluso el tiempo muestra que Judt estaba equivocado. La Unión Europea ha ido avanzando desde 1996, ampliándose y profundizando en la integración política y económica. Fue necesariodejar atrás viejos prejuicios y rivalidades nacionales para hacer que la ilusión de algo parecido a la Europa unida se convirtiera en realidad.
A la luz de los acontecimientos de la primera década del siglo XXI, la reinstauración parcial o la relegitimación de los Estados-nación no sólo frenaría este gran proyecto unitario, sino que debilitaría y empobrecería al conjunto de la UE. De hecho, la crisis del euro va a obligar a los Estados que comparten esta moneda a avanzar hacia una unión bancaria y fiscal para complementar la unión monetaria, cediendo así nuevas parcelas de soberanía. Con respecto a la ampliación hacia Europa del Este, finalmente tuvo lugar a comienzos del siglo XXI, a pesar de que Judt no pensaba que fuera posible.
Sin embargo, «¿Una gran ilusión?» no es el libro de un euroescéptico que hizo predicciones que no se cumplieron. Es la obra de un europeísta que admira los logros de la integración europea porque gracias a ella los ciudadanos lograron superar muchos de los horrores de ese mundo de nacionalismos exacerbados que causó dos guerras mundiales.

Como buen demócrata

Es también el producto de un intelectual que hace su trabajo, lo que implica actuar como conciencia crítica y dar lecciones de Historia en una época en que la integración europea daba grandes pasos adelante y generaba enormes ilusiones, pero en la que, además, había mucha incertidumbre.
Como buen demócrata, a Judt le preocupaba la falta de democracia interna que imperaba en las instituciones europeas. En un brillante pasaje, compara la eurocracia de Bruselas con los despotismos ilustrados del siglo XVIII.
Judt advierte del peligro de dejarse llevar por la ilusión de pensar que los dirigentes europeos decidieron voluntariamente renunciar a su proyecto nacional paraembarcarse en un proyecto supranacional. Más bien al contrario, lo atractivo de la integración europea es que surgió como una forma de fortalecer a las naciones. Cita a Jacques Delors, quien escribió en 1988: «Crear Europa es una forma de recuperar ese margen de libertad necesario para una cierta idea de Francia».

El mito en torno a Europa

Con respecto a Europa del Este, Judt aporta reflexiones muy oportunas entonces, que hoy nos sirven para entender mejor las dificultades que hubo que abordar para integrar a estos países. Recuerda que hay muchas Europas y que no es fácil fijar una frontera oriental del continente, pues Rusia, en su opinión, es una nación claramente europea.
Explica cómo para las naciones de la mitad oriental del continente fue sobre todo una solución ante los problemas generados por su turbulenta Historia, pero advierte que su ingreso en la UE no iba a borrar los efectos de cincuenta años de terror, represión y estancamiento. En definitiva, las diferencias culturales y políticas y la Historia que separa a la mitad oriental de la occidental se iba a hacer notar en la UE.
En conclusión, advierte sobre los peligros de pensar que Europa es la solución. Si vemos a Europa como una solución para todos los problemas a los que cada país se enfrenta, el mito creado en torno a Europa se puede convertir en un impedimento para resolverlos.
Este ensayo se sigue leyendo con aprovechamiento varios años después de su publicación, pues muchos de los retos que tenía la UE en la década de los 90 siguen sin resolverse. Debe leerse también como un pequeño adelanto de su obra maestra, «Postguerra» (2005). Y ante todo debe servir para poner en vigencia la obra de Judt, tan relevante a la hora de entender la Europa contemporánea.

¿Una gran ilusión?

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