Ferrer agota a Haas
El español tumba en tres sets (4-6, 6-2 y 6-3), al alemán, de 34 años, y buscará su segundo título de la categoría
Sin tregua, sin preguntas. Así se lanza Tommy Haas a por el partido. A los 34 años, el alemán ataca cada una de las pelotas que le propone David Ferrer en las semifinales del masters 1000 de Miami. No hay intercambios intrascendentes. Haas no entiende de medianías. La agresividad del alemán obliga al español a jugar a un tempo desacostumbrado. Su tenis parece ir a cámara lenta frente al del número 18 mundial, que dispara un relámpago tras otro con el revés. El español, sin embargo, ha hecho carrera desde la perseverancia. Pone la diana en la derecha de su rival, que se resquebraja en carrera. Escanea el servicio del contrario, inatacable durante el torneo, y logra tres breaks en la última manga. Remonta (4-6, 6-2 y 6-3) tras 2 horas y 2 minutos y se cita en la final de mañana con el ganador del Andy Murray-Richard Gasquet, sin comenzar al cierre de esta edición. ¿Cómo ocurre eso?
Haas llega a la penúltima ronda a lomos de una victoria espectacular: tumba en octavos a Novak Djokovic, el número uno. Olvidadas las lesiones, su servicio vuelve a estar tan engrasado como en los tiempos en los que ganó la plata olímpica (Sidney 2000) y la variedad de su juego sigue haciendo el mismo daño de siempre. Dueño de un revés punzante, capaz de embestir la pelota con la coordinación de los elegidos, el exnúmero dos mundial baja la pelota con el cortado y acula a sus contrarios contra la valla con su derecha. Ferrer sufre todo eso, pero sobre todo se sufre a sí mismo.
Luce el sol y al español se le hace pequeña la pista. El alicantino, que le ha arrebatado de nuevo el número cuatro a Rafael Nadal, dispara un error forzado tras otro. A su plan de ataque inicial (arrinconar a Haas sobre el revés y abrirle a la derecha) le falta precisión: en el primer set, comete tres dobles faltas y solo gana el 50% de los puntos jugados con su primer saque. Compite sin tino.
Haas agobia a Ferrer. Cada vez que el alicantino intenta mover de lado a lado a su contrario, se encuentra con un pelotazo. Para obligarle a eso, Haas tiene que ir quemando energías. No puede guardarse nada. Poco a poco, sus pies van perdiendo fuerza, se le paran las piernas, ya no piensa con claridad su cabeza. La derecha de Ferrer va obligando a un esfuerzo tras otro al revés de Haas, cuyo brazo se tensa, se carga y se cansa. Los casi 34 años del alemán pesan en el partido. Ferrer, que ya tiene 30, parece un adolescente cuando se alcanza la hora de juego. Al número 18 ya se le viene el mundo encima: el partido está empatado a sets, su cuerpo le manda mensajes pesimistas y Ferrer, un pitbull, muerde.
La derecha de Haas empieza a romperse. Por dos veces se adelanta con break. Son chispazos de genio. Las huellas de un tenista que juega a tiros sueltos pero sin la consistencia que necesita para tumbar a su contrario. Ferrer aguanta sus acometidas como quien sabe que hasta la ola más poderosa acaba convirtiéndose en inocente espuma. Contra el malecón de su raqueta se estrellan los tiros de Haas. Se impone el físico de Ferru: “Al hacer el break en el 3-3 me encontré físicamente mejor que él, la verdad”, reconoce luego. Nunca un español ha ganado el masters 1000 de Miami. Mañana, Ferrer busca el título y su segundo trofeo de la categoría.
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