jueves, 21 de marzo de 2013

Se vá el corredor de.....seda.



Un récord en el albor de la época oscura

Pietro Mennea. | MUndo
Pietro Mennea. | MUndo

"Pietro Mennea (Barletta, 28-6-52 - Roma, 21-3-13) fue un gran corredor, muy elegante y con una curva increíble. Su récord es uno de mis objetivos", definió antes de los JJOO de LondresChristophe Lemaitre en una entrevista con EL MUNDO. El atleta francés, el heredero, nació en junio, el mismo mes que Mennea, 31 años después de que la región de Puglia, al sur de Italia, alumbrara al mejor corredor de 200 m. blanco de todos los tiempos, fallecido el jueves en Roma a los 61 años tras una larga y extraña enfermedad.
Lemaitre sigue en su empeño por superar los 19.72s. que Mennea estableció en la altitud de México DF en 1979, con apenas 20 años, durante los Juegos Universitarios. En 2011 registró 19.80s. en el Mundial de Daegu. Tenía 21, pero desde entonces su progresión se ha estancado. Lemaitre, la esperanza blanca de estos días, no puede con una marca que el 12 de septiembre cumplirá 34 años sin que ningún blanco se acerque a ella. Hubieron de pasar 17 años para que un negro rebajase aquel récord del mundo. Fue, claro,Michael Johnson en Atlanta. 19.66s. en el mismo estadio donde un mes después, con medallas olímpicas en juego, correría en 19.32s, tiempo que después sólo han superado Usain Bolt(19.19s. y 19.30s.) y Yohan Blake (19.26s.). Además de estos tres, sólo otros cinco 'sprinters' (Dix, Gay, Carter, Spearmon yFredericks) han corrido más rápido que Mennea.
Aquellos 19.72s. Mennea siempre dijo que los consiguió limpio. 1979 es el año de la irrupción de Francesco Conconi en el deporte profesional italiano. Es una historia, bien conocida ya, de un científico adelantado, alquimista de la sangre (Conconi), un alumno aventajado (Michele Ferrari), un puñado de políticos corruptos dispuestos a mancharse las manos por unas cuantas medallas (principalmente Primo Nebiolo y Mario Pescante), un romántico capaz de denunciarlo todo (Sandro Donati) y un fiscal de pulso firme (Pierguido Soprani). A que les suena. "Yo entrenaba a Mennea y a todo el equipo de velocidad y en el 79 formé parte de una comisión para la preparación olímpica con Sandro Gamba (baloncesto) y Nielsen (remo). "En un momento nos dijeron que hacía falta un fisiólogo, que habían llamado a Conconi. Nos pareció extraño porque el profesor siempre se ocupaba de la hematología", reveló Carlo Vittori, entrenador de Mennea, en una entrevista con 'La Repubblica' en 1988, poco después de que Donati, técnico jefe del equipo italiano de mediofondo entre 1981 y 1984, comenzara a abrir la boca, a denunciar que los métodos de Conconi se basaban, fundamentalmente, no en su famoso test sino en el dopaje sanguíneo, que entonces no se consideraba una práctica prohibida.
Conconi, se supo después, había desarrollado y mejorado el método de las autotransfusiones que tanto beneficio había producido antes a los atletas finlandeses, con Lasse Viren a la cabeza. A un atleta destacado se le extraía medio litro de sangre, del que se separaban los glóbulos rojos más jóvenes y robustos para refrigerarlos después. Poco antes de una gran competición, el deportista recibía de nuevo su sangre enriquecida para aumentar su resistencia y favorecer su recuperación. A que también les suena. Conconi se convirtió en dios. "Llegó a recibir entre 400 y 700 millones (de liras) anuales del CONI (Comité Olímpico Italiano)", aseguró Vittori en la misma entrevista con 'La Repubblica'. Italia conquistó 15 medallas en los JJOO de Moscú '80, dos más que cuatro años antes en Montreal. En atletismo sólo hubo cuatro: las de Mennea, oro en los 200 m. y bronce con el equipo de relevos 4x400, la de Sara Simeoni, oro en salto de altura, y la más inesperada y sospechosa, del desconocido Maurizio Damilano en los 20 km. marcha en tiempo de récord olímpico.
No hay constancia de que Conconi llegara a ocuparse de Mennea. Vittori cree que no, aunque seguro que un talento semejante llamó la atención del mago. Su campo de acción se centraba, principalmente, en las disciplinas más aeróbicas. Así, no fue hasta los JJOO de Los Ángeles, en 1984, cuando sus conocimientos se vieron reflejados en el medallero. Italia regresó a Europa con 32 medallas, más del doble del botín obtenido en Moscú. Mennea, defensor del título en los 200 m. lisos, finalizó séptimo en la final con un cronómetro de 20.55s., muy lejos de Carl Lewis (19.80s.), que nunca rebajaría la marca del europeo. El italiano admitió tres años después haberse dopado con hormona de crecimiento (somatotropina) antes de aquella cita al comprobar lo lejos que se encontraba de sus rivales. Curiosamente, según su testimonio, no recurrió a Conconi sino al doctor estadounidense Robert Kerr, especializado en anabolizantes esteroides, que se fue a la tumba en 2001 con una lista de clientes más larga de que la deEufemiano.
Mennea, que se retiró tras participar en los JJOO de Seúl -cayó eliminado en las series-, aseguró que problemas de conciencia le impidieron seguir adelante con la trampa. Tanto que años después, ya como eurodiputado de centroizquierda, fue el primero en promover sanciones penales para los casos de dopaje. También publicó un libro sobre la materia: 'El dopaje y a la Unión Europea' (Delta3 Ediciones, 2006).
Mennea no quedará en los libros como un tramposo sino como un atleta esforzado, capaz de entrenarse seis horas diarias, "un velocista con una musculatura de seda", recuerda hoy Vittori. "Pietro era meticuloso en su entrenamiento, algo que puede hacer mejorar a cualquiera. Era perseverante y testarudo. Una máquina humana". Lástima que el exceso de responsabilidad lo atenazara en ocasiones, lamenta el viejo técnico, que ha cumplido 83 años. Mennea, como Lewis o Bolt, no destacó por su reacción en los tacos sino por su progresión, por su capacidad de mantener la velocidad máxima durante más tiempo que sus oponentes. El boicot de EEUU facilitó la conquista del oro en Moscú por la calle 8, pero su leyenda ya se había forjado un año antes, en la Ciudad de México.
Tras los JJOO de Los Ángeles el Comité Olímpico Internacional (COI) prohibió las autotransfusiones. Poco después, en 1987, se sintetizó la eritropoietina (EPO), barra libre en los 90 de la sustancia que puso fin al peligroso trajín de las bolsas de sangre hasta 1998, cuando lo del Festina en el Tour de Francia. Conconi, maravillado con los resultados del milagroso producto, se convirtió en su principal propulsor entre los deportistas de élite. Y todo mientras formaba parte de la Comisión Médica de la UCI en tiempos deVerbruggen, al que recomendó imponer los valores de hematocrito mientras surtía a la tropa de EPO, y del COI en los del príncipeAlexandre de Merode, que había estudiado Humanidades Grecolatinas, Filosofía y Letras y Derecho. Conconi, para devolverle el favor de incluirlo en su equipo, le concedió un título honorífico en medicina por la Universidad de Ferrara. Él, que había atendido aMoser durante la preparación del récord de la hora (autotransfusión), que a finales de los 80 había recibido a un estancado Indurain porque no subía, que disparó el rendimiento deChiapucci o Bugno, que enseñó a Ferrari (sí, al de Armstrong), su alumno aventajado que tendría como clientes a Rominger o a los voladores de la Gewiss, o sea Argentin, Berzin, Furlan o Riis, y tantos otros. Antes de Bolt, fue Mennea. Antes de Eufemiano Fuentes, fue Concocni.

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