Fondos del sector agrícola: Cuando la rentabilidad emerge de la tierra
Bunge, Mosaic, Syngenta, Yara, Potash, Deere, Modern Internasional... ¿Conoce en qué campo se mueven estas compañías? Lo hacen en toda la cadena de valor agrícola y son objetivo de algunos gestores de fondos.
La tierra es un espacio limitado. El agua, un elemento insustituible. La demanda de alimentos se incrementa (a medida que se desarrollan las crecientes poblaciones emergentes), mientras la tecnología aplicada a la explotación agrícola se convierte en un factor clave para conseguir un aumento de la productividad. Pues bien, todo esto forma parte del día a día del análisis de algunos gestores, en particular, de aquellos que invierten en el sector de la agricultura, o más concretamente, en la cadena de valor agrícola.
No son muchos, apenas 8 productos, pero con una característica en común: una rentabilidad consistente. Es una de las categorías de fondos más estables y defensivas y una de las pocas que se mantiene en positivo en todos los periodos analizados: a 1, 3, 5 y 10 años (datos anualizados de Morningstar). Es cierto que sus resultados (por ejemplo, en el último año) no son muy homogéneos, así que vamos a tratar de analizar qué hay detrás de aquellos que han logrado hacerlo mejor. Los hay que suben un 10, 15 o 18 por ciento en 12 meses (véase tabla en página siguiente).
«Equity» vs «commodity»
La inversión directa en las llamadas «soft commodities» (materias primas agrícolas) ha ofrecido unos resultados bastante pobres en el pasado (además de volátiles). Estos fondos lo que hacen es invertir directamente en acciones de compañías relacionadas con el sector agrícola, que ofrecen más exposición a los mercados emergentes, son menos dependientes del precio de las materias primas y, además, se benefician de las tendencias estructurales. Los gestores del Petercam Equities Agrivalue, por ejemplo, uno de los fondos más consistentes de su categoría (a tres años, ofrece una rentabilidad anualizada cercana al 9 por ciento), invierte al menos 2/3 partes de su cartera en acciones relacionadas, directa o indirectamente, con la cadena de valor de los alimentos, y sectores relacionados (procesamiento, fertilizantes, infraestructura, logística, financiación, etc). Y, dentro de ellas, en aquellas que ofrecen unos bajos costes de producción, ya que, según sus responsables, Alexander Roose e Ignace De Coene, «serán las que generen unos flujos de caja más fuertes».
Entre sus principales apuestas están, por ejemplo, Bunge (una compañía holandesa fundada en 1818 que vende numerosos productos y servicios a lo largo de la cadena de producción alimenticia en 40 países), Syngenta, CF Industries Holding, Mosaic o Monsanto. Entre las posiciones más recientes del fondo están algunas compañías relacionadas con los fertilizantes. En diciembre, por ejemplo, volvieron a entrar en Potash Corp. «Aunque habíamos tenido una postura bastante negativa durante la mayor parte de 2012, consideramos que por debajo de los 40 dólares la mayor parte de las malas noticias ya estaban descontadas», señalan Roose y De Coene. También volvieron a entrar en Yara (compañía noruega de fertilizantes), tras el anuncio del acuerdo con Bunge para adquirir los activos brasileños de fertilizantes de esta última. A finales del año pasado, además, incrementaron su posición en Glanbia (compañía irlandesa de soluciones nutricionales) y compraron Modern Internasional (empresa tecnológica indonesia).
Dentro de su proceso de inversión, Roose y De Coene, tratan de construir una cartera diversificada y activa, donde se establecen unos pesos máximos por temáticas. Por ejemplo, en compañías relacionadas con la propiedad de las tierras, las plantaciones y las reservas tienen un tope del 40 por ciento, aunque actualmente, la ponderación en el fondo es del 20. Con esta cartera, que puede ser vendida, en un 80 por ciento, en tan sólo 5 días, tratan de dar respuesta a las diferentes realidades del mercado: ¿Es autosuficiente China para dar de comer a tanta gente? ¿Qué consecuencias tendrá la sequía en Estados Unidos? ¿Cómo puede la tecnología ayudar a incrementar la productividad de las cosechas?
Comité consultivo
Esta necesidad de llevar a cabo un profundo análisis de un sector tan complejo y diverso, se traduce, incluso, en la creación de comités consultivos, que tratan de arrojar luz sobre algunas de las principales problemáticas. La gestora suiza Pictet, por ejemplo, celebró el último comité el pasado noviembre (asisten, además, de los gestores, representantes de asociaciones del sector y académicos) y en él se dieron algunas respuestas a temáticas como el crecimiento del consumo de carne (que en el futuro procederá, según Pictet, más de África y de Asia, excluida China), la importancia del agua como elemento de coste en la producción de alimentos, la industrialización de un sector donde predominan, fundamentalmente, las granjas pequeñas, la evolución de la dieta china o la próxima oleada de mejoras tecnológicas. El fondo de Pictet, el Pictet Agriculture, escoge empresas cotizadas activas en toda la cadena de valor agrícola (nunca en materias primas). Como curiosidad, se evitan los ecosistemas sensibles (por ejemplo, la Cuenca del Amazonas), ya que el fondo no invierte en modelos de negocio que sean cuestionables desde el punto de vista de medio ambiente. También se excluyen empresas con una exposición significativa a semillas modificadas genéticamente. Entre las apuestas actuales del fondo están Mosaic, Deere, Bunge, Potash, Agrium, Archer Daniels (uno de los mayores procesadores agrícolas del mundo, con sede en Ilinois), Syngenta, Yara, SysCo (distribuidor americano de productos alimentarios) y Saputo (compañía canadiense de productos lácteos).
Si nos centramos en el fondo más rentable de esta categoría en los últimos 12 meses, el DWS Invest Global Agribusiness, en él vemos fuertes posiciones actuales en compañías como Mosaic y Bunge. Los productos químicos (agrícolas) y los propios productos agrícolas son los protagonistas de la cartera de este fondo, que también invierte en otro tipo de sub-sectores, como la maquinaria (tractores y cosechadoras); por ejemplo, en la americana AGCO, sucesora de las firmas Deutz y Allis. El fondo está gestionado por Ralf Oliver Kratz y gana en los últimos 12 meses más de un 18 por ciento. Otras gestoras que también tienen fondos del sector son Amundi, Robeco, BlackRock, Allianz y Swiss & Global.
No son muchos, apenas 8 productos, pero con una característica en común: una rentabilidad consistente. Es una de las categorías de fondos más estables y defensivas y una de las pocas que se mantiene en positivo en todos los periodos analizados: a 1, 3, 5 y 10 años (datos anualizados de Morningstar). Es cierto que sus resultados (por ejemplo, en el último año) no son muy homogéneos, así que vamos a tratar de analizar qué hay detrás de aquellos que han logrado hacerlo mejor. Los hay que suben un 10, 15 o 18 por ciento en 12 meses (véase tabla en página siguiente).
«Equity» vs «commodity»
La inversión directa en las llamadas «soft commodities» (materias primas agrícolas) ha ofrecido unos resultados bastante pobres en el pasado (además de volátiles). Estos fondos lo que hacen es invertir directamente en acciones de compañías relacionadas con el sector agrícola, que ofrecen más exposición a los mercados emergentes, son menos dependientes del precio de las materias primas y, además, se benefician de las tendencias estructurales. Los gestores del Petercam Equities Agrivalue, por ejemplo, uno de los fondos más consistentes de su categoría (a tres años, ofrece una rentabilidad anualizada cercana al 9 por ciento), invierte al menos 2/3 partes de su cartera en acciones relacionadas, directa o indirectamente, con la cadena de valor de los alimentos, y sectores relacionados (procesamiento, fertilizantes, infraestructura, logística, financiación, etc). Y, dentro de ellas, en aquellas que ofrecen unos bajos costes de producción, ya que, según sus responsables, Alexander Roose e Ignace De Coene, «serán las que generen unos flujos de caja más fuertes».
Entre sus principales apuestas están, por ejemplo, Bunge (una compañía holandesa fundada en 1818 que vende numerosos productos y servicios a lo largo de la cadena de producción alimenticia en 40 países), Syngenta, CF Industries Holding, Mosaic o Monsanto. Entre las posiciones más recientes del fondo están algunas compañías relacionadas con los fertilizantes. En diciembre, por ejemplo, volvieron a entrar en Potash Corp. «Aunque habíamos tenido una postura bastante negativa durante la mayor parte de 2012, consideramos que por debajo de los 40 dólares la mayor parte de las malas noticias ya estaban descontadas», señalan Roose y De Coene. También volvieron a entrar en Yara (compañía noruega de fertilizantes), tras el anuncio del acuerdo con Bunge para adquirir los activos brasileños de fertilizantes de esta última. A finales del año pasado, además, incrementaron su posición en Glanbia (compañía irlandesa de soluciones nutricionales) y compraron Modern Internasional (empresa tecnológica indonesia).
Dentro de su proceso de inversión, Roose y De Coene, tratan de construir una cartera diversificada y activa, donde se establecen unos pesos máximos por temáticas. Por ejemplo, en compañías relacionadas con la propiedad de las tierras, las plantaciones y las reservas tienen un tope del 40 por ciento, aunque actualmente, la ponderación en el fondo es del 20. Con esta cartera, que puede ser vendida, en un 80 por ciento, en tan sólo 5 días, tratan de dar respuesta a las diferentes realidades del mercado: ¿Es autosuficiente China para dar de comer a tanta gente? ¿Qué consecuencias tendrá la sequía en Estados Unidos? ¿Cómo puede la tecnología ayudar a incrementar la productividad de las cosechas?
Comité consultivo
Esta necesidad de llevar a cabo un profundo análisis de un sector tan complejo y diverso, se traduce, incluso, en la creación de comités consultivos, que tratan de arrojar luz sobre algunas de las principales problemáticas. La gestora suiza Pictet, por ejemplo, celebró el último comité el pasado noviembre (asisten, además, de los gestores, representantes de asociaciones del sector y académicos) y en él se dieron algunas respuestas a temáticas como el crecimiento del consumo de carne (que en el futuro procederá, según Pictet, más de África y de Asia, excluida China), la importancia del agua como elemento de coste en la producción de alimentos, la industrialización de un sector donde predominan, fundamentalmente, las granjas pequeñas, la evolución de la dieta china o la próxima oleada de mejoras tecnológicas. El fondo de Pictet, el Pictet Agriculture, escoge empresas cotizadas activas en toda la cadena de valor agrícola (nunca en materias primas). Como curiosidad, se evitan los ecosistemas sensibles (por ejemplo, la Cuenca del Amazonas), ya que el fondo no invierte en modelos de negocio que sean cuestionables desde el punto de vista de medio ambiente. También se excluyen empresas con una exposición significativa a semillas modificadas genéticamente. Entre las apuestas actuales del fondo están Mosaic, Deere, Bunge, Potash, Agrium, Archer Daniels (uno de los mayores procesadores agrícolas del mundo, con sede en Ilinois), Syngenta, Yara, SysCo (distribuidor americano de productos alimentarios) y Saputo (compañía canadiense de productos lácteos).
Si nos centramos en el fondo más rentable de esta categoría en los últimos 12 meses, el DWS Invest Global Agribusiness, en él vemos fuertes posiciones actuales en compañías como Mosaic y Bunge. Los productos químicos (agrícolas) y los propios productos agrícolas son los protagonistas de la cartera de este fondo, que también invierte en otro tipo de sub-sectores, como la maquinaria (tractores y cosechadoras); por ejemplo, en la americana AGCO, sucesora de las firmas Deutz y Allis. El fondo está gestionado por Ralf Oliver Kratz y gana en los últimos 12 meses más de un 18 por ciento. Otras gestoras que también tienen fondos del sector son Amundi, Robeco, BlackRock, Allianz y Swiss & Global.
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